Cáncer

Sara Navarro: «Tenemos el instinto de supervivencia en el ADN»

Navarro acudió al médico tras «un sueño» que le avisó de que algo no iba bien. Nunca tuvo miedo, porque sabía que no era «mi momento».

Sara Navarro y Marta Labrador (@IOBoncologia ). Foto: Jesús G. Feria
Sara Navarro y Marta Labrador (@IOBoncologia ). Foto: Jesús G. Ferialarazon

Navarro acudió al médico tras «un sueño» que le avisó de que algo no iba bien. Nunca tuvo miedo, porque sabía que no era «mi momento».

Sara Navarro nos recibe en su «showroom» de la calle Goya donde exhibe orgullosa sus diseños de calzado. Ellos son la mejor expresión de la positividad que exporta. Mientras se organiza la sesión de fotos, la psicóloga Marta Labrador (@IOBoncologia) inspecciona el territorio y piensa en la frase o palabra que le hemos pedido que escriba para ilustrar el reportaje. «Quizá ponga que padecer cáncer puede ser una oportunidad, una oportunidad para redescubrirse a uno mismo, a los otros... No sé...», reflexiona. Su duda queda ahí mientras Navarro comienza a relatarnos su relación con el cáncer de mama. Uno de los capítulos más difíciles de su vida con el que tuvo que lidiar cuando tenía 39 años y del que salió «más reforzada». Sus primeras palabras son de agradecimiento a su amiga Alejandra Vallejo Nájera. «Ella me salvó la vida», confiesa. Un día, mientras comían, Alejandra le contó que había soñado con su padre, el cual había fallecido de cáncer de páncreas. Fue una especie de alerta. Ella lo relacionó con que algo en su salud no iba bien y fue al médico. Le diagnosticaron cáncer de útero. Ella me insistía en que yo fuera a las revisiones oportunas. Más tarde fui yo la que tuve ese sueño, con el padre de Alejandra y con ella. Así que acudí al ginecólogo y....», hace una pausa no para recordar los detalles de aquel fatídico día de 1997 sino describirlo con precisión. «Noté que algo no iba bien y me dijeron que fuera a ver al doctor y me dieron un sobre. En el taxi no pude evitar abrirlo. Al leer el informe me quede en shock. ''Carcinoma maligno de crestas desflecadas. Se recomienda cirugía urgente. Me dije: ''Guapa, tienes un cáncer''». A partir de ese momento empezó a organizar una estrategia para comunicarlo a su entorno y para planificarse en el trabajo. «Claro, es que lo más complicado es pensar cómo se lo digo a mi familia, a mi pareja, a mis amigos. Todavía la palabra cáncer está asociado a algo finito. Es una información tan invasiva y repentina que hace un parón en tu vida, es un punto de inflexión y nadie nos prepara para reaccionar ante esto», apunta la psicóloga Labrador. Navarro optó por tratarse en la Clínica Anderson, en Houston. En apenas unas horas estaba viajando a Estados Unidos.

Ahora, pasado el susto y curada de la enfermedad reflexiona: «La mente está preparada para todo, cambia automáticamente. Tenemos el instinto de supervivencia en el ADN. El resto de cosas se relativizan y pasan a segundo plano. Lo único importante es tener energía para salvar tu vida. «Eso es, dar prioridades y valores. Es más, cuando termina el tratamiento suele venir el gran bajón. En ese momento uno es consciente de todo por lo que ha pasado y cuando toda la gente que estaba a su alrededor comienza a hacer su vida al ver que estás bien», apunta la experta. La diseñadora evoca con cariño cómo su cáncer la unió a su madre, «estábamos como cuando yo era pequeña» y envía un consejo: «Lo importante es no tener miedo. Yo jamás lo tuve y nunca pensé que no me curaría. No era mi momento. Para mi fue una oportunidad para crecer. Un aprendizaje», dice. «Eso es, una oportunidad para aprender», recalca Labrador que finalmente se decide por esta palabra para ilustrar este emotivo encuentro.