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Casilda Sánchez Varela, un debut que animó Paco de Lucía

La periodista, hija del guitarrista, presenta su primera novela, «Te espero en la última esquina del otoño», con el amor como juego de poderes

La periodista debuta en la novela con este libro sobre el amor y la soledad
La periodista debuta en la novela con este libro sobre el amor y la soledadlarazon

La periodista, hija del guitarrista, presenta su primera novela, «Te espero en la última esquina del otoño», con el amor como juego de poderes

Casilda Sánchez Varela asegura que no es esclava de rituales ni supersticiones a la hora de escribir. Una bendición, dado que su primera novela, «Te espero en la última esquina del otoño» (Espasa), emergió en medio del bullicio de sus tres hijos pequeños correteando por casa. Aunque concede que «hay algo mágico en el proceso creativo», Sánchez, hija del icónico Paco de Lucía, contempla asimismo la idea de que «mitificamos demasiado al artista». Es un concepto que también aparece en su obra a través del personaje de Cora, a la vez musa y cabo a tierra de Chino Montenegro, el joven protagonista gaditano que se convierte en la gran promesa literaria de su generación. Su historia de amor hace avanzar la novela, lo cual no quiere decir que se trate de un libro romántico: «Ése no es mi género, el del romanticismo entendido como una noción Disneyland del amor», afirma la autora.

- Un libro dentro del libro

Y es que, si el amor es una de las patas de esta novela-trípode, el desamor y la soledad son las otras dos. Además de la relación de Cora y Chino, Sánchez introduce con agilidad la trama y personajes de «Los muertos felices», la ópera prima y trampolín a la fama de Chino, en la que un hombre sufre por el amor no correspondido de una mujer hasta que decide tomarse unas pastillas que le permitirán dejar de sentir. En esa ficción existe un centro encargado de crear matrimonios estables que no están basados en las mariposas en el estómago, sino en una serie de leyes de compatibilidad entre las que está la del «enemigo a la altura». «Tiene que haber un equilibrio de poderes. Aunque suene frío, hay que intentar mantener ese balance porque existe una inercia natural en la mayoría de las personas a comerse al de enfrente, a despreciar al que nos quiere demasiado o nos rinde pleitesía», explica Sánchez. «El otro es tu embajador. Y todos queremos que el que nos representa, el que nos ha elegido, sea alguien al que admiramos». Un enemigo a la altura.

La soledad encuentra su lugar en el relato gracias a Alicia, una madrileña que vive sola, nunca ha tenido novio y que entabla amistad con Cora, su vecina de arriba. A través de Alicia el lector entiende mejor a los demás protagonistas –la capacidad transformadora de la mirada del otro le interesa mucho a la autora–, pero también busca reivindicar la soledad. «El mundo está lleno de gente como Alicia. Siendo una realidad tan apabullante, hay que tratarla y, además, darle valor. Es muy bonito aprender a encontrar compañía en ti mismo, comprender la soledad no como un estado de espera o transición, sino de plenitud», afirma Sánchez.

Además del amor –visto como una afinidad insólita entre dos personas–, en su novela abarca temas tan amplios como la muerte y el efecto del éxito en las parejas y en la identidad propia. Ella, desde luego, tiene la experiencia para entender ambos. «Son los pecados de la primera novela: quieres decirlo todo. También influyó que escribiese el libro muy cerca de una muerte muy importante para mí, la de mi padre. Mi cabeza y mi espíritu estaban inmersos en esa experiencia vital tan poderosa. Al margen, la muerte me obsesiona no sólo como fenómeno metafísico, sino físico», explica la autora. Sobre el éxito, recuerda la frase de Julio César: «Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es». «El éxito siempre me ha parecido fascinante. Veía a la gente alrededor de mi padre tener a veces reacciones patéticas y otras absolutamente conmovedoras, pero siempre con una pérdida de identidad que me sorprendía mucho», recuerda.

Su padre está presente de este modo en la novela; sin embargo, el personaje más fascinante es Cora, inspirada en la madre de la autora, Casilda Varela, hija de José Enrique Varela, ministro franquista y marqués de San Fernando. La relación de Casilda y el guitarrista fue conocida en su época en España por ser polémica (ella, aristócrata y de familia de derechas; él, de origen más humilde y de izquierdas), pero, en su novela, Sánchez no intenta reproducirla sino, más bien, «la afinidad entre dos personas tan distintas. Está su espíritu, pero con un ropaje distinto. Sí se repite la característica de que se encontraron dos personas que no estaban destinadas a hacerlo y conectaron de una manera tan profunda. Eso era fascinante de ver: cómo ellos pensaban igual, se reían de lo mismo y moralmente tenían el mismo patrón habiendo recibido una educación muy diferente y nacido en dos lugares de España tan diferentes. Es la teoría de que hace miles de años pertenecíamos todos a distintas a tribus y, de repente, te reencuentras con alguien de tu tribu».

«Te espero en la última esquina del otoño»

Casilda Sánchez Varela

ESPASA

316 págs; 19,90 eur.