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El servicio Uber del mar
La economía colaborativa se está abriendo un hueco en el sector de las embarcaciones a vela. Plataformas y aplicaciones como la de Sailsquare consiguen que los propietarios de barcos cubran sus gastos de mantenimiento saliendo más al mar mientras ofrecen packs de vacaciones low cost y libres de emisiones de CO2.
La economía colaborativa se está abriendo un hueco en el sector de las embarcaciones a vela
AirBnB, Uber o BlaBlaCar quizá sean los tres ejemplos principales que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en la llamada economía colaborativa. Los servicios de tipo Uber están cambiando la costumbre de salir y coger el coche para cualquier operación fuera de casa por un sistema basado en compartir vehículo. Sin embargo, el sector del «sharing economy» abarca ámbitos de lo más variado, como el de la moda, donde se propone al usuario sustituir el hábito de comprar un artículo para poseerlo por pagar solamente por el uso que se haga de ese mismo artículo, es decir, tenerlo sólo cuando se necesita y luego devolverlo.
La tecnología está propiciando estos desarrollos. Otro ejemplo de servicio que se está expandiendo es el del «crowdshipping», en el que se aprovechan los viajes de los conocidos para transportar mercancía de un lado a otro. También el sector náutico se ha interesado por este modelo y es fácil imaginar los motivos: los barcos son caros de adquirir y también de mantener; al amarre hay que sumarles los seguros, la pintura, etcétera.
Las vacaciones a vela están consiguiendo posicionarse como alternativa libre de emisiones gracias a la aparición de al menos una decena de empresas que se dedican a alquilar barcos entre particulares. Una de ellas Nautal afirma que España cuenta con unas 200.000 barcos de recreo que se usan una media de 20 días al año. Una razón de peso que unido al amor por el mar y las ganas de navegar llevaron a Riccardo Boatti y Simone Marini a unirse para crear la startup Sailsquare, un servicio peer to peer (tipo de red en el que la comunicación es horizontal puesto que todos sus elementos son tratados como iguales) que aspira a convertirse en la mayor plataforma de vacaciones a vela de Europa. En tan sólo tres años han pasado de contar con 34 skippers a unos 800 y más de 50.000 usuarios que ya disfrutan de sus viajes en el mar libres de emisiones. «Ponemos en contacto capitanes, casi todos propietarios de barcos, con gente que quiere zarpar. Son ellos mismos los que publican en la plataforma las excursiones, los días y el itinerario. Esta es una de las características que nos identifican, que los skipper son libres de publicar lo que quieran. Lo que permite el servicio peer to peer es que haya miles de ofertas diferentes a la vez para los usuarios», explica Boatti. De hecho, la empresa cuenta actualmente con más de 1.000 propuestas que van desde los viajes por el Mediterráneo durante el verano o las visitas al hemisferio sur en invierno, a viajes de diversión, para familias, de relax, de aprendizaje de los secretos de la navegación o travesías para solteros.
Cómo funciona
Otra de las ventajas de estos servicios es el precio, que en general, y según datos de la startup, suponen un 25 por ciento menos respecto a otras propuestas de alquiler de barcos entre particulares. «Insistimos mucho en que nuestra oferta consiente a una persona sola zarpar en cualquier barco. Un servicio que el alquiler tradicional no permite. Además, se puede estar un solo día a bordo, matizan sus creadores. Esto significa que se encuentran viajes de una semana por unos 450 euros y con la ya mencionada ventaja de que no se contamina. En este sentido, «la empresa ha calculado los kilómetros que se recorren en cada viaje. Los niveles de CO2 se calculan sobre tal distancia y teniendo en cuenta unos 120 gramos por km, que es lo que emite un utilitario en carretera. Estos gramos se dividen luego entre el número de miembros a bordo. El resultado de media está entre los 115 y los 325 kg de CO2 por equipaje y viaje, el equivalente al consumo energético de una casa durante una semana o a una bombilla encendida durante todo el año», explican desde la Startup. Además del C02 hay una serie de normas medioambientales que se siguen en todas las embarcaciones de vela. Entre ellas, utilizar platos y cubertería que no sea de plástico, y lavarla con productos biológicos. Más que una regla que se exija, «son las circunstancias las que determinan el estar atento. Hay que racionar el agua dulce o el combustible para el motor porque a bordo es un bien muy escaso. En el mar tienes que estar muy atento a lo que consumes», explica Boatti.
Los capitanes han de contar con todos los documentos que les exige el país donde desenvuelven la actividad y pasar un control por parte de Sailsquare antes de entrar a formar parte de la comunidad social, donde se pueden intercambiar opiniones y conocer a los compañeros de viaje antes de embarcarse. Cada uno Publica sus propuestas y los usuarios se conectan para encontrar entre ellas aquella que les gusta más y que se adapta mejor a su bolsillo. Porque si el límite económico mínimo está muy bien definido, el máximo puede superar los 800.000 euros. La comida y la bebida se compra entre los que viajan juntos; se hace en supermercado por lo que suele rondar los 100 euros por cabeza. La plataforma ofrece una seguridad tanto para el skipper, quien obtiene un rédito por usar su barca, como para el usuario, puesto que se paga 48 horas después de estar a bordo cuando ya se ha verificado que no hay ningún problema para ninguna de las dos partes.
Una de las cosas que han notado sus creadores es que el perfil del usuario pertenece a personas solteras entre los 25 y 45 años, con mucha preparación y que «ya son usuarios de otras plataformas como BlaBlaCar. La vela les interesa por el medio ambiente sobre todo, por estar lejos de la ciudad y no contaminar», concluyen en Sailsquare.
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