Investigación científica
Abordaje genético para combatir los síntomas de la fibromialgia
Los pacientes con esta patología idiopática encuentran en los estudios de su huella genética las claves para diseñar un tratamiento individualizado y asegurarse así su eficacia
Los pacientes con esta patología idiopática encuentran en los estudios de su huella genética las claves para diseñar un tratamiento individualizado y asegurarse así su eficacia
La fibromialgia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central que ocasiona a quien la padece dolor generalizado. La respuesta exagerada de su organismo a los estímulos externos es de tal magnitud que muestran una hipersensibilidad muy acusada frente al dolor, lo que resalta como característica principal para suponer su diagnóstico. Constituye, además, un ejemplo claro de enfermedad humana que puede identificarse dentro de las intolerancias ambientales idiopáticas (Idiopathic Environment-Associated Diseases).
Las personas que la padecen muestran un grado de vulnerabilidad frente a tóxicos y agentes ambientales en general (incluyendo algunos componentes de la dieta) que resulta muy superior al del resto de la población. Pero estas peculiaridades o particularidades que comparten los enfermos de fibromialgia van más allá, afectando también la capacidad para mantener el equilibrio químico cerebral.
En los enfermos con fibromialgia, hay tendencia a la falta o déficit de neurotransmisores (las sustancias químicas cerebrales responsables de la transmisión nerviosa), de ahí que dentro de la enfermedad haya tendencia a la pérdida de memoria (deterioro cognitivo precoz), a la depresión y a los trastornos del sueño (por falta de la serotonina). Otra característica que complica mucho más el manejo de estos pacientes reside en la gran variabilidad de respuesta frente a los tratamientos. Unos casos responden peor que otros e incluso muestran un empeoramiento de algunos de los síntomas frente a un mismo medicamento, o incluso frente a los suplementos nutricionales que se utilizan alternativamente al tratamiento farmacológico. Por toda esta heterogeneidad jamás podemos pretender llegar a un tratamiento universal. Debemos conocer estas peculiaridades (idiosincrasia metabólica) y adaptar nuestras estrategias de tratamiento a las mismas.
La única vía que permite conocer todas estas características es el análisis genético, pues las diferentes combinaciones de versiones de genes (denominados polimorfismos genéticos) presente en cada individuo para cada una de estas vías son las que determinan la variabilidad observada tanto en la presentación y evolución clínica, como en la respuesta al tratamiento. «Los genetistas han descubierto la interacción de dos genes que explican por qué el estímulo doloroso es más fuerte en los enfermos de fibromialgia. Incluso hay otro gen –llamado receptor opioide mu– «que hace que estas personas no sólo perciban más el dolor físico, sino también el psíquico», esgrime el director médico de Genomic Genetics International (www.genomicgenetics.com), José Ignacio Lao, desde donde han desarrollado el primer programa genético para la prevención y el tratamiento de la fibromialgia.
Este programa indicado también en el resto de intolerancias ambientales idiopáticas (fatiga crónica, sensibilidad química múltiple), consigue realizar el análisis de diversas combinaciones genéticas, para cada una de las vías moleculares que pueden estar relacionadas con el origen de estos problemas de salud. El estudio genético consta de unos seis pasos: la defensa antioxidante, la respuesta al sistema inmune y la tendencia pro-inflamatoria, las vitaminas B en las vías de metilación, el metabolismo hormonal, el potencial neurocognitivo y la farmacogenética.
Este estudio genético permite mejorar la calidad de vida de muchos pacientes, una herramienta que permite una valoración más objetiva de los afectados y prevenir así el desarrollo de complicaciones que agraven esta enfermedad. Prevención, porque otro dato importante obtenido de este estudio es el de que de cada diez personas con esta variedad genética, solo seis o siete desarrollan la enfermedad, lo cual apunta, una vez más, a la importancia que cobran en salud los factores externos. Los hábitos de vida adecuados a las combinaciones genéticas individuales pueden evitar la aparición de esta y otras enfermedades.
Buenas noticias que abren una puerta de esperanza a todos los afectados y que son posibles gracias a este estudio.
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