Crítica de libros

A Manderley no se puede volver

Elia Barceló crea una sólida novela sobre secretos y culpas del pasado en «El color del silencio»

A Manderley no se puede volver
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Elia Barceló crea una sólida novela sobre secretos y culpas del pasado en «El color del silencio».

Anoche soñé que volvía a Manderley» es, además del comienzo más famoso de la novela sentimental, un estado de ánimo. El nostálgico deseo de volver al lugar donde has sido feliz. Pero como dice Rebeca al final del monólogo interior con el que inicia la novela Daphne du Maurier: «Nunca podré volver». Nadie puede regresar al lugar donde se ha sido feliz ni resolver el oscuro misterio que toda familia oculta, porque es el nudo simbólico que marca el paso de la infancia al mundo adulto. Ése es el planteamiento de Elia Barceló en «El color del silencio»: la reconstrucción del pasado, la vuelta de lo reprimido, la sombra que oculta un misterio atroz y el dolor que retorna como el asesino cada vez que se invoca al lugar del crimen. De hecho, la novela comienza de forma similar: «Ayer soñé con La Mora». Como Manderley, es el lugar de la memoria alucinada, un espacio mítico cuya vuelta significa el reencuentro con lo perdido: «Lo que estuvo allí y uno no fue capaz de ver entonces».

Helena Guerrero es una mujer de setenta años rebelde y contestataria. Una hippie que ha vivido una vida repleta de sensaciones y conquista, ajena a la problemática familiar pequeño burguesa y atrapada en los secretos y mentiras familiares que caracterizan el mundo sentimental que la narradora desmenuza obsesivamente en «El color del silencio». Entre la culpa por el pasado franquista de sus padres y la rebeldía contra una herencia que la izquierda chic se niega a aceptar.

El resultado es cierta anomia generacional búsqueda de un yo peregrino, la memoria histórica sesgada y una incapacidad para enfrentarse al pasado si no es mediante subterfugios imaginarios que no cuestionen las mentiras asentadas.

w Velo de la culpa

La pintora de esta obra debe su fama a una sombra que pinta en todos sus cuadros. El velo de la culpa que desaparecerá cuando conozca el motivo que lo causa. Como en toda novela de misterio romántica, la dimensión simbólica es el eje por el que se mueve el relato de un amor amenazado, cuyo rito de paso es el conocimiento del horror familiar y su aceptación. Elia Barceló es una excelente escritora que refleja ese mundo actualizado en el contratipo feminista de la Sira Quiroga de «El tiempo entre costuras». Un personaje que es capaz de desbordar el mundo que retrata.