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Entrevista

«Un buen abogado gana con humildad y pierde con dignidad»

Recopila en «La esencia de la abogacía en 365 reflexiones» su dilatada experiencia

El abogado Óscar Fernández León La RazónLa Razón

Óscar Fernández León, abogado y autor de «La esencia de la abogacía en 365 reflexiones», ha querido recoger en este libro lo aprendido en tres décadas de ejercicio. Un manual de inspiración para jóvenes letrados, pero también un espejo en el que los veteranos pueden reconocerse. Hablamos con él sobre vocación, valores y el compromiso que supone vestir la toga.

Condensas tu experiencia en 365 reflexiones, una por día. ¿Cuál toca hoy?

Tocan todas. Cada día en esta profesión es una mezcla de emociones, decisiones y aprendizajes. No hay una sola reflexión que no esté viva en algún momento de la jornada.

Dices que la abogacía no tiene línea de llegada. ¿Qué significa eso?

Es una carrera de fondo. Nunca alcanzas el conocimiento completo, siempre hay algo que estudiar, un matiz que aprender, una situación nueva que afrontar. Quien entra en la abogacía debe saber que no hay meta final, solo camino.

¿Qué valores siguen siendo esenciales en un oficio tan presionado por la inmediatez?

La humildad, la cortesía, la preparación constante… No solo siguen siendo esenciales: son más necesarios que nunca. La prisa de nuestra época es enemiga del rigor, y la abogacía sin rigor se vuelve superficial. Por eso siempre digo que un buen abogado gana con humildad y pierde con dignidad. Esa templanza es lo que sostiene la profesión cuando todo alrededor va demasiado deprisa.

El libro insiste en «No vendas; ayuda». Pero los despachos también son empresas. ¿Cómo se equilibra eso?

Facturar es imprescindible, claro, pero no debe condicionar la esencia de nuestra labor. El cliente viene buscando ayuda en un momento difícil, y ahí es donde el abogado debe centrarse. Si haces bien tu trabajo, la retribución llega como consecuencia natural. Primero la persona, luego el caso, luego la minuta.

La abogacía de oficio es otra cara de ese compromiso. ¿Cree que está lo suficientemente reconocida?

No, en absoluto. El Turno de Oficio garantiza un derecho fundamental y lo hace gracias al esfuerzo de miles de compañeros que trabajan 365 días al año. Y sin embargo, sigue siendo invisible. Por eso lo digo alto y claro: el Turno de Oficio necesita dignidad. No solo jurídica, sino institucional, económica y social. Ya no basta con buenas palabras.

¿Cree que la imagen que se proyecta hoy de la abogacía, especialmente en medios o ficción, refleja la realidad del oficio?

Para nada. La abogacía real no cabe en una serie de televisión. No es glamur ni efectismo. Es estudio, preparación, responsabilidad, mucha soledad también. La toga no es un disfraz; es compromiso. Y eso rara vez se muestra en una pantalla.

¿Qué le diría a un estudiante de Derecho que abre su libro por primera vez?

Que ser abogado no es solo un trabajo. Es una forma de estar en el mundo. Es compromiso con la justicia, con la dignidad del otro, con la excelencia personal. Cada día es una oportunidad para estar a la altura de esa misión.