Valencia
«Las secuelas de Agreal nos han robado años de vida»
María Font y Eva Martín, pacientes afectadas por el medicamento contra los sofocos de la menopausia retirado en 2005, cuentan a A TU SALUD el calvario que están viviendo
Agreal supone una de las manchas negras en el expediente del laboratorio francés Sanofi. En 2005 se retiraba el fármaco antisofocos en España porque presuntamente se ligaba a efectos secundarios no contenidos en su prospecto como párkinson, disquinesias tardías, depresión, temblor... María Font y Eva Martín son dos de las afectadas por este medicamento que han visto truncadas sus vidas y ahora se quedan perplejas ante la última decisión del Juzgado de Primera Instancia número 3 de Valencia que da de nuevo la razón a la farmacéutica.
-¿Cómo afrontan la situación que se queda tras la decisión judicial?
-María Font (M.F.): Ha supuesto revivir todo. Y ha sido muy complicado porque lo pase muy mal y si no es por la familia no hubiera salido de todo aquello. Nos hemos quedado sorprendidas de que hubiera un dossier –se calla y piensa en la siguiente palabra...– de Sanidad. Lo siento, a veces me cuesta seguir una conversación... son las secuelas del tratamiento y voy como puedo. A ver, nos pareció extraño que la Agencia Española del Medicamento (Aemps) supiera «a medias» que había unos efectos secundarios que sufrimos las pacientes. Además, los peritos del laboratorio no se habían leído los casos particulares que presentábamos... todo un desastre.
-Eva Martín (E. M.): En esta ocasión este juicio no me afectaba de forma directa, yo tengo otro. Pero he estado aquí para apoyar a mujeres que, como yo, han visto destrozadas sus vidas por el fármaco. Pero en todo este proceso parece que las pacientes no importamos nada y no hemos recibido ayuda alguna. Nadie nos ha apoyado.
-Cuando dicen esto, ¿a qué se refieren: apoyo administrativo, institucional, de Sanidad?
-M. F.: Cuando pasó todo en 2005 la ministra Elena Salgado nos dijo y nos prometió de todo: apoyo, ayudas... pero tras ese momento, nada. No se volvieron a preocupar por nosotras y nos olvidaron. Sólo pedíamos y pedimos que se constituyera un gabinete de salud en el que se recogieran todos los casos que se han dado en España (aunque es un problema de más países, como Francia), y que se nos sometiera a un reconocimiento y seguimiento para ver por qué todas hemos pasado por lo mismo.
-E. M.: Lo cierto es que ni siquiera recibimos apoyo desde la Consejería de Valencia, ha sido todo una pena y una vergüenza. Y el tema del idioma nos ha frenado un poco para ponernos en contacto con otras pacientes de otros países porque quizás no hubiese servido de ayuda, de idea para afrontar este proceso.
-¿Qué secuelas más graves destacaría de la toma de Agreal?
-M. F.: A ver, yo lo tomé como unos 23 meses, más o menos, y en principio todo fue muy bien. Tras los 20 días, descansaba unos 10 y eso era lo peor... Ahí venían los problemas... El descanso debía ser de otra manera y dejar la medicación también tenía que haber sido de otra forma. Algo más progresivo. Cuando retiraron el fármaco no hubo tiempo de deshabituarse, de que fuera poco a poco... Y mi vida sufrió un cambio radical. Yo, que era una persona activa, abierta, dicharachera..., me encerré en casa, no quería salir, me encontraba fatal sin saber por qué. Sin mi familia no hubiese salido de aquello. Y me quedé sin futuro, porque hoy, aunque estoy algo mejor, ya he perdido mucha de mi vida social y no puedo hacer vida normal aunque quiera porque no sé como me voy a encontrar.
-E. M.: Ahora estamos más fuertes, pero lo hemos pasado muy mal. Lo tomé durante siete años, ¡ahí es nada! Y sumado a la depresión, convivo con unos dolores de estómago que nadie se imagina. Tomaba hasta morfina, ahora menos porque por fin me han encontrado el origen de este calvario y me van a operar de una especie de síndrome de cascanueces y Wilkins, y antes de la intervención tengo que dejar la morfina para poder usarla tras la misma. Pero hasta ahora, el diagnóstico que me daban era que estaba loca... Así a todas las que, sin conocernos, resulta que pasamos y vivimos con los mismos síntomas que nos han cambiado la vida. A mí me han quitado 15 años de mi vida y la oportunidad de poder salir siquiera de compras con mi hija.
-¿Cuáles son los siguientes pasos que van a seguir en su lucha contra la farmacéutica?
-M. F.: Hubo un momento en el que me rendí. Ellos tienen mucho dinero, ocultan información y resulta desesperante conseguir vencer en esta lucha, es más que David contra Goliat. No sólo es una cuestión económica, que lo es y resulta importante decirlo, pero también psicológica porque desgasta mucho, abre heridas... y tienes que mantenerte fuerte tú sola. Pero, gracias a mi familia, me recompongo. Y ahora he decidido que voy a ir hasta el final. Sólo pedimos, aunque sea en privado y nos hagan firmar lo que sea, que reconozcan que lo hicieron mal, que pidan perdón. Vamos a llegar a Estrasburgo para que se sepa todo. Aunque nos va a costar mucho, porque sus medios son tales que saben cosas de nosotras que no hemos contado.
-E. M.: Yo voy a seguir en la lucha, a llevar la denuncia a Europa si hace falta. A veces se me va la bola y pienso: «Venga que me voy a la puerta del laboratorio a hacer una huelga de hambre o algo para llamar la atención». El caso es que tendríamos que hacer algo para llamar la atención de verdad y no quedar como unas locas que tomaron un fármaco para los sofocos.
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