Pedro Sánchez
Magdalena Valerio: «La vida me dio una segunda oportunidad»
La ministra socialista relata a LA RAZÓN cómo vivió su enfermedad y lo que aprendió de ella. Dice que no lloró cuando le diagnosticaron cáncer, pero sí lo hizo cuando leyó todos los mensajes de apoyo. «Me siento una privilegiada por haber sobrevivido», confiesa.
LA RAZÓN reúne a nueve mujeres líderes que han vencido al cáncer de mama con nueve especialistas de oncología en las que, a diario, miles de españolas depositan su confianza.
Magdalena Valerio es una ministra-ciudadana. Forma parte de esa «especie» de políticas que conocen bien lo que pasa en la calle, de las que huyen de los despachos y dan la cara. Es natural, cercana, empática y sensata. Desde hace cuatro meses está al frente del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social y es una figura clave y de confianza de Pedro Sánchez. Precisamente, el presidente del Gobierno fue una de las personas que estuvieron a su lado aquel fatídico octubre de 2014 cuando diagnosticaron a la ministra cáncer de mama. Valerio (Torremocha,1959) habla de su enfermedad con un realismo y una precisión ejemplar. Huye del drama y apela al pragmatismo. Es una mujer dura. Como ejemplo, su sentencia: «La vida me ha dado una segunda oportunidad y ahora no pierdo el tiempo con tonterías», aclara. Nos recibe en su despacho en el encuentro que este diario ha organizado entre la ministra y la oncóloga Esther Holgado (@IOBoncologia). La conexión entre ambas no se hace esperar y la conversación fluye. Empatizan y encuentran ese vínculo paciente-médico que durante cuatro años Valerio ha exprimido hasta quedarse casi sin aliento. Escucha atenta a Holgado cuando ésta aclara didácticamente a este periodista ciertos términos técnicos que la política socialista utiliza con rigurosa precisión.
Valerio se operó en el Hospital de Guadalajara, casualmente donde Holgado trabajó durante tres años. Después de recordar a médicos, enfermeras y personal del centro, «un equipo maravilloso», acuerdan, la ministra relata cómo fue su enfermedad. «Siempre tuve el pecho muy vigilado, tenía las mamas muy fibrosas, con quistes y seguía las revisiones de manera correcta», dice. «Un pecho complicado, que decimos los médicos», añade Holgado. Fue en 2014 cuando realmente llegó la complicación. Padecía un cáncer luminal A lobulillar infiltrante. «Llevaba tiempo inquieta, dormía mal, tenía una especie de zozobra, notaba como si la vida fuera por un lado y yo por otro», relata Valerio. En este momento, la carrera política de la socialista comenzaba a coger fuerza en el Congreso tras décadas de trabajo en Castilla-La Mancha. «La enfermedad no pide permiso y muchas veces te pilla en el mejor momento de tu vida. Acababan de nombrarme miembro de la dirección del grupo parlamentario socialista, había ganado mi candidato a las primarias (Pedro Sánchez) y él confiaba en mí. Era un momento político dulce...», recuerda.
Y llegó la operación, la primera vez que pasaba por quirófano en su vida. Doce horas de intervención, un duro postoperatorio, ciclos de quimioterapia y radio. Pero ella nunca dejó a un lado el trabajo. Votaba telemáticamente y seguía al tanto de la actividad parlamentaria. «El diagnóstico no me impactó, lo que sí lo hizo fue el tratamiento. Tampoco eché una lágrima, salvo cuando, tras la operación, leí todos los mensajes que me enviaron familiares, amigos, compañeros de todos los signos políticos... Ahí fue cuando me desahogué», reconoce. El pecho derecho era el que tenía «tocado» y ella tuvo que decidir si también le quitaban parte del izquierdo porque «estaba dudoso». Al final intervinieron los dos y le hicieron una mastectomía con reconstrucción de colgajo DIEP. «Esto consiste en que cogen grasa de la zona abdominal y los resultados son estupendos, pero hay que elegir bien al paciente para realizar esta técnica», asevera Holgado.
Como secuelas le quedaron un linfedema en el brazo derecho, no puede coger peso, debe tener cuidado con las heridas, picaduras y llevar siempre una media compresora. «Pero bendito linfedema porque eso quiere decir que estoy viva», subraya Valerio. «Esa actitud que muestra, ministra, es algo que valoramos muchísimo los oncólogos. La positividad es fundamental y ayuda a la recuperación. Además, en los hospitales hay equipos de psicólogos que ayudan a afrontar el proceso, es muy útil», puntualiza la doctora. Valerio recuerda bien a Yolanda, su psiconcóloga. «Me puse en sus manos. Aunque estaba bien es bueno coger la ayuda que te prestan», dice la socialista, que asegura no querer caer en una frase manida como la de «nunca sabes lo que es perder la salud hasta que la pierdes». Desde entonces ella confiesa que ha aprendido a disfrutar del momento y sobre todo le ha venido muy bien para afrontar un «cargo tan complejo» como el que ocupa ahora. «La vida es breve, me ha dado una segunda oportunidad y no voy a perder el tiempo con tonterías». Lo que más le duele es haber dejado por el camino a compañeros y amigos que no han superado la enfermedad. Por eso lleva en la solapa de su chaqueta un broche de una mujer con un pañuelo rosa en la cabeza que le regaló su amigo Mariano Atienza. «Él no lo consiguió», lamenta.
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