José María Marco

Maura, no

La Razón
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Resulta difícil entender la enigmática política del Gobierno ante la rebelión de la Generalidad de Cataluña. Los intentos de explicarla suelen referirse a predisposiciones temperamentales, a usos profesionales, a habilidades todavía más arcanas que atañen al dominio de los tiempos políticos. Tal vez una de las formas de abordarlo sea recordar un antecedente histórico, el de Maura acosado por la izquierda tras el episodio de la Semana Trágica en Barcelona, en 1909, que culminó el «Maura, no» iniciado años antes.

Las analogías históricas sirven para poco, y en este caso hay diferencias sustanciales con lo ocurrido hace poco más de un siglo. Ahora, gracias a Dios, no tenemos un Rey regeneracionista ni la Corona tiene margen de maniobra para cesar a Maura de la Presidencia del Gobierno. Tampoco se da la unanimidad de la oposición. Ciudadanos ha apoyado al Gobierno y los creadores de opinión, aunque en general poco favorables a Rajoy, no le niegan legitimidad, como ocurrió entonces. El actual «Rajoy, no» ha quedado limitado hasta ahora a los nacionalistas y a los antisistema –populistas y anarquistas–, combinación barcelonesa por excelencia.

Queda el PSOE, que a pesar de haber apoyado al Gobierno no ha querido aclarar definitivamente su posición. No ha habido gestos que permitan visualizar la unidad, ni reparos en intentar maniobras parlamentarias para desmarcarse del Gobierno: el socialismo español se resiste a verse a sí mismo como una parte esencial del régimen. A pesar de todo esto, el PSOE es la pieza clave de toda la política de Rajoy ante el nacionalismo. No sabemos si en algún momento Rajoy se decidirá a actuar por su cuenta, pero lo que sí sabemos es que sin el acuerdo con el PSOE Rajoy intentará hacer lo menos posible. Es posible que piense que ni siquiera vale la pena intentarlo. Sin el respaldo explícito del PSOE no es de descartar que la aplicación del famoso artículo 155 abra una crisis de régimen. El desafío de Cataluña requiere un gobierno de unidad o de concentración, y una dosis masiva de diálogo: para empezar, de diálogo entre el Gobierno y la oposición. Pasar de menos cero al infinito se antoja difícil, pero hay fórmulas intermedias, que el Rey animó a contemplar. En cualquier caso, Rajoy no parece aspirar a imitar a Maura... Maura, esta vez, no.