Violencia de género

Una víctima de la violencia de género: «Cuando mi ex asesinó a mi hijo, me sentí desprotegida»

Margarita Dopico perdió a su hijo hace seis años
Margarita Dopico perdió a su hijo hace seis añoslarazon

Han transcurrido más de seis años desde que el hombre del que se había separado calcinase al hijo de ambos: un bebé de sólo 14 meses. Ese mismo día Margarita Dopico recibió una llamada en la que él le daba las gracias por haberle dado una vida.

Han transcurrido más de seis años desde que el hombre del que se había separado calcinase al hijo de ambos: un bebé de sólo 14 meses. Ese mismo día Margarita Dopico recibió una llamada en la que él le daba las gracias por haberle dado una vida. Fue al cuartel, “pedí a los agentes que me lo trajeran, que me lo estaban amenazando de muerte”. Tres horas después, su pequeño moría calcinado. Hoy pide que se escuche a las mujeres víctimas de la violencia de género. No quiere que ninguna otra mujer pase por lo que ella. El día de los hechos ni siquiera le dijeron que se tenía que tomar un medicamento para que le cortaran la leche.

El 2 de octubre de 2010, el hombre del que se había separado tres meses antes le hizo una llamada macabra: “No vas a volver a ver a tu hijo. Gracias por haberme dado una vida”. A él le tocaba estar con el hijo de ambos y Margarita Dopico se temió lo peor. “Eso me lo dijo a las 16:00 horas, bajé inmediatamente al cuartel y me dijeron que le tocaba a él estar con el niño hasta las 19:00, por el régimen de visitas, y que volviera a esa hora si él no había vuelto. Les dije que era una amenaza, una amenaza de muerte, que me le tenían que traer, pero no me hicieron caso. A las 19:00 horas me volvió a llamar y me dijo que ‘’llevaban un rato respirando butano’’ y cuando oyó detrás a la Guardia Civil me amenazó con que “si se acercaban hacía volar todo””. Y eso hizo, no sin antes salir él del vehículo. El hijo de ambos de 14 meses moría calcinado dentro de una furgoneta en Paderne (La Coruña).

Han transcurrido seis años y cuatro meses desde aquel día en el que Marga sintió morirse. Y algo más de tres años desde que denunció a la Guardia Civil por omisión de socorro. “La denuncia la puse en septiembre de 2013 porque antes no tuve fuerzas, estaba psicológicamente desecha. Necesitaba fuerzas para iniciar esa lucha. Únicamente nos llamaron para testificar, pero no ha habido juicio ni nada, me suena a burla, o eso me parece, no entiendo como en todo este tiempo no se ha hecho nada”.

Cuando habla del pequeño se le “apaga” la voz. Hablamos con ella para que se escuche la voz de las víctimas en un momento en el que resuena con más fuerza el Pacto de Estado contra la violencia de género. “Los políticos no están haciendo lo suficiente. Necesitamos que se nos escuche, no a mí, sino en general. Creo que no se escucha mucho a la mujer, cuando ya desde el momento en el que denuncian no encuentran el apoyo, la ayuda que necesitan, alguien con tacto. Cuando hay una situación de emergencia, como un temporal, a esas personas se les acoge, se les habilitan polideportivos, yo me fui a casa de mi hermana cuando me separé porque o denunciaba o no podía ir a una casa de acogida. Es necesario que se haga un acuerdo con hoteles o pisos vacíos de bancos para casos de emergencia”.

Marga trata de evitar que otras mujeres pasen por lo que a ella le tocó vivir. “Era la segunda vez que me separaba de él. Desde que tuve al niño hacia hincapié en que era una mala madre, poniéndome ‘‘peros’’ y criticándome que es por ahí por donde empieza el maltrato. Me amenazaba con que si nos separábamos me iba a quitar al niño, que se iba a quedar con la custodia. Aunque en ese momento yo trabajaba en Protección Civil, me decía que cuando se me acabara el contrato lo iba a tener crudo porque iba a aludir que yo tenía inestabilidad económica y emocional. Me fui a vivir a casa de mi hermana con el niño (le tiembla la voz). Él conocía mi horario y me acosaba, me llamaba, me pedía que volviéramos por las buenas, por las malas. En fin, un no cesar. No sabías dónde ni cuando, pero sabías que en cualquier momento iba a aparecer”.

A pesar de ello, Marga no llegó a denunciarle. Un día lo intentó. “Me llamó por teléfono y me dijo que hiciera una foto hoy a mis padres y a mi hermana y que les hiciera otra al mes para que viera la diferencia en sus rostros, en plan lo que voy a hacer va a ser tan brutal que se os notará en la cara”. “Fui a la Guardia Civil para denunciar las amenazas, pero me preguntaron si estaba segura, si era consciente de que eso significaba que lo detenían y juicio rápido en 48 horas y si cae cárcel. No es que los agentes me dijeran que no me tomaban la denuncia, pero al decírmelo así, yo, que estaba muy confusa y asustada, decliné, pensaba que denunciarle hubiera agravado la situación y que seguiríamos con la guerra. También estaba el factor pena, aunque yo ya no lo quería, me gritaba y eso ya no lo soportaba. Por estas dos cosas me costó dar el paso de denunciar. Y por otra parte, aunque tenía personas cercanas que sí que podían dar cuenta del acoso indudable, de las amenazas, yo no tenía daños físicos, como que hubiera ido al ambulatorio y constara un parte”. “En aquel momento -prosigue- el comandante de puesto me dijo que si quería que iban a hablar con el, le llamaron desde el cuartel para ver si cesaba. Se calmó durante un par de semanas, después volvió a lo de siempre, aunque muchísimo peor”. Le preguntamos si pudiera volver a ese día si le hubiera denunciado. “Sí, pero antes hubiera hecho más cosas, no hubiera vuelto con él, me hubiera separado antes...”.

Pero si prevenir es importante, también lo es que aquellas mujeres que sufren “la muerte en vida”, como es que te arrebaten la vida de un hijo, se les atienda debidamente. “Recuerdo que me sentí desprotegida en aquellos momentos”. “Ese día vino al cuartel la psicóloga municipal que no es especialista en emergencias. Tanto yo, como mi hermana, dos amigos y mis padres lo afrontamos como supimos sin ese apoyo que hubiera sido de gran ayuda. Le estaba dando todavía el pecho al niño, y nadie me dijo nada sobre ello. Fui al ambulatorio a las 12 de la noche para explicarles como buena mente pude que mi hijo había sido asesinado”. No hay derecho a eso. “No”.

Los padres de Marga también le tuvieron que pagar el psicólogo. Recuerdo que tardé un mes en ir porque no podía soportarlo. “Iba a la psicóloga de Galicia, que asume el pago la Xunta, y a la particular”. Necesitaba más ayuda. “A la psicóloga de la Seguridad Social no fui porque no me podía hacer un seguimiento apropiado, era una sesión cada tres meses”.

23 años de prisión

Sí, en cambio recuerda con cariño las palabras de la jefa de la Fiscalía. “Después de que saliera la sentencia firme, fuimos a recoger una copia de todo a los juzgados, a la Audiencia Provincial de La Coruña. Nos fuimos a despedir de la fiscal que llevó el caso, y estaba allí la jefa de la Fiscalía que se acercó y nos dijo que lo sentía mucho porque opinaba que era una pena muy baja (le tiembla la voz) para tamaño acto de violencia. A José Luis Deus le “cayeron 23 años en prisión, creo que va a cumplir la pena íntegramente, porque me dijeron que no iba a tener reducciones por buen comportamiento ni nada. Eso espero”. Le preguntamos su opinión respecto a que vaya a recibir un SMS cuando el asesino de su pequeño va a salir de prisión. “Espero saberlo para estar preparada, pero por favor no me gustaría que me avisasen si sale un día para ir al hospital, prefiero no saberlo por si me diera por presentarme”.

Hoy cada mañana Marga saca fuerzas de donde puede. “Estoy tirandillo”, nos dice horas después de que se conociera la noticia de un hombre que se había tirado con su bebé en el Hospital de La Paz, en Madrid, para “vengarse” de su mujer. “Me quedé en shock cuando escuché la noticia, porque reviví lo que me pasó a mí. Estoy afectada. Le mando mis condolencias a la madre y a toda la familia y también el pésame de mis amigas Ruth Ortiz y Gema Cuerda, que también han pasado por lo mismo”.

Marga no pierde la esperanza: “Confío en que se puede rehacer tu vida después de que haya asesinado a tu hijo. Quiero entender que sí, aunque el dolor siempre estará ahí, siempre lo llevaré conmigo. Una y mil veces te dan ganas de darte un tiro pero hay que pensar que es posible. Aunque tener que explicar a los organismos lo que te ha pasado cada vez que necesitas algo, no ayuda, podrían darme un certificado”. Y hablando de ayudas, Marga considera que “son insuficientes para que nos recuperemos”. Hay límites temporales que no tienen en cuenta por lo que están pasando las víctimas. “En el caso de los cursos del INEM, por ejemplo, te dan una ayuda de diez euros diarios a las mujeres víctimas de la violencia de género, pero siempre que sea entre la sentencia firme y dos años después”. “Es un plazo muy corto para heridas tan graves, cada uno evoluciona a su ritmo. No sé si antes de los dos años alguien está preparado si te han cosido a puñaladas”. Y en el caso de mujeres a las que les han arrebatado la vida de sus hijos “no se está legislando. Hay un vacío legal”, asevera. “Los políticos no están haciendo lo suficiente. Está muy bien el minuto de silencio, pero con eso no basta. Hay que afrontarlo con políticas en muchos frentes”.