Crítica de cine
Un «remake» en serio
Director: Fede Álvarez. Guión: Fede Álvarez, Diablo Cody y Rodo Sayagues. Intérpretes: Jane Levy, Shiloh Fernandez, Lou Taylor Pucci, Jessica Lucas.EE UU, 2012. Duración: 91 minutos. Terror.
Es de agradecer que, de toda la horda de «remakes» de clásicos modernos del horror de los setenta u ochenta, esta «Posesión infernal» se tome en serio a sí misma. No hay muchos cineastas a sueldo como Alexandre Ajà, quizá el único, con sus brillantes relecturas de «Las colinas tienen ojos» y «Piraña», capaz de aunar un empaque visual acorde con los tiempos que corren, un espíritu sórdido y cruel a la altura de los originales y un sentido del humor plenamente consciente de la operación metatextual a la que se entrega en cuerpo y alma. Sabedor de las limitaciones de su empresa, el uruguayo y debutante en la dirección de largos Fede Álvarez ha preferido repintar el refugio demoniaco de Sam Raimi, que aquí oficia de coproductor, con la gravedad tenebrosa de los traumas familiares. Si en la versión de 1981, cinco amigos se reunían en una cabaña de los bosques de Tennessee con la única intención de pasar el fin de semana, aquí el objetivo es apoyar la desintoxicación de la protagonista, que además tiene una conflictiva relación con su hermano, ambos descendientes de una madre que acabó en el manicomio. Si Raimi, con su entusiasmo «low cost» y su irrefrenable creatividad logró encontrar el punto de ebullición donde el «gore», el teatro de «grand guignol», los «cartoons» de Tex Avery, las comedias solipsistas de Jerry Lewis y el cine de vanguardia se convertían en una misma cosa, Fede Álvarez prefiere envolver su homenaje con la sangre, el sudor y los vómitos del «fatum» trágico.
Lo que se pierde en risas nerviosas e imaginación se gana en culpa existencial. Y aunque a veces da la impresión de que los guionistas se han esforzado demasiado en otorgar peso dramático a sus personajes y que la puesta en escena de Álvarez es en exceso limpia y educada, ahí están las violaciones arbóreas, las autoamputaciones y los besos con lengua bífida para recordarnos que el espíritu de «Posesión infernal» nunca morirá.
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