Bill Gates

Tim Harford: «Fake news: ya nadie se cree nada»

Insta a cuestionarnos nuestra reacción ante lo que leemos o vemos en el cuarto foro MABS2018.

El economista, en el Palacio Municipal de Congresos (Madrid)
El economista, en el Palacio Municipal de Congresos (Madrid)larazon

Insta a cuestionarnos nuestra reacción ante lo que leemos o vemos en el cuarto foro MABS2018.

Su carisma y capacidad comunicativa de la economía de las grandes y pequeñas cosas le ha procurado el salto a la televisión y a la radio (BBC) desde su columna en «The Financial Times». Tim Harford, autor de ocho libros, entre ellos, «El economista camuflado», defiende la capacidad de adaptación y de innovación del ser humano para generar sociedades más justas y prósperas.

–En su último libro, «Cincuenta innovaciones que han cambiado el mundo», desgrana los pros y los contras de los grandes avances del ser humano. ¿Hay algún denominador común entre ellos?

–Las innovaciones generan perdedores y ganadores. Casi siempre muchos ganadores y pocos perdedores. Pero el común denominador de las innovaciones que han creado problemas es la falta de habilidad del mercado para equilibrar costes y beneficios, y también la de los reguladores, que no han tomado cartas en el asunto. Un ejemplo son las redes sociales, a nadie le importa que las noticias sean verdaderas o falsas, solo que llamen la atención, y eso sucede porque el mercado no trabaja para el consumidor, sino para empresas con otros intereses.

–Estamos en plena transformación de la sociedad, ¿qué papel juegan los medios de comunicación?

–Nos centramos demasiado en la parte negativa de las redes sociales porque son nuevas, pero nos olvidamos de los problemas que provocaron los medios de comunicación tradicionales. La radio hizo florecer las dictaduras en los años 30. Son problemas que llevan vigentes muchos años. Como periodista intento entender el mundo, soy curioso y ayudo a explicárselo a los lectores y espectadores.

–Su programa en la «BBC», «Trust Me, I'm An Economist» («Confía en mí, soy economista») es poco probable en una cadena española. ¿Cómo surgió el proyecto?

–Es una historia rarísima porque todavía no se había publicado el libro «El economista camuflado» y sabía muy poquito de esta profesión. Estaba trabajando en esos momentos para el Banco Mundial y acababa de empezar también como columnista. De repente, se alinearon los astros. Recuerdo que en nuestros comienzos había una enorme preocupación por recibir la financiación, y al final lo logramos.

– ¿Cuál es el futuro de la prensa escrita?

–A largo plazo desaparecerá muchísimo papel porque se digitalizarán la mayoría de los medios. No porque sea un producto malo, al contrario, pero sí porque resulta muy costoso. La estrategia del «The Financial Times» ha sido la de seguir haciendo el periódico, pero priorizamos la página web. Primero pensamos cómo lo vamos a hacer en digital y solo después de tener la página web, en segunda posición, hacemos el papel, y está funcionando a la perfección.

–¿Cómo nos defendemos de las «fake news»?

–Ya nadie se cree nada, no es tan sencillo ser escéptico porque hay veces que lo somos demasiado. Las marcas tienen un rol muy importante, pero creo que las personas valoran que se hagan bien las cosas durante décadas. Como consumidores de medios de comunicación tenemos que ser un poquito más curiosos; cuestionarnos nuestra reacción cuando leemos o vemos algo.

–¿A los humanos nos pierde la avaricia?

–Hay cierta avaricia, en unos más que otros. En todos los sistemas políticos conocidos ha habido personas avariciosas, la pregunta es: ¿hay algo constructivo ? Cuando pienso en el dinero que Steve Jobs o Bill Gates han ganado, veo que hay beneficios que redundan en la sociedad; cuando observo el que han generado los bancos, no lo tengo claro. El problema no es la avaricia, sino cómo la transformamos en positivo o negativo.

–¿Qué mundo cree que le dejaremos a nuestros hijos?

–Espero que pase algo importantísimo de aquí a 2050. Lo que más me preocupa es lo impredecible: que los terroristas creen un virus pandémico o que caiga un asteroide. Si echas la vista atrás 100 años, compruebas que la vida ha mejorado muchísimo. Si evitamos riesgos, podremos ser optimistas.