Alfonso Ussía

Plumas a desplumar

La Razón
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No entiendo los silencios corporativos. En mi periódico apenas se ha comentado la vergonzosa y almibarada entrevista de Évole a un terrorista recién liberado. Una impostura. La Sexta, que invierte una buena parte de sus horas criticando a Soria por su sociedad en la isla de Jersey, apenas se ocupa de otros dineros. Lo ha escrito Alfonso Rojo. Dentro de la indecencia es menos grave tener dinero en Panamá que recibir dinero ensangrentado de Irán y de Venezuela. Pero ese dinero no molesta en la Sexta. Tampoco el que han tenido que pagar durante decenios los empresarios vascos a cambio de sus vidas y las de sus familiares utilizando «los conductos habituales de la izquierda “abertzale”». Recuerden a Gabriel Cisneros. Aquel disparo en el estómago cuando intentó escapar de sus secuestradores etarras. Entre ellos, se hallaba el entrevistado por Évole, el «hombre de paz» de Zapatero, el «líder natural de los vascos» de Pablo Iglesias. El íntimo del socialista Eguiguren.

También el periodismo tiene sus límites, eso que los cursis denominan ahora «líneas rojas». Las supuestas preguntas comprometidas de Évole al terrorista liberado estaban perfectamente pactadas entre el entrevistador y el entrevistado. No fue, por lo tanto, una entrevista. Fue una sucia maniobra para justificar políticamente el terrorismo de la ETA. El presumiblemente entrevistado no es un buen actor. Simulaba sorpresa cuando Évole protagonizaba con su habitual cinismo su papel de impostor. Otegui no condenó a la ETA por sus crímenes. Nadie se condena a uno mismo. Lamentó «personalmente» alguna muerte, pero no pasó de ahí. El terrorífico suceso en el Hipercor de Barcelona se le antojó desagradable «porque muchos de los muertos eran trabajadores». Y Évole, entre el jabón y la crema de masaje asentía con benevolente comprensión.

No es cierto que LA RAZÓN y la Sexta formen parte de la misma empresa. Sí comparten al accionista de referencia, pero el resto del accionariado de LA RAZÓN nada tiene que ver con la cadena inclasificable que Soraya Sáenz de Santamaría obligó a rescatar de la quiebra. El terrorismo etarra está muy cerca de nuestras nucas y nuestras lágrimas para que venga un militante del sesgo a manipular el dolor. Son muchos los amigos, y los padres de los amigos, y los hijos de los amigos que están bajo tierra por culpa del terrorismo etarra. Son muchos los vascos, más de trescientos mil, los que han tenido que abandonar sus raíces para no tener que compartir con las víctimas los espacios de los cementerios. Son muchos los momentos de tribulación y angustia que ha padecido –en mi caso–, mi propia familia para que venga Évole a dorar la píldora al máximo responsable político del terror. «No puedo condenar ahora lo que no he condenado anteriormente». Ése es el arrepentimiento. Eso no es periodismo. Es un ultraje al sufrimiento de la libertad.

La Sexta ha sido, con la Cuatro, la creadora de Podemos. Si una cadena y otra, las dos pertenecientes a importantes grupos empresariales, creen que en el futuro, en el caso de que se produzca un vuelco social sin vuelta de hoja, sus beneficiados van a mostrarles gratitud eterna y pagar sus favores, están muy equivocadas. Serán las primeras en padecer los primeros pasos de la nueva tiranía. No es una anécdota de mal gusto la supuesta entrevista del manipulador Évole a Otegui. Es un paso adelante más hacia el abismo. Un paso calculado a la medida, meditado y camuflado en un interés periodístico tan inventado como deleznable.

Es posible que Évole se sienta triunfador por haber alcanzado sus objetivos. Yo, modestamente, me siento asqueado. Y uso de mi libertad para manifestarlo públicamente. No estamos locos. Simplemente somos unos gallinas. Todavía con plumas, eso sí, pero no se sabe por cuanto tiempo.