"Las crónicas del salitre"

Lennon no era ningún santo

“Esta semana se han cumplido los cuarenta años de su asesinato y los de la canalla hemos tenido percha para sacar de nuevo la galaxia Beatles en los medios”

ACOFotograma de archivo cedido por el Servicio Público de Radiofusión (PBS) donde aparecen John Lennon y Yoko Ono posando en Nueva York, durante una escena del documental Lennon NYC de la serie American Masters transmitida el 9 de octubre de 2020
ACOFotograma de archivo cedido por el Servicio Público de Radiofusión (PBS) donde aparecen John Lennon y Yoko Ono posando en Nueva York, durante una escena del documental Lennon NYC de la serie American Masters transmitida el 9 de octubre de 2020CortesíaEFE

Ea, así de claro, pero lo mejor es que tampoco lo pretendía.

Esta semana se han cumplido los cuarenta años de su asesinato y los de la canalla hemos tenido percha para sacar de nuevo la galaxia Beatles en los medios.

Cuando viví en el Almería ya hice mi propio recorrido «Lenoniano» (premio del gordo), pero han sido otros expertos, como el escritor y periodista Adolfo Iglesias, y especialmente mi admirado y querido fotógrafo César Lucas, quienes más detalles me han dado sobre las seis semanas que el de Liverpool pasó filmando «Cuando Gané La Guerra» con Richard Lester, en el Hollywood de Tabernas.

No escribo de esto, que para eso hay gente más preparada; prefiero compartir el recorrido que monté por mi cuenta reviviendo «El fin de semana perdido» de John Lennon en Los Angeles de 1974. Yoko y él se habían separado. Ella le recomendó que se perdiera un tiempo con su amante y California es siempre la mejor opción. La japonesa era quien controlaba toda la pasta de la casa, así que Lennon aceptó algún proyecto envenenado para salir de la «monotonía monetaria». Su cuchipanda local estaba formada por Harry Nilson (todo un lobo con piel de cordero en materia de juergas), Ringo Starr y un zumbado Phil Spector entre otros bandarras. Comenzaron sesiones lamentables –el tarado de Spector hasta le apuntó con un revólver– en los estudios de AM Records (casi los incendian), de los que fueron literalmente expulsados, y lo mismo ocurrió en casi todos los bares y salas de conciertos de Sunset Street. Un antiguo gerente de aquel tiempo con quien pude hablar, me lo dejó muy claro: «Eran unos salvajes. Se lo bebían y metían todo. Al principio era un aliciente tenerlos allí, pero la cosa se puso fea, y ya ves, soy uno de los pocos en el mundo que echó a la calle a Lennon, Ringo y Nilson». Por todo lo que pregunté a quienes vivieron y recuerdan aquellos días en el Whisky a Go Go, el Viper Room, El Roxy o el Rainbow, se puede decir que pasaban más tiempo borrachos como cubas tirados por las aceras del Street que dentro de los propios locales.

Un puñado de semanas después, Lennon volvió a Nueva York y la Ono lo colocó de chacha de la casa y niñera del bebé Sean, cosa que John hizo encantado hasta que unos tres años después volviera al estudio para grabar la maravilla de «Doble Fantasy». La pareja parecía haber solucionado sus mutuas cornamentas y el crío los había reunido e inspirado, pero un asesino acabó con todo aquello…

Para que conste, cada vez que los abogados de Mark David Chapman solicitan su libertad (fue condenado a cadena perpetua revisable), el Tribunal tiene obligación de consultar a Yoko Ono, y ella siempre dice NO.