Ciencia y Tecnología
A la caza del mayor talento del mundo para curar enfermedades
La innovación abierta, que consiste en buscar nuevos medicamentos en universidades y centros de investigación de todo el mundo y apoyarlos en su desarrollo, es la nueva forma de renovar el arsenal terapéutico
La innovación abierta, que consiste en buscar nuevos medicamentos en universidades y centros de investigación de todo el mundo y apoyarlos en su desarrollo, es la nueva forma de renovar el arsenal terapéutico
Cuando se trata de buscar soluciones nuevas en términos de tratamientos de enfermedades, según explica Ludo Lauwers, vicepresidente de Janssen, ir por libre no es suficiente. En un encuentro con los medios de comunicación en la planta de fabricación y una de las sedes de investigación de la compañía en Val-de-Reuil (Normandía), contaba que la innovación abierta es el origen de más de la mitad de los nuevos medicamentos que sus equipos están analizando como potenciales terapias del futuro. En Janssen calculan que en 2020 habrán conseguido poner a disposición de los pacientes 10 medicamentos nuevos.
«La innovación abierta supone ser capaz de encontrar la mejor ciencia disponible en cualquier parte del mundo», decía Lauwers. También están explorando la posibilidad de tratar enfermedades antes de que los síntomas se presenten. «El objetivo es interceptar a las enfermedades antes de que progresen», añadía. Además de la innovación abierta, Lauwers es partidario de la estrategia de la triple hélice, un modelo económico en el que tres componentes tienen intercambios dinámicos. Los tres elementos designados por Lauwers son gobiernos, instituciones académicas y empresas farmacéuticas «grandes y pequeñas». Jean-Michel Argoullon, jefe de operaciones del centro de I+D de Val-de-Reuil, explica que en los últimos años han instaurado una política de innovación abierta en la que la investigación interna cuenta con el apoyo de diversos acuerdos de cooperación con universidades, empresas de biotecnología, compañías emergentes y otros socios externos. «Colaboramos con las universidades francesas de Ruan, Nantes y Orleans, trabajando con los estudiantes que realizan másteres, preparan tesis o participan en programas posdoctorales», declaraba.
El centro de investigación y desarrollo de Val-de-Reuil se dedica a dos áreas terapéuticas: oncología (cánceres hematológicos, de próstata y pulmón) y enfermedades infecciosas (dengue y virus respiratorios). Allí trabajan, únicamente en I+D, 44 personas, de las cuales 19 son especialistas en química de fármacos para oncología, 10 en química medicinal para enfermedades infecciosas y 15 en modelos moleculares.
Jeanne Bolger, del centro de innovación de la compañía en Londres, explica que el método que se ha preferido en innovación abierta es hacer que los equipos de Janssen se desplacen a los lugares donde las ideas innovadoras nacen para dar a los proyectos de investigación la oportunidad de madurar en su entorno inicial.
Cinco áreas
«En fases muy tempranas, es mejor que la ciencia se desarrolle en el contexto en el cual nació, protegida de la gran maquinaria de una empresa grande. Eso hace que una parte de nuestro personal desarrolle su trabajo en universidades, empresas e institutos de investigación repartidos por todo el mundo», indicaba. El departamento de I+D de Janssen está organizado en cinco áreas terapéuticas. Además de cáncer y enfermedades infecciosas, que se estudian en Val-de-Reuil, se investigan enfermedades del sistema nervioso central, inmunológicas, cardiovasculares y metabólicas. Las cinco áreas terapéuticas funcionan como empresas independientes con sus propias unidades de investigación, que llevan a cabo todas las fases de los proyectos, desde la búsqueda de nuevos compuestos hasta su desarrollo clínico.
Puerta de entrada
En enero de 2015, la agencia estadounidense del medicamento (FDA) inspeccionó las instalaciones de Janssen en Val-de-Reuil (Normandía) por primera vez para comprobar el cumplimiento de las normas de fabricación más exigentes del mundo. «Hemos aprobado la inspección sin haber recibido ni una sola observación escrita», contaba Marzia Bove, directora de las instalaciones y operaciones de fabricación. La certificación de la FDA convirtió a Val-de-Reuil en una de las principales plantas de la compañía y abrió las puertas del mercado estadounidense. Más del 90 por ciento de la producción se envía a Europa y Oriente Próximo, pero también se exporta a Estados Unidos, Canadá, Australia y Asia.
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