«Violeta se fue a los cielos»: ¿Gracias a la vida?

Es de agradecer que la vida de Violeta Parra se presente ante nosotros como un poema abrupto y lleno de aristas, sin que los mandamientos del «biopic» impongan su linealidad a una existencia que funcionó a base de impulsos eléctricos. También es cierto que el enfoque poético planta algunos obstáculos en el camino que Andrés Wood no acaba de sortear: el exceso de imágenes alegóricas puede saturar a los no avisados. No a los fans de la música de esta singular antropóloga de la canción popular chilena, que disfrutarán de lo lindo con la extensa selección de temas que incluye una película que utiliza el «macguffin» de una entrevista televisiva a Parra para que la evocación de los «highlights» de su atribulada vida se mezclen, evocadores, dibujando un retrato cubista y esquivo de una personalidad contradictoria, en la que convivían la pasión desmedida, la egolatría, la convencida militancia de izquierdas y la obsesión sincera por recuperar y compartir la memoria de su pueblo. No se explican –ni falta que hace– los abismos entre escenas, las desapariciones de personajes y los cambios de localizaciones, en una suerte de «continuum» que busca disonancias en una melodía secreta. Quien lleva la voz cantante, eso sí, es la actriz Francisca Gavilán, auténtico animal escénico que controla con autoridad las derivas ciclotímicas de una artista capaz del más cálido de los abrazos y de la más seca de las indignaciones.