Trasplantes
«El objetivo es conseguir un corazón totalmente integrado»
«Se confunde la asistencia ventricular con el corazón artificial. Ésta es una ayuda a un órgano que bombea la mitad». «El empleo temporal de estos dispositivos ayuda a recuperar unos órganos que se estaban dañando y optimizar al paciente de cara al trasplante»
En la actualidad, ¿cuántos corazones completos artificiales hay en todo el mundo?
-Debe de rondar los 1.700, unos 1.650 según las últimas cifras de este modelo, Syncardia, que fue colocado recientemente a un paciente en la Clínica Universitaria de Navarra).
-¿Cuál es la diferencia entre lo que se denomina corazón artificial completo y otros sistemas de asistencia?
-Hay una pequeña confusión en cuanto al concepto de corazón artificial. El corazón nativo de una persona sana, aunque nosotros lo veamos como una unidad, realmente son dos cámaras. Una derecha que bombea la sangre a la circulación menor y los pulmones para que se oxigenen; y, esa sangre oxigenada llega a la cámara izquierda y bombea a la circulación sistémica. Luego el corazón son dos ventrículos, izquierdo y derecho. Cuando uno de los dos falla, que frecuentemente es el izquierdo, en estos casos con un ventrículo derecho que funciona correctamente, lo que hacemos es poner un dispositivo de asistencia ventricular que se conecta de forma paralela al corazón, como si se lo «enchufáramos», una bomba en paralelo que ayuda al corazón. Esto muchas veces se ha confundido con el corazón artificial. Cuando fallan los dos lados del órgano tenemos dos opciones: poner dos dispositivos de asistencia, algo muy complejo, o lo sustituimos por un elemento más completo que es el corazón artificial total. Quitamos las máquinas de bombeo, de las dos cámaras –izquierda y derecha–, aunque es un solo corazón, y colocamos dos ventrículos artificiales. Al final, o bien se quita todo el órgano o, al que falla a la mitad se le coloca una asistencia.
-En la mayoría de ocasiones, se colocan a la espera de un trasplante. ¿Cuánto tiempo máximo se ha vivido con uno?
-No hay un tiempo máximo. Todo dispositivo está probado y testado para una durabilidad muy larga. De hecho, creo que el paciente que ha llevado más tiempo está por encima de los cuatro años y se aproxima a los cinco. A día de hoy está pensado como puente al trasplantes que por alguna razón, en un momento determinado, no llega y el órgano se deteriora. Y, al no encontrar un corazón, que es la mejor opción, o se pone un dispositivo que le ayude a recuperarse y afrontar el trasplante en mejores condiciones. También se puede emplear la asistencia ventricular izquierda.
-En el caso español, mencionaban que se ha recuperado la función renal. Esto significa que ante un trasplante y con el uso temporal de este tipo de dispositivos se conserva y recupera mejor la funcionalidad de otros órganos que se ven deteriorados por un corazón enfermo, ¿cierto?
-El empleo temporal de estos dispositivos ayuda a recuperar unos órganos que se estaban dañando y posteriormente optimizar al paciente y prepararlo de cara a un trasplante. En el fondo, el corazón no es más que una bomba muy sofisticada y muy perfecta que ayuda a mantener la circulación sanguínea y hace que la sangre que aporta oxígeno al resto del organismo y nutrientes llegue a todos los órganos: riñones, pulmones, sistema musculoesquelético, cerebro... Cuando no funciona bien, no es capaz de enviar la suficiente cantidad de sangre y disminuye el volumen de la capacidad de bombeo, los órganos empiezan a perfundirse poco, hiperperfundirse, y empiezan a funcionar mal: el riñón no depura ni filtra; el hígado no hace su función; el músculo hace que a uno le cueste más andar; los pulmones se empiezan a encharcar de agua y todo empieza a obnubilarse un poco. Es lo que se denomina insuficiencia cardiaca, que tiene muchos estadios del A al D. Hay momentos en los que ese daño puede ser irreversible, aunque en la mayoría es reversible, pero si se espera mucho, no. Por eso en candidatos a trasplante cardiaco en los que no hemos encontrado donante resulta preferible poner un dispositivo que ayude a evitar ese deterioro en cascada. También, porque cuando un paciente entra en insuficiencia cardiaca congestiva empieza a dejar de comer, adelgaza, pierde proteínas...
-¿Cuáles son los tipos más raros (candidatos) que tardan más en encontrar un corazón para trasplante?
-Cuando ponemos en marcha un trasplante cardiaco miramos la compatibilidad sanguínea y que el corazón esté preparado en una persona concreta con una fisionomía. Si mido dos metros y peso 200 kilos tendré un corazón más grande, que uno de 1,50m y 60 kilos, es cuestión de capacidad. Tenemos unos límites, que si hay una persona grande, tengo que buscar uno que se adapte, desgraciadamente en nuestro país la media de los españoles es baja (1,70m) y delgados (70kg), no así en EE UU.
-¿Cuáles son las mejoras que se pueden introducir en este tipo de dispositivos, que en la actualidad estén en fase de ensayo?
-El objetivo es conseguir un corazón artificial totalmente integrado. Y en ello se está trabajando, hay prototipos que ya se han presentado en reuniones científicas. Todo el sistema es interno, gracias a los avances de la tecnología, los microprocesadores, y los sistemas de energía mucho más duraderos, con baterías internas, con transmisión vía wireless. Para aplicar todo esto en el ser humano se requieren controles muy exigentes y verificaciones, ya que un dispositivo de estos no se puede permitir el lujo de fallar de forma estrepitosa y condicionar la vida del paciente. Hay prototipos muy interesantes en los que se empieza a emplear el flujo continuo o axial; o sistemas hidrodinámicos, con fluidos en vez de aire, motores eléctricos con tejidos similares a los nuestros, biológicos... Ya se está avanzando mucho. Pero habrá que esperar unos años para tenerlo todo verificado. La tendencia es que esté todo integrado en un sólo dispositivo, incluidas las baterías.
Futuro
Rábago comenta que hay estudios que investigan hacia un uso indefinido. «Los más avanzados en este área son EE UU y norte de Europa, Alemania, porque existe un desequilibrio entre el volumen de candidatos a trasplantes y los donantes. Esto surge de una necesidad por el aumento de pacientes con insuficiencia cardiaca y una población más envejecida, y se demanda una solución, ya que en algún momento no habrá tantos corazones como necesidad. Aquí se plantea el uso más a largo plazo».
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