Crítica

«La Pietra del Paragone»: Lujosa reposición

Rossini Opera Festival
Rossini Opera Festivallarazon

De Gioachino Rossini. Voces: Marina Monzò, Aurora Faggioli, Aya Wakizono, Maxim Mironov, Gianluca Margheri, Paolo Bordogna, Davide Luciano, William Corrò. Coro del Teatro Ventidio Basso. Orchestra Sinfonica Nazionale della RAI. Dirección musical: Daniele Rustioni. Dirección escénica: Pier Luigi Pizzi. Producción: Rossini Opera Festival (2002). Pésaro, Adriatic Arena, 20–VIII–2017.

Aunque se trata de una reposición, «La Pietra del Paragone» llega tratada con categoría de estreno. Es una sofisticada comedia de corte goldoniano y pensada para La Scala de Milán, donde fue creada el 26 de noviembre de 1812, en la que el protagonista prueba la verdadera fidelidad de sus amigos en los momentos más comprometidos (de ahí el título de la obra, esa «piedra de toque»), y en ella apreciamos ya ese sentido para los personajes que dará lugar al magistral «Barbiere di Siviglia», unos años posterior, y de la que esta deliciosa pieza puede considerarse en muchos aspectos un claro precedente. Pier Luigi Pizzi, con su proverbial elegancia y buen gusto, ha situado a la ociosa sociedad que por aquí deambula en una villa moderna, en una versión que también pudo verse hace unos años en el Real madrileño, bajo la conocedora y entusiasta batuta de Alberto Zedda. Casi todos los cantantes de ahora procedían precisamente de la Accademia Rossiniana que él cuidaba con tanto esmero (y que muy merecidamente lleva desde este año su nombre), en los que claramente hay que aplaudir una juventud que irá madurando con el tiempo y cometidos más exigentes. Como en la valenciana Marina Monzò, una estilizada Donna Fulvia que fue justamente aplaudida tras su aria, o en la mezzo japonesa Aya Wakizono, en una Marchesa Clarice de bello timbre y buenas maneras (quizá algo limitada en el grave), como las que exhibió el tenor ruso Maxim Mironov en el Cavalier Giocondo. En el papel estelar del Conde Asdrubale, el barítono Gianluca Margheri, aparte de lucir sus encantos, tuvo que luchar contra una tesitura que requería de una voz de más cuerpo (vocal, se entiende). Paolo Bordogna probó su profesionalidad y sus tablas en el repertorio bufo como el «falso poeta» Pacuvio, y Davide Luciano fue posiblemente el más aclamado como el periodista Macrobio (lo que aprovecha Rossini para hacer una divertida sátira de la prensa y su conocida aversión al medio, puesta de relieve en tantas ocasiones y hasta «blanco» del argumento de «La Gazzetta»). De nuevo el Coro del Teatro Ventidio Basso de Ascoli Piceno estuvo excelente, al igual que la Orchestra Sinfonica Nazionale della RAI, al mando del ágil y musical Daniele Rustioni, contribuyendo entre todos a esta deliciosa recuperación de una puesta en escena que tiene ya 15 años pero resulta tan fresca como el primer día.