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Mas: «O salvo mi cabeza o no hay elecciones»

La Razón
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El embrollo descomunal y las continuas disputas entre los partidos y organizaciones independentistas amenazan ya muy seriamente las elecciones anunciadas por Artur Mas para el 27 de septiembre. El último culebrón se produjo el pasado viernes, cuando el presidente había convocado una reunión para analizar la famosa lista unitaria sin políticos. Pero Oriol Junqueras y David Fernández le dieron un sonoro plantón. El líder de Esquerra Republicana aplazó su viaje de regreso a Barcelona desde Uruguay, dónde llevaba unos días, y el dirigente de la CUP desactivó el encuentro el mismo jueves por la noche alegando que no acudiría a «cumbres publicitarias». Según fuentes de La Generalitat el enfado del presidente fue mayúsculo. Cogió el teléfono, localizó a los dos soberanistas y les lanzó una seria advertencia: «O hay lista y salvo mi cabeza, o no hay elecciones». El ultimátum está servido.

El momento es muy convulso, las reyertas grandes y Artur Mas está cada vez más solo en el centro del torbellino. Es el análisis que hacen en la propia Convergència y en todos los partidos catalanes, incluidos sus antiguos socios de Unió. Para Durán Lleida, la posibilidad de forjar la llamada «lista sin», con ausencia de políticos para una cita política «es un estrambote». La misma opinión comparten Iniciativa Els-Verts, descolgados del soberanismo en favor de propuestas de izquierda social, y el PSC, para quienes los planes de Mas «son un auténtico disparate». Ante el aluvión de críticas y las diferencias con organizaciones independentistas, el propio Artur Mas baraja la posibilidad de no convocar el 27-S, una competencia exclusiva del presidente. De aquí la seria amenaza que les ha transmitido a los dirigentes de ERC, la CUP, la ANC, Omnium y la grotesca monja Teresa Forcades, la última en sumarse al colosal lío separatista.

Las declaraciones de Fernández y la ausencia de Junqueras, de viaje en Argentina y Uruguay, sentenciaron una reunión que Mas pretendía utiliza para reforzar su papel en el proceso. El presidente y Convergencia quieren que él encabece esa lista única y ser el futuro hombre de transición hacia la plena independencia de Cataluña. «Pasar a la historia con esa imagen es su obsesión», reconocen en su entorno. Los convergentes aseguran que en la cumbre suspendida Mas estaba dispuesto a erigirse como presidente de un gobierno independentista de transición, a cambio de no volver a presentarse a la reelección. Esto le convertiría en una especie de «político inactivo» para liderar la lista unitaria con personas civiles. Pero Oriol Junqueras rechaza tajantemente tal posibilidad, ya que aspira a ser él quien ocupe La Generalitat. Por su parte, en Unió y otros partidos catalanes del arco constitucional califican la propuesta como «delirante».

Ante la ausencia calculada de Junqueras, ha sido David Fernández quien ha pivotado las críticas y elevado el listón contra Mas. Para la CUP la única alternativa hacia la independencia es una lista unitaria sin políticos. «Lo contrario es un plebiscito sobre el futuro de Artur Mas», acusa el dirigente radical. Algo similar opinan en la Asamblea Nacional de Cataluña y Omnium Cultural, pero no tanto la monja Forcades, un personaje exótico que en principio ha manifestado su apoyo al presidente bajo su Plataforma por el Proceso Constituyente. Al tiempo, en sectores moderados de Convergència se está produciendo un trasvase de altas hacia los antiguos compañeros democristianos de Unió y todos ellos coinciden en el papelón de Mas: «Cada vez más solo, entregado al de la chancleta y a gente que nada tiene que ver con la política». En privado ven al presidente catalán muy en baja. «Si pudiera irse sin hacer ruido se iría, pero ha levantado un castillo en el aire y empeñado su palabra, ahora no sabe cómo hacerlo», afirman.

No obstante, de cara a la galería, Mas intenta sacar pecho. En su reciente encuentro con los empresarios que forman parte del CAREC (Consejo asesor para la reactivación económica de Cataluña), confió en tener en pocos días la polémica lista unitaria para el 27-S. Según algunos presentes «hizo una referencia escueta, sin precisiones», aunque alabó el trabajo de Carlos Vives Pi-Sunyer, un magistrado claramente independentista, presidente del Consejo asesor para la Transición Nacional. Para los empresarios, el proceso soberanista «se le ha ido de las manos». El cansancio de la sociedad catalana es enorme, el colapso financiero total, un Gobierno paralizado sin rumbo y sin proyecto. Muchos atisban a Mas como un personaje patético, obstinado en su hoja de ruta, pero en vías de anular las elecciones el 27-S si no logra sus planes de unidad. Algo que se perfila cada día más difícil. «Todos quieren lo mismo pero no se ponen de acuerdo por sus personalismos», dicen un destacado financiero.

Según fuentes de La Generalitat y Convergència el 18 de julio es la fecha límite para lograr el acuerdo. Pero la desunión y las críticas arrecian con fuerza. A Durán Lleida le parece «increíble» que Mas quiera ir en una lista electoral junto a un partido antisistema como la CUP. Por su parte, en Moncloa no dan crédito. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ironizó sobre los planes de Mas: «En lugar de presentarse para representar a los ciudadanos, quiere que parte de los ciudadanos se presenten para representarle a él. Esto ya riza el rizo de lo que nos tiene acostumbrados», aseguró la número dos del Ejecutivo.

La próxima semana será definitiva para ver si Artur Mas logra desatascar la lista soberanista sin renuncias. Pero los bloques están muy divididos. Convergència no cede y reafirma que el presidente es un activo imprescindible. ERC y la CUP quieren la unidad pero con una lista civil sin políticos, al igual que el nuevo dirigente de la ANC, Jordi Sánchez, Muriel Casals, de Omnium, y la Asociación de municipios independentistas de Josep María Vila d,Abadal. De momento, el órdago de Mas se mantiene: O lista conjunta, o no habrá elecciones. Él siempre podrá decir que buscó la independencia, pero que otros frustraron la hoja de ruta. Como dice un veterano político catalán: «Mas quiere salvarse pero va al naufragio total».