Barcelona

El creador del fármaco contra la hepatitis B insta a los gobiernos a negociar el precio

El precio del Sovaldi, que depende del PIB del país, podría costar algo menos

Imagen de un fármaco contra la hepatitis C
Imagen de un fármaco contra la hepatitis Clarazon

¿Está justificado el alto precio del Sovaldi, el fármaco que cura el 95 por ciento de los casos de la hepatitis B, por ser un medicamento que ahorrará decenas de millones de euros a la sanidad pública en operaciones, transplantes y tratamientos oncológicos?

Para el creador de esta píldora mágica , el director del Laboratorio de Bioquímica Farmaceútica de la Emory University, Raymond. F Schinazi, no hay duda. En las declaraciones que ayer realizó a la radio pública catalana, aseguró que «los gobiernos no están acostumbrados a dar medicinas que curan y no se dan cuenta de que con los años gastan enormes cantidades de dinero en el tratamiento de dolencias crónicas como el sida», ejemplificó. Por ello, no dudó en afirmar que el Estado español debería negociar con Gilead, el laboratorio que comercializa Sovaldi, un fármaco que actualmente cuesta 40.000 euros por dosis en nuestro país, aunque «hay margen para bajar el precio», sentenció Schinazi.

Pero la cuestión va más allá. Sobre todo al comparar lo que cuesta este medicamento contra la hepatitis B en distintos lugares del mundo. ¿Por qué en Egipto, por ejemplo, vale solo mil dólares? La respuesta no está sólo en el PIB del país -–factor primordial a la hora de fijar el precio– o en las negociaciones de los estados con la farmaceútica, sino en el miedo a la competencia. La Índia es uno de los países que goza de un precio humanitario por el Sovaldi. Y no es un fin solidario, sino el miedo a que creen un genérico.

Está claro que España puede pagar más que la Índia o Egipto por este fármaco, pero igualmente cierto es que tendría que desembolsar menos cantidad que otros países como Francia si atendemos al PIB. Así lo asegura el bioquímico, que sembró la polémica al afirmar que la Comunidad Europea podría ser, con toda seguridad, un obstáculo a la hora de intentar conseguir una rebaja en el precio. «Francia si paga más que España, se enfadará. Alemania tampoco querrá pagar más aunque sea más rico. Dirán que no es justo.», concluyó.