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Academia de papel

La transparencia, la mejor amiga de la comunicación pública

Sobre la seriedad de un gabinete de comunicación descansa la credibilidad que en ella depositen los medios

Comparecencia de Pedro Sánchez para informar sobre el Covid-19
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una comparecencia para informar sobre el Covid-19.MoncloaMoncloa

Ser responsable de comunicación en el ámbito público en estos momentos es, probablemente, una de las situaciones más complejas a las que un periodista puede enfrentarse. Ofrecer información veraz a los medios de comunicación y, por tanto, a los ciudadanos, sin comprometer a la institución o al responsable político del que depende es todo un reto que, en ocasiones, no superan muchos.

Quizá en esta idea inicial reside el gran problema de todo gabinete de comunicación pública. La información que se ofrece a los medios en estos momentos ha de ser, siempre y de forma inequívoca, tratada con el rigor que se le supone a una fuente institucional. Por tanto, debemos quitarle el apellido al término “responsable político”, porque los dirigentes de un país han de ser eso, responsables oficiales, y no deberse a cuestiones ideológicas o políticas cuando se trate de ofrecer información a los ciudadanos.

Esta tarea implica seriedad, coherencia y transparencia. Sobre la seriedad de un gabinete de comunicación descansa la credibilidad que en ella depositen los medios. Esta debe ir acompañada de la coherencia propia de una respuesta unívoca por parte de los integrantes del gabinete y de todos los técnicos de comunicación y colaboradores que tomen parte en cualquier acción comunicativa.

La transparencia, mencionada como uno de los logros del periodismo del siglo XXI, puede que no se haya entendido de forma adecuada. La transparencia no es solo conocer el sueldo de tal o cual alcalde para poder compararle y de paso, atacarle o no, dependiendo de su signo político.

La transparencia implica también y, sobre todo, ser capaz de transmitir todo aquello que se conoce, así como, con la humildad necesaria, reconocer todo aquello que se ignora. Porque nada siembra más dudas sobre la labor de comunicación de un organismo que encontrar en su discurso una mentira o incluso intuir que no está poniendo sobre la mesa todos los datos de los que dispone.

La epidemia de Covid-19 tiene que hacer ver a los responsables gubernamentales y a sus encargados de comunicación que la transparencia en comunicación implica mostrar las virtudes del equipo y reconocer los fallos para, así, evitar, que los ciudadanos perciban ocultación, descontrol y falta de empatía por parte de las instituciones que, se supone, les tienen que auspiciar en momentos de gran dureza para el conjunto.

Existe además un efecto todavía más perverso de aquellos que manejan la información más sensible de la epidemia, mostrarse poco empáticos con sus conciudadanos y pensar que la opinión pública carece de suficiente capacidad como para aceptar la realidad y que no es consciente de esa falta de transparencia.

Yolanda Berdasco es profesora y miembro de la Academia de P@pel, grupo de pensamiento y de análisis sobre comunicación de la Universidad UDIMA