Alimentación
Cómo comer fuera de casa y aún así perder peso
Y sí, desafortunadamente, saltarse el pan y no pedir alcohol es un de los muchos trucos.
Es cierto y yo no voy a decir lo contrario: comer fuera de casa, sobre todo cuando abusamos de los restaurantes en nuestra vida diaria, es difícil de compaginar con una dieta para perder peso. La tentación reside en sus cartas y, ciertamente, es muy difícil resistirse a ella, pero aquí van algunos trucos que tal vez puedan servirte la próxima vez que acudas a comer a un restaurante y estés tratando de mantener la línea.
Un estudio publicado en la Revista Internacional de Investigación de Alimentos ha resuelto que las personas son menos propensos a tomar decisiones saludables en un restaurante cuando sienten que están cenando fuera porque celebran una ocasión especial. Esto tiene mucho sentido cuando nuestro cerebro pone el piloto automático de “homenaje” y es cierto que nuestro cuerpo y nuestra mente lo necesitan, el problema viene cuando cualquier momento se transforma en una ocasión especial. Antes de acudir al restaurante, hagamos un balance de la cantidad de veces que hemos comido fuera esta semana (o hemos pedido comida a domicilio). Si realmente se trata de una única noche, adelante, una vez a la semana no hace daño a nadie.
A la hora de pedir, no es lo mismo una ensalada con aceite y vinagre que una ensalada con salsa. Una ensalada normal pero bien completa son aproximadamente unas 290 calorías, pero si le vertimos una salsa de queso azul, de repente se transforma en 470 calorías (y la ensalada tiene 40 gramos de grasa, en comparación con sólo el 25 por el bistec.) Pero una dosis ligera de aceite y vinagre mantiene esta comida menos de 300 calorías.
Y llega el problema del pan, que nos da un subidón de azúcar, seguido de un bajón de azúcar, y por lo tanto nos apetecerá tomar postre si tomamos pan. La solución más sencilla es, obviamente, no tomar pan en la comida ni tampoco en el picoteo previo (sí, el pan con aceite o mantequilla está bueno, pero engorda claro). Pero entonces, ¿qué pedir? Hay dos trucos; saber compensar entre los platos o entre las comidas de la semana y elegir el tipo de cocción con la que están preparados los alimentos. En muchos restaurantes, la cocina “a la parrilla” no se trata de una parrilla en sí (que no necesita ni aceite), sino que es una gran placa de calor a modo de sartén plana donde la grasa campa a sus anchas. Así que lo mejor es cerciorarse de que verdaderamente el tipo de cocción es saludable.
En un mundo real y si estamos tratando de perder peso no deberíamos poder pedir postre pero, siendo sinceros, los mundo reales y estar a dieta es siempre francamente aburrido. De ahí que por una noche podamos permitirnos el lujo de tomar algo dulce tras la cena. Un truco, mejor no llegues a leer la carta de postres (seguro que te apetecerá la tarta de chocolate), pide directamente al camarero que te traiga un recipiente con una bola de helado, un yogur o tal vez unas frutas a modo de macedonia. Tendrás la sensación de bienestar pero a la vez estarás logrando cuidarte.
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