Salud
Mi astenia y yo
«Lo bueno de esta primavera es que nos está saliendo tan rara que mi astenia entra y sale cada dos por tres»
«Lo bueno de esta primavera es que nos está saliendo tan rara que mi astenia entra y sale cada dos por tres»
Creo en la astenia primaveral tan firmemente como denuncio el llamado síndrome post-vacacional. Naturalmente hablo desde los interiores de mi cuerpo y de mi mente (que cada vez es más difusa la frontera que separa el uno de la otra) y pese a que las alergias deben ser de las pocas cosas que no tengo, la primavera, con toda su poesía, me trae por el camino de la amargura. Lo del «síndrome post-vacacional», por el contrario, me parece un invento, un dar nombre científico a lo que no deja para muchos de ser una putada y que en mi caso ha sido casi siempre una liberación: nada agota más ni nada obliga a tantas cosas absurdas que las ansiadas vacaciones, un verdadero tormento –insisto: para mi– que a la semana de empezar estás deseando que se acaben cuanto antes. La astenia primaveral es otra cosa, una cosa más seria que se agrava con el absurdo cambio de horario. Según leo –y vivo– la hermosa primavera trae aparejado cansancio y somnolencia durante el día, falta de energía, alteraciones del sueño, especialmente dificultad para conciliarlo, irritabilidad, ansiedad, pérdida del apetito, cefaleas, disminución de la libido, problemas de concentración y falta de motivación. El panorama, como se ve, puede resultar desolador porque, de cumplirse todo en un solo cuerpo, más que un ser humano, la primavera te convierte en un desecho de tienta. Según los últimos estudios termina de un solo golpe con no pocos mitos que hemos ido creando alrededor de la estación florida: no sólo la primavera no altera la sangre, sino que parece ser que disminuye la libido, lo cual –pienso yo– crea un desajuste en los interiores de cada uno parecido al de esos equipos de fútbol que atacan mucho pero no consiguen meter un gol. Lo bueno de esta primavera es que nos está saliendo tan rara que mi astenia entra y sale cada dos por tres, no sabe a qué carta quedarse y ataca con fuerza un día pero al siguiente se retira. Éste es un mundo cada vez más raro y al final no sé qué va a ser de nosotros dos, de mi astenia y de mí: o llegamos a un acuerdo o nos ignoramos definitivamente.
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