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Contra la violencia del inglés

Ngûgî wa Thiong’o habla en Barcelona sobre la agresión de las lenguas dominantes a las minoritarias

El escritor nacido en Kenia, ayer, en la sede del CCCB en Barcelona
El escritor nacido en Kenia, ayer, en la sede del CCCB en Barcelonalarazon

Ngûgî wa Thiong’o habla en Barcelona sobre la agresión de las lenguas dominantes a las minoritarias

«El monolingüismo es como el dióxido de carbono. Ah, pero el plurilingüismo es como el oxígeno». Así de tajante se muestra el escritor Ngügï wa Thiong’o, que se ha convertido en el gran adalid de las lenguas minoritarias. Nacido en la Kenia dominada por los ingleses, ha utilizado la suya materna, el gikuyu, como vía para expresar la realidad de su país y, de paso, hacer notar la importancia de proteger la identidad de los pueblos a través de su lengua propia. «El colonialismo ha dado valor a una lógica perversa que dicta que para que una lengua dominante prevalezca, otra debe morir», afirmó ayer el autor de «Desplazar el centro. La lucha por las libertades culturales» (Rayo verde).

Su trabajo le ha convertido en el autor africano de referencia en la actualidad y uno de los recurrentes candidatos al Nobel, premio que este año, cuando se lo otorgaron a Bob Dylan, llevó al «Washington Post» a escribir: «El comité del Nobel se ha esquivocado: Thiong’o es el escritor que el mundo necesita». «Dylan es un gran músico, y no me importan ninguno de los honores que se le entreguen por su música. Yo agradezco que mi trabajo haya hecho que mucha gente crea que me deberían dar el Nobel. En mi caso, si fuera así, sería un reconocimiento que recordaría que las lenguas africanas existen y ayudaría a recordar que hay muchas lenguas marginadas que luchan por no desaparecer», reconoció ayer el escritor.

Thiong’o pronunciará mañana la conferencia «África, escritura y emancipación» en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCb) y ha aprovechado su estancia en la Ciudad Condal para recordar que no existen lenguas de primera y de segunda categoría, sino «lenguas marginadas y otras que marginan». Puso como ejemplo el caso de Kenia, donde la del poder es el inglés. Allí, parece que la «lógica de la dominación» determine que «para que la lengua de poder exista, las otras deban morir. He hablado de mi caso por todo el mundo y visto que el patrón se repite en todas partes», explicó ayer Thiong’o.

Puso muchos ejemplos de esta dominación que «violenta y humilla»a las lenguas minoritarias, como el maorí en Nueva Zelanda, los lapones en Noruega o los indios americanos en Estados Unidos, «donde a los niños, en la escuela, se les ponían una serie de nombres ingleses en la pizarra y se les obligaba a escoger uno para que pasase a ser su nuevo nombre propio. Lo mismo sucedió en Corea tras la invasión de Japón. El patrón siempre es el mismo», sentenció Thiong’o.

w Robo de identidad

El autor keniano habló de la existencia de «ladrones de identidad lingüística» para referirse a este sistema de opresión política a través de la lengua. «Hay ladrones de identidad que te usurpan tus cuentas y te roban tu dinero y claro, tienes que protestar. También debes protestar de la misma forma con estas lenguas que te roban tu cultura y la hacen suya», dijo, en referencia a si las obras de los autores kenianos que escriben en francés o inglés pueden considerarse literatura keniana. «Si un francés escribiese en chino, nadie lo añadiría en los cánones de la literatura francesa. Todo el mundo tiene derecho a escribir en la lengua que quiera, pero siempre y cuando sea libremente, con términos de igualdad, y eso no pasa en África», dijo Thiong’o.

El escritor insistió en que «todas las lenguas son equiparables, no hay mejores o más universales» para lograr crear gran literatura. Puso como ejemplo la música. «¿Verdad que no hay por qué despreciar el piano en favor del violín? Lo mismo debería pasar con las lenguas», insitió el escritor, del que estos días se ha recuperado dos de sus grandes novelas en DeBolsillo, «El diablo en la cruz» y «Un grano de trigo». «Tengo la sensación de estar en una lucha en la que somos hormigas que empujan toda una montaña, pero es importante seguir con el empeño», concluyó Thiong’o, para quien el mundo nunca tendrá una única música para describirlo.