Crítica de cine

«Un plan perfecto»: No exageremos

Dirección: Michael Hoffman Guión: Ethan y Joel Coen. Intérpretes: Colin Firth, Cameron Díaz, Alan Rickman, Tom Courtenay. EE UU, 2012. Duración: 90 minutos. Comedia.

«Un plan perfecto»: No exageremos
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Que los inefables hermanos Coen sean los autores del guión, o de este alocado «remake» con perceptibles variaciones de «Ladrona por amor», un filme que rodó Ronald Neame allá por el venturoso año de 1966 que protagonizaron Shirley McLaine y Michael Caine, puede sonar campanudo y muy estimulante a priori. Sin embargo, tras ver «Un plan perfecto» corroboras que todos tenemos un mal día de vez en cuando y que no pasa nada, el mundo sigue girando y ellos, al final, cobraron el cheque, que es de lo que se trata. El inglesísimo Harry Deane (Colin Firth), reputado experto en arte, anda obsesionado con vengarse de un excéntrico multimillonario nudista vendiéndole un falso Monet. Para ello, debe contar con la inestimable y un tanto accidentada ayuda de una atractiva texana (Cameron Diaz) que nunca ha pisado tierra que no sea estadounidense aunque por motivos familiares está unida sentimentalmente a ese cuadro.

Mientras, el propio Deane, un tipo con bastante imaginación, debe luchar para distinguir la realidad de lo deseado y contra el amor que va sintiendo por la chica. Comedia empanada de robos y enredos, con león suelto incluido y una turba de japoneses que se toman muy en serio eso del karaoke, la película no deja de ser un liviano entretenimiento de aire un poco «vintage» por muchos afanes que le eche al asunto el siempre elegante Firth (ni en calzoncillos el hombre pierde apostura) y una encantadora Diaz como la norteamericana hortera de turno que visita Londres por primera vez sin quitarse siquiera el sombrero. No hay más leña que la que arde ni demasiados «gags» que pasarán a la historia, solamente las ganas de agradar al respetable con un filme que, quizá, de dirigir también los autores de «El gran Lebowski» habría ganado algo, cuando menos, en desmadre.