Aragón

El km 0 de la despoblación rural

Iniciativas como las escuelas de pastores, construir barrios sostenibles o apadrinar olivos sirven hoy para repoblar la España deshabitada a pesar de que seis de cada diez pueblos están en riesgo de desaparecer

«Más que por una cuestión de fácil acceso respecto a la industria agroalimentaria, vemos que el mercado eco está creciendo, también en las grandes superficies», explica el emprendedor
«Más que por una cuestión de fácil acceso respecto a la industria agroalimentaria, vemos que el mercado eco está creciendo, también en las grandes superficies», explica el emprendedorlarazon

Iniciativas como las escuelas de pastores, construir barrios sostenibles o apadrinar olivos sirven hoy para repoblar la España deshabitada a pesar de que seis de cada diez pueblos están en riesgo de desaparecer

«Al principio los agricultores nos decían que estábamos locos, ahora son quienes se acercan a preguntarnos cómo hacemos para no tener los problemas que ellos se encuentran». Quien habla es Manuel, un joven de Cuevas del Becerro, un municipio de Málaga de unos mil habitantes censados, que está viendo como sus jóvenes se marchan. Los menores de 30 ya han perdido cualquier posibilidad de trabajo en la construcción, sector por el que se apostó todo en la comarca, y ahora la gran mayoría emprende viaje hacia las ciudades más cercanas. Manuel y otros ocho jóvenes rehusaron, querían quedarse en el pueblo, así que decidieron formarse y dedicarse profesionalmente a la producción ecológica. Lo hicieron sin conocimientos previos porque «a pesar de ser de pueblo habíamos perdido contacto con la tierra. Nos formamos en biofertilizantes y en otras técnicas y empezamos a probar. Es curioso porque la gente nos pregunta siempre por las plagas y las malas hierbas y no hemos tenido problemas. Incluso las hierbas sirven de cobertura al suelo cuando llueve poco», explica el joven. Esto fue hace cuatro años y hoy abastacen con productos de la huerta a 90 familias de la zona todos los meses, venden a tiendas ecológicas de Málaga y están aumentando sus hectáreas y su producción con otras especies y elaborando sus primeros productos como el aceite. No les da para ser ricos pero sí para ver su futuro en el pueblo con optimismo. «No hay nada más revolucionario que vivir en el pueblo», añade el emprendedor.

El caso de Manuel puede parecer engañosamente el de Asterix, rebelde del único reducto galo que aún no ha sucumbido ante una sociedad que desde hace años vive dando la espalda al campo. Sin embargo, su apuesta no es la única ni mucho menos la más extrema. España es el país de la UE que acumula un mayor volumen de zonas con escasa densidad de población, excepto Laponia. Pero a diferencia de esa zona del Ártico, la previsión en España es de eminente colapso, debido al envejecimiento de su población rural. A eso se añade la falta de servicios, sobre todo educativos, fundamentales para la repoblación. De los 8.125 pueblos que existen en nuestro país, 4.955 tienen menos de 1.000 habitantes, según los últimos datos publicados en el INE. Esto significa que seis de cada diez pueblos en España se encuentra en riesgo de desaparecer.

Financiar con molinos

Si hay un pueblo que se ha convertido en paradigmático de esta situación es Chumillas, en Cuenca, zona a la que se conoce como la Laponia de España. Pedro de Verona, natural de allí, llevaba varios años viviendo en el extranjero cuando en 2008 decidió ponerse al frente de la alcaldía de Chumillas. La población entonces era de 21 personas y la media de edad rondaba los 75 años. Ni qué decir tiene que la escuela llevaba años cerrada. La primera medida que se le ocurrió, empeñado en no dejar morir a su pueblo, fue reabrir el cole para garantizar el relevo generacional. Contactó con un par de familias con hijos que aceptaron trasladarse allí y se trajo también a su hija a vivir a España. Más tarde decidió construir seis nuevas viviendas sociales, que alquiló por 85 euros. Nueve años después, Chumillas tiene una población todo el año de 50 personas, de las cuales 15 son niños y la media de edad es de 40 años. Además, están reactivando la zona, de hecho el pueblo de al lado cuenta ya con cinco habitantes más. Un impulso en el que también han participado las energías renovables, ya que los gastos de construcción de viviendas o ayudas para los nuevos vecinos se cubren con los ingresos del parque eólico que tienen al lado. «Económicamente ha ayudado, aunque el impulso ha sido de la gente. Se está consiguiendo hacer ver qué hay oportunidades. Ya no se muere el pueblo y se habla de futuro, de dónde invertir», explica el alcalde de Chumillas. El futuro es tan prometedor que se está cerrando un convenio con universidades y otras instituciones y bancos para construir un barrio sostenible, con casas de madera y energías renovables para «repoblar, pero con conciencia», exclama Pedro.

Cada vez hay más interés por la vuelta al mundo rural y en eso tienen mucho que ver las generaciones que han decidido volver al pueblo de sus padres tras mucha formación en las ciudades. Además, son los propios ciudadanos de los pueblos los que se han quitado los complejos y empiezan a valorar unos recursos que escasean en las ciudades.«Esta zona boscosa hace de filtro de la contaminación y son nuestros habitantes los que la mantienen porque el paisaje y la naturaleza son el resultado de siglos de interacción con las comunidades rurales. Tenemos ganado y la gente usa leña para calentarse; esta limpieza de biomasa del bosque reduce los incendios. La relación es evidente; la desafección de la población supone pérdidas de ecosistemas. Empezamos a empoderarnos de nuestro futuro pero queremos que la administración reconozca el trabajo de los habitantes de las zonas rurales y de nuestra realidad. También pensamos que la profesionalización es la clave del mundo rural», explica Marta Corella, alcaldesa de Orea –un pueblo de la provincia de Guadalajara que cuenta con una población censada de 240 personas–, e Ingeniera Forestal. Cuando cerraron la escuela del pueblo por falta de niños contactó con la Asociación contra la Despoblación Rural, una entidad que sirve de enlace entre las personas que quieren vivir en el campo con localidades que necesitan población. Ahora no sólo tienen 15 niños en el cole, sino que organizan jornadas sobre mundo rural donde se analizan las oportunidades de turismo, artesanía, medio ambiente, agricultura y ganadería que ofrece esta zona, una de las menos contaminadas acústica y lumínicamente y con mejor calidad de aire de la península.

Queserías artesanas

Precisamente para profesionalizar el sector y acercar una realidad rural con muchas oportunidades nació la Escuela de Pastores en 2004 en Picos de Europa. La puso en marcha la asociación Campo Adentro y cuenta con apoyo del Organismo Autónomo de Parques Nacionales. Ofrece un mes de teoría y cuatro de prácticas en verano desde entonces y ya ha formado a 400 personas en labores de pastoreo, trabajos de producción artesana y reconstrucción de antiguas queserías. El interés por su formación va en aumento tanto que este año se lanzan a repoblar una aldea en esta zona montañosa. Construirán viviendas, un taller permanente y una quesería para que nuevos alumnos sigan aprendiendo. «El 50% de los jóvenes de España están desocupados, mientras que el 80% del territorio es rural y está desabastecido. Desde 2004 está creciendo el interés, por el medio rural y desapareciendo la imagen del pueblo a lo Paco Martínez Soria, aunque aún hay mucho desconocimiento porque una cosa es el teletrabajo desde una zona rural a trabajar en el sector primario. Vivimos un momento en el que la globalización se deshincha y el sector primario es clave», explica Fernando García Dory, miembro del equipo.

Creando empleo

Hace tres años un joven de Oliete (Teruel) y otros amigos encariñados con el pueblo decidieron echarle creatividad para salvar esta localidad que se está vaciando poco a poco y de paso recuperar los 100.000 olivos que están quedando abandonados como consecuencia. La solución fue crear una plataforma www.apadrinaunolivo.org (en la que cuentan con el apoyo del gobierno de Aragón) a través de la cual quien quiera contribuye con 50 euros para mantener un especimen y se lleva un montón de experiencias como ir a conocer su árbol. En seis años han conseguido que 2.500 personas vengan a hacer turismo a la localidad, han salvado unos 5.000 árboles y están a punto de sacar su propia marca de aceite ecológico. «En 2016 se construyó una almazara en la que trabajan gente del pueblo y personas con discapacidad intelectual de Aragón», explica José Alfredo Martín, cofundador de la iniciativa. Todo un éxito que quieren replicar por la Península.

Los gorriones desaparecen

Las poblaciones de gorrión común y gorrión molinero, especies vinculadas a la actividad humana, pierden efectivos desde 1998. Ambas especies guardan una estrecha relación con dicha actividad, hasta el punto que anidan en edificios y otras construcciones. «A menudo cuando el hombre abandona un espacio, estas aves siguen su camino, aunque hay otras causas que están contribuyendo a su declive, como la intensificación agraria.

En la ciudad, se suman cuestiones como la escasez de alimento, la contaminación atmosférica o la ausencia de lugares de nidificación», explican desde la organización Seo/BirdLife, con motivo del Día Mundial del Gorrión, que se celebra cada año el 20 de marzo.

No corren tan mala suerte los gorriones chillón y moruno, cuyas poblaciones han aumentado desde 1998 gracias a su expansión por diferentes zonas de la Península. En ambos casos, su dependencia de la actividad humana es menor. El gorrión alpino, el único de los cinco gorriones de la península que vive en alta montaña, está amenazado por el cambio climático.