Gastronomía

Cocina tradicional de producto, siempre para compartir

En Sucursal Aceitera se trabaja con materia prima fresca para elaborar las clásicas tapas y unos platillos más gastronómicos

El restaurante Sucursal Aceitera, situado en la barcelonesa calle Comte Borrell, abrió sus puertas el pasado mes de febrero
El restaurante Sucursal Aceitera, situado en la barcelonesa calle Comte Borrell, abrió sus puertas el pasado mes de febrerolarazon

El restaurante Sucursal Aceitera rezuma tradición y no sólo porque éste ocupa un espacio que anteriormente había sido un almacén de aceite, sino porque además su oferta gastronómica se fundamenta en recetas y propuestas clásicas y tradicionales.

El restaurante Sucursal Aceitera rezuma tradición y no sólo porque éste ocupa un espacio que anteriormente había sido un almacén de aceite, sino porque además su oferta gastronómica se fundamenta en recetas y propuestas clásicas y tradicionales.

«Nuestra carta tiende hacia lo tradicional», señala Marc Guañabens, propietario del establecimiento junto a dos socios más, quien considera que «la gente no quiere complicaciones». Así pues, Sucursal Aceitera, que abrió sus puertas el pasado mes de febrero, propone una cocina sencilla, clásica, basada en las típicas tapas de toda la vida como la ensaladilla rusa, las patatas bravas, gilda o la bomba, y complementada por los molletes y platillos algo más elaborados como los tacos de atún con foie o el pulpo a la brasa con humus.

Y todo ello elaborado a partir de un producto fresco, del día, en gran medida procedente del huerto que uno de los socios tiene en Esparreguera. «Elegimos los productos con los que trabajamos, seleccionamos a nuestros proveedores y aquí todos los detalles son importantes», asegura Guañabens, quien se refiere al pan con tomate como ejemplo de ese cuidado y mimo al producto. «El pan es de hogaza y el tomate ha sido cultivado en el huerto de mi socio», explica el propietario, quien además apunta que «aquí todo lo preparamos al momento».

Con esta oferta, desde Sucursal Aceitera se pretende fomentar la fórmula de compartir, de manera que el comensal pueda probar varios platos y la experiencia sea asequible a todos los bolsillos. «A la gente lo que le gusta es compartir, probar varias cosas sin que se dispare el precio y aquí el tiquet medio es de entre 15 y 20 euros».

Además, el restaurante cuenta con un menú de mediodía, que consta de tres primeros, tres segundo y tres postres a elegir por 13,90 euros. «Es un menú basado en ensaladas, guisos... un menú para todos los gustos», indica Guañabens, quien apunta que tanto el menú como la carta «van cambiando según la temporalidad del producto». «Ahora por ejemplo sacaremos los tomates, ya que se está acabando la temporada, e introduciremos calçots»

Por último, Sucursal Aceitera, que espera poder inaugurar su terraza después de las Navidades, completa su oferta con su coctelería y su propuesta de vermut, aunque sus propietarios también planean poner en marcha en breve catas de aceite. Y es que, como no podía ser de otra manera, en este establecimiento el aceite está muy presente y no solo por el enorme cartel que en su día perteneció al almacén de aceite que ocupaba ese espacio y el cual ahora decora una de las paredes del restaurante.

El aceite, el protagonista

Así, por ejemplo, en un subterráneo, al que se accede por una empinada escalera de metal, se conservan las antiguas piscinas en las que en otro tiempo se almacenaba el aceite para posteriormente producir aceite de oliva o pastillas de jabón. Se trata de una habitación estructurada en tres espacios, cuyas paredes y suelo están recubiertas de baldosas, donde la temperatura se mantiene todo el año inalterable, por lo que los propietarios tienen previsto reconvertir esta zona en bodega. Desde la planta baja, el comensal puede intuir la existencia de este tesoro gracias a las tapas en el suelo, que en su día sellaban y daban acceso al aceite, las cuales son visibles para el visitante.

En esta línea, en la Sucursal Aceitera se respira un ambiente informal pero a la vez muy cuidado, donde los guiños a los orígenes del local siguen estando presentes de alguna manera. Así, por ejemplo, trozos de pared de ladrillo de obra vista combinan con mosaicos tradicionales y unos ventanales garantizan al local luz natural durante todo el día.