Piragüismo

Ander Elosegi, a la tercera, tampoco

Ander Elosegi durante el descenso
Ander Elosegi durante el descensolarazon

Un muro de piedra en Deodoro separa lo que podría definirse como los dos Ríos de Janeiros estos días. En un lado, una favela con las casas en ladrillo y cemento vivo y depósitos de agua en los techos de las construcciones. No parece importarles mucho lo que sucede más allá. Si se les preguntara seguro que dirían que es una molestia. En la otra parte, una base militar que acoge el circuito de BMX y el de piragüismo de aguas bravas. En medio, un soldado cada pocos metros, tanques, camiones... Mucha seguridad para separar un lugar de otro. Al margen de todo eso, en las aguas, concentrado, Ander Elosegi está preparado para buscar por fin el salto al podio olímpico. Ya fue cuarto en Pekín y repitió posición en Londres. Fue cuarto también en la ronda de clasificación y segundo en las semifinales, un motivo para la esperanza. Se trata de bajar con la piragua por un canal en el que hay que atravesar 24 puertas: 18 están a favor, pero seis de ellas hay que pasarlas contra la corriente. Brazos de acero son necesarios para luchar contra el agua. Es más, lo ideal es no luchar, es intentar jugar con ella para deslizarse lo mejor posible. Arrancó el irunés en busca de la gloria, pero pronto se dio cuenta de que algunos refranes no tienen por qué cumplirse. Eso de a la tercera va la vencida... En la primera puerta sufrió una penalización de dos segundos e idéntica «multa» le pusieron en la decimonovena. Ya era pelear contra un imposible. En realidad, el piragüista vasco tampoco hubiera tocado el metal, aunque no le hubieran sancionado. Fue diploma olímpico, un consuelo más bien pequeño para Elosegi. «Sabe a poco», confesó. Traspasó la meta cabizbajo y así estuvo durante un tiempo. «Aúpa Ander», se oyó desde la grada, un grito que apenas sirvió para consolarlo un instante. Allí estaba su grupo de amigos, que habían venido de Irún. «Estoy para luchar por las medallas si tengo un buen día», había dicho antes de la competición. Todo iba bien hasta el descenso definitivo. «No ha salido la bajada que yo quería», admitió después. «Si no haces las cosas bien, te penalizan, he tocado dos puertas y ya era imposible», continuó mientras de fondo se oía La Marsellesa en honor al campeón, el francés Denis Gargaud-Chanut, seguido del eslovaco Benus y del japonés Haneda.

Queda la oportunidad de Maialen Chourraut, que ya fue bronce en Londres y mañana busca ir más allá. Estuvo a un paso de quedarse fuera de las semifinales, pero se salvó y, como se empieza de cero, ahora tiene las esperanzas intactas. «Para mí es una de las favoritas. A ver si tiene más suerte que yo y consigue una medalla. Si es la de oro, mejor», concluyó Ander.