Elecciones en Francia

Francia en el sistema

La Razón
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Dos amigos de Pedro Sánchez han mordido el polvo de derrotas políticas que cuestionan su imaginario: el desastre en las municipales británicas del laborismo de Jeremy Corbyn y el cuarto puesto del insumiso socialista Melenchon en la primera vuelta de las presidenciales francesas. Cierto que la socialdemocracia de Brandt, Palme, Kreisky, Mitterand, está en crisis, pero los que pretenden reavivarla corriéndose hacia una izquierda radical, populista, más o menos demoledora del sistema, están cavando en la sima italiana en la que desaparecieron partidos históricos como la DCI y el PSI para acabar en los brazos del cantante de cruceros Silvio Berlusconi. No es menos cierto que las dos grandes formaciones políticas francesas, Republicanos y Socialistas, han sido apeados del «ballotage» pero el aborrecido sistema permanece, ya que como la materia, ni se crea ni se destruye, únicamente se transforma. La Francia de la igualdad, libertad, fraternidad no podía llevar al Eliseo a la hija del paracaidista de la batalla de Argel por mucho que moderara su discurso. En política las fracturas las pagan los ciudadanos y las interiores y exteriores propuestas de madame Le Pen suponen la división de Francia en sectarismos irreconciliables y la voladura por reacción en cadena de la Unión Europea tras el Brexit. Los abismos atraen, y sobran los partidarios de «cuanto peor, mejor» como abrelatas de la felicidad universal. El Presidente electo, Macron, viene del socialismo, fue asesor de Hollande y ministro de Finanzas con Valls. Brillante «enarca», una elite cerrada, se hizo rico como empleado-asociado de «Rothschild & Cie» y sólo hace dos años confirmó su salida del PSF para crear el movimiento «En marcha» que habrá de convertir en partido. Le catalogan de social-liberal aunque le define el lema de De Gaulle: soldar lo bueno de la derecha con lo bueno de la izquierda. Presumiblemente reformará el sistema sin derribar el edificio, y consta que es un europeísta convencido de que la UE no es un sistema contable y de normas de club exclusivo sino un proyecto político, moral y ético tal como el de los padres fundadores. Macron es muy mala noticia para los empresarios de derribos porque demuestra que el sistema se regenera a sí mismo. En su estupor los fariseos antisistema ya le han sindicado como maricón por su hermosa historia doméstica.