Barcelona

Guardiola, así en la Premier como en LaLiga

Pep ha situado al Manchester City en cabeza del campeonato inglés con 15 puntos de ventaja sobre el segundo, el United de José Mourinho, y ha establecido un récord: 18 victorias consecutivas.

Pep Guardiola explica una jugada a uno de sus ayudantes en el banquillo
Pep Guardiola explica una jugada a uno de sus ayudantes en el banquillolarazon

Pep ha situado al Manchester City en cabeza del campeonato inglés con 15 puntos de ventaja sobre el segundo, el United de José Mourinho, y ha establecido un récord: 18 victorias consecutivas.

De récord en récord y entrena porque le toca, salvo que se tome un año sabático, y donde le toca o escoge. En nueve años de actividad en la élite, desde la temporada 2008-09, Pep Guardiola ha ejercido en el Barcelona, en el Bayern Múnich y ahora entrena al Manchester City, donde se ha convertido en el terror de la Premier. Avasalla. Último encuentro, en St. James’Park, territorio del Newcastle que dirige Rafa Benítez: primer tiempo, 83% de posesión, 15 disparos a portería. Al final del partido, 78% de posesión y 0-1, gol de Sterling a pase de De Bruyne.

El Manchester City suma 58 puntos de 60 posibles. Acumula 18 triunfos consecutivos. Sólo registra un pinchazo, aquel lejano del 21 de agosto en el Etihad, cuando el Everton de Ronald Koeman osó arañar un empate (1-1). Todo lo demás, victorias, 19 de 20 posibles. Si el domingo derrota al Crystal Palace, que es lo probabilísimo, Guardiola habrá igualado el récord que estableció en el Bayern: sumar los tres puntos en 19 partidos seguidos. Grosso modo, tras una primera temporada de toma de contacto, y que terminó en tercera posición –título para el Chelsea de Conte y a continuación el Tottenham de Pochettino– en la segunda, arrasa. Y en una liga donde coincide con un colega pejiguera y vecino en la misma ciudad, sus conquistas tienen que ser contundentes para tapar la boca a Mourinho, quien, pese a los irrefutables argumentos balompédicos de su adversario, sigue piando.

Mou coincidió en España con el esplendor de Guardiola; o, mejor expresado, entrenaba al Madrid cuando el Barça era intratable. José utilizó todas las tácticas posibles para contrarrestar el tremendo influjo azulgrana y el resultado más brillante fue aquella Copa del Rey en Mestalla, el día que Bale marcó el gol de la victoria después de adelantar por fuera de la banda a Batra, quien, por cierto, jugó infiltrado. Lo cual no resta valor ni a la galopada del galés ni a su definición.

Sólo Mou fue capaz de sacar a Guardiola de sus casillas. El de Santpedor digería malamente las derrotas y criticó sibilinamente al árbitro de aquella final por acertar al señalar un fuera de juego de Pedro «por dos centímetros». Precisamente en sala de prensa fue cuando Pep soltó aquella frase para la posteridad: «Mourinho es el puto amo». Y, claro, esas cosas no se olvidan.

Ahora en la Premier, Guardiola ha cogido el pulso a la competición, ha dado con la tecla del Manchester City y al portugués le parece que todo el mérito reside en que su vecino «ficha defensas a precio de delantero». Acusa a los de al lado de haber inflacionado el mercado, él, que cuando dirigía al Chelsea vendió a Lukaku por 28 millones y ahora lo ha fichado para el United por 85.

Tan indudable es que el «señorito» de Guardiola, como el de Emery en el PSG, abre un grifo y brotan algunos de los mejores jugadores, como que en los dos últimos años el Manchester United de Mou se ha gastado 340 millones de euros en fichajes. Pero no basta. Pep ha unido los petrodólares al talento que exhibió en el Barça y que no resultó suficiente para salir del Bayern Múnich por la puerta grande porque le faltó la Champions. En Alemania le perseguían Rummenigge, Hoeness y hasta Beckenbauer, como si cuando le criticaban no supieran a quién ficharon. En el City, Ferran Soriano y Txiki Beguiristain tratan de complacerle mientras convencen al jeque Mansour bin Zayed bin Sultan Al Nahyan de que el equipo está en las mejores manos. Esta temporada, sin duda. Y en Mánchester se habla más de los prodigios futbolísticos de Guardiola que de las justificaciones de Mourinho.