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Antonio Valero: «Los sesenta son la mejor edad para el sexo»

Estrena «Juegos de familia», una comedia romántica en la que interpreta al amante de la protagonista.

Antonio Valero
Antonio Valerolarazon

Estrena «Juegos de familia», una comedia romántica en la que interpreta al amante de la protagonista.

Peluquero, de 61 años. Divorciado, con una hija y amante de la protagonista de «Juegos de familia», película que se estrena mañana. Antonio Valero interpreta a Raúl, que se enrolla con una de sus clientas, y a cuyo marido ayuda a reconquistarla. Una comedia romántica de enlaces y desenlaces que demuestra que en el amor siempre es posible volver a empezar. Se trata de uno de esos actores con dilatada experiencia. Y no sólo ante las cámaras...

–¡Vaya enredos!

–El amor no entiende de edades, siempre tiene otras oportunidades. Aunque a partir de ciertos años pueda parecer que tanto la pasión como las ganas de vivir no nos corresponden.

–Es el amante de Carmen, la protagonista de la película. ¿Bandido o cautivo?

–Cautivo al amor, seguro de sus sentimientos hacia ella. Es un personaje lleno de vida que se enamora y quiere empezar de nuevo.

–Pese a tener 61 años...

–Cuando uno se encuentra de golpe con esa edad podría pensar que todo se acaba, pero ni mucho menos. Se puede comenzar de cero desde otra perspectiva que pudiera resultar incluso más interesante. A mi edad no le pongo pegas a nada.

–Pero, ¿es posible recuperar la chispa a esas edades?

–Claro. Hay que relajarse y darse cuenta de que el día a día es la fórmula. Uno tiene que empezar a disfrutar en cuanto se levanta y darle un beso a la persona que tiene al lado. Acomodarse es lo peor que hay en una relación. A partir de ahí, no hay chispa sino llama.

–¿Con o sin sexo?

–Con mucho sexo. A esta edad es infinitamente más gratificante que cuando se es más joven. La mejor edad para tener sexo es a los sesenta, pero antes hay que practicar para llegar en plan campeón.

–¿Qué puede aprender un treintañero de un sexagenario en la cama?

–Ternura, a cómo llevar los tempos y, sobre todo, a fijarse más en la persona que tiene encima. O debajo (risas).

–¿Rejuvenece?

–El sexo tiene efectos superiores al aloe vera.

–Un galán maduro.

–Cuando he visto la película me he hecho gracia a mí mismo. A mi edad, con una manta encima y desnudo... La ventaja que tiene la ficción es que se pueden vivir más vidas sin pagar nada por ellas, sin consecuencias.

–¿Las relaciones extramatrimoniales son más pasionales?

–Se entra en una dinámica aventurera donde se recupera lo prohibido, lo furtivo y lo peligroso. Una mujer casada busca en su amante que la escuche, la acaricie y la haga reír.

–¿Nunca el amor es prohibido?

–No debería serlo, pero la vida está llena de amores prohibidos.

–Los segundos platos suelen llenar más que los primeros...

–Hombre, si te tomas una sopita y después una langosta... (risas).

–¿Puede un amante ayudar a reconquistar a una mujer?

–La trama está muy bien cuajada para proyectar de forma natural cómo alguien que se lo está haciendo con tu mujer puede acabar siendo tu amigo. Es interesante encontrarte con un espejo que refleje qué estás haciendo mal y qué es lo que deberías hacer para volver a encontrar el camino.

–Como peluquero, ¿a quién le gustaría cortar el pelo?

–A las mujeres de mi barrio, que cuentan historias muy interesantes. Los peluqueros suelen ser muy cotillas.

–¿Es usted de los que se suelta la melena?

–Ahora ya no tengo demasiadas posibilidades literales, pero soy bastante atrevido.

–¿Cuáles son los juegos más habituales en las familias?

–En general, martirizarse. Llama la atención cómo nos peleamos y chinchamos dentro del gran amor que nos tenemos. Siempre estamos ahí, a la gresca. Deberíamos ser más cariñosos entre nosotros.

–Me refería al parchís, al Trivial, a la oca...

–(Risas) En las familias ya no hay tiempo para eso.

–¿Qué hacemos con el cuñado?

–Mi cuñado es un tipo fantástico que me llevaría a cualquier lado. Tengo la suerte de tener uno, porque si tuviera dos seguro que sería una mosca cojonera.

–Su carrera dura ya más de 30 años...

–Casi 40. Me considero un hombre afortunado, porque llamo trabajo a mi afición. Me entusiasma el trabajo. Lo paso mejor trabajando que sin trabajar. Mantengo la pasión juvenil ante los nuevos proyectos. Me resulta duro no estar sentado estudiando un papel. Los actores somos aprendices continuos. Los personajes siempre nos enseñan algo.

–Después de tanto tiempo, ¿en la vida todo es cuestión de interpretación?

–Puede ser. Pero siempre habría que interpretar con verdad, de una manera más real.

–¿Su sueño como actor?

–Que no se me vaya la cabeza y seguir hasta que el cuerpo aguante. Lo único que me da miedo es el alzhéimer. Quiero pensar que estoy a mitad de camino y que me faltan otros 40 años para seguir haciendo cosas.

–¿No piensa en jubilarse?

–Ni de coña. Cuando oigo que un compañero se ha jubilado pienso que se ha vuelto gilipollas. Los actores nunca deberían jubilarse. Somos animales a proteger. Algunos, con más de 80 años, dan auténticas lecciones de vida.

–¿Está la industria politizada?

–No. Aunque hayan tratado de someternos, no lo han logrado. Pero sí nos han hundido. La política está pisoteando a la cultura. Este país tiene pendiente una revolución cultural. Nos hemos empobrecido culturalmente de una manera tremenda.

–A la estrella del porno español, Nacho Vidal, le encantaría recuperar la antigua casa de su familia, hoy propiedad suya.

–Se la compré a su abuelo. Ha ido muchas veces para enseñarla, porque vivió allí los diez años más felices de su vida. Yo estoy totalmente dispuesto a vendérsela. ¡Qué me haga una oferta! Es un hombre encantador. ¡Y con grandes dotes!

–Que podría aprender mucho de usted entre las sábanas...

–(Risas) No, hombre. Ahí lo mismo me gana, que tiene mucha práctica.