Andalucía
La Encarnación tiene su taberna
La tradición y el mejor servicio se unen en el corazón de la ciudad hispalense para ofrecer a sus clientes una amplia variedad de tapas sin renunciar al buen precio
Sevilla es una ciudad que presume de sus monumentos, su pasado, sus tradiciones o de su clima. No obstante, hay algo que une a todas ellas y que es inherente a la sociedad andaluza: la gastronomía y la vida que se hace en sus bares. Un ejemplo de ello es la Taberna de la Encarnación, situada a los pies de la mayor estructura de madera del mundo, «Las Setas» de Sevilla.
Su historia dice mucho del éxito que ha cosechado en los últimos años. El negocio comenzó con la idea de convertirse en una franquicia con el paso del tiempo. Sin embargo, los impulsores del proyecto, Alberto Cantos y Víctor Cava, se dieron cuenta de que querían ofrecer un servicio mucho más personalizado. Por ello, se volcaron de lleno con el negocio y abandonaron la idea del franquiciado. A partir de este momento, ejecutaron una gran reforma para convertirse en lo que es hoy: una taberna que puede ser tanto un lugar de encuentro entre amigos y familiares para tomar unas cañas y disfrutar de las privilegiadas vistas que ofrece su excelente ubicación, en la plaza de la Encarnación; como un restaurante, en el que poder sentarse y disfrutar de la gastronomía de la tierra de una forma más distendida.
Para toda la plantilla, la satisfacción de los clientes es fundamental, además de ser el mejor barómetro para seguir trabajando con la misma ilusión que el primer día. Por otro lado, a pesar de encontrarse en el centro, no es un bar que esté pensado exclusivamente para el turismo, algo que temen tanto los sevillanos como los propios turistas, que no quieren ser engañados. No quiere perder su esencia tradicional, el estar abierto a todos, pero sin perder en calidad. Además, presumen de tener la cerveza más fría de Sevilla, casi «helada», afirman algunos los clientes.
Su carta es muy extensa. Se puede encontrar desde un innovador tataki hasta los platos más tradicionales como el solomillo al whisky, el chipirón, el bacalao con tomate, las patatas aliñadas o la ensaladilla. Las recetas siempre cuidan sus orígenes y la presentación de los platos es una apuesta por el buen servicio. Para la taberna, que el cliente se sienta cómodo es su máximo objetivo. El buen ambiente, tanto del personal como de los clientes, que muchos acuden cada día, es una señal de que «se sienten como en casa». También se puede reservar mesa y pedir con antelación un menú específico para celebrar una ocasión especial o disfrutar de los menús diarios. Todo un abanico de posibilidades en el que nadie queda excluido. En este sentido, los gerentes se sienten «muy orgullosos y satisfechos» porque los clientes repiten. «Cuando la gente celebra comidas de empresas y acaban... ¡ya te piden fecha para el año que viene! Eso te dice mucho», aseguran.
En definitiva, no importa el cómo ni el cuándo, sino el qué y con quién, y eso lo tienen muy claro en esta céntrica taberna: tapas y platos de todo tipo elaborados con productos de calidad, a buen precio, y aportando un servicio eficaz que deja a los clientes con ganas de repetir.
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