Pacientes
Nueva inmunoterapia contra la metastásis de pulmón y vejiga
Tras 30 años, llega la primera molécula para tratar los casos en estos cánceres genitourinarios
Tras 30 años, llega la primera molécula para tratar los casos en estos cánceres genitourinarios
Aterriza una nueva inmunoterapia al botiquín de tratamientos oncológicos. Se trata de una molécula que se puede emplear para abordar tumores de pulmón y vejiga en fase metastásica que cuenta además con la cobertura del Sistema Nacional de Salud (SNS). Para ambos cánceres supone un punto de inflexión puesto que viene a cubrir necesidades urgentes en estos pacientes. En el caso del pulmón, como explica el presidente del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP), Mariano Provencio, apunta que «representa un cambio de paradigma ya que ofrece a los pacientes alternativas que antes no teníamos». Y en cáncer de vejiga, «tiene especial importancia porque para los pacientes metastásicos apenas se habían registrado avances de relevancia en los últimos 30 años», destaca el presidente del Grupo Español de Oncología Genitourinaria (Sogug), José Ángel Arranz.
La molécula, atezolizumab –que se comercializa bajo el nombre de Tecentriq–, es un anticuerpo monoclonal que inhibe la proteína PD-L1, «que es utilizada por el tumor para “escapar” del sistema inmune, lo que permite la activación de los linfocitos T para que puedan reconocer y destruir las células cancerígenas», manifiesta Arranz. Los buenos resultados no sólo son los que recoje la ficha técnica, como matiza Provencio, «según los ensayos clínicos realizados, se ha observado que tras dos años la mediana de supervivencia es de 13,8 meses, cuatro meses más que los 9,6 meses que consiguen cuando son tratados con quimioterapia. Pero es que hay grupos de pacientes que lo hacen hasta años y eso también es importante resaltarlo».
Algo nuevo
Mientras que en pulmón viene a cubrir un grupo concreto de pacientes sin opciones, en vejiga ofrece un tratamiento «tras toda una vida sin nada con lo que abordar el tumor», apunta Arranz. La aprobación en España permite su uso en pacientes con carcinomas uroteliales localmente avanzados o metastásicos que han sido tratados previamente con quimioterapia basada en platino, alrededor a un 10% de los más de entre 15-20.000 nuevos casos que se diagnostican cada año en España.
Como comenta Arranz, los ensayos clínicos han demostrado que esta inmunoterapia muestra eficacia en más de seis de cada diez casos y la respuesta se prolonga durante 21,7 meses de media, frente a los 7,4 meses que consigue la quimioterapia. Por otro lado, la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, en sus siglas en inglés) también permite su uso en primera línea de tratamiento en aquel subgrupo de pacientes que no pueden recibir quimioterapia con cisplatino, tras demostrar una supervivencia global de 15,9 meses, frente a los nueve meses que consigue la quimioterapia con carboplatino. Pero en España, esta opción aún no es posible por la vía oficial.
Sin embargo, este hecho no frena a los oncólogos que buscan vías posibles para que lleguen a los pacientes. En España la compañía tiene en marcha un ensayo clínico en fase III en el que participan unos 30 centros, «lo que sirve para que cualquier paciente con estas condiciones podría acceder al tratamiento por esta vía», subraya el presidente de Sogug. Arranz matizó que, gracias a unos acuerdos del laboratorio suizo con Sogug, la accesibilidad a los fármacos en el formato de investigación resulta posible, ya que todos salen beneficiados.
Así, la siguiente etapa tras la aprobación de este tratamiento es la identificación de subgrupos de pacientes en los que pueda usarse en primera línea de tratamiento, algo que también están investigando el GECP y el Sogug. «La inmunoterapia ha supuesto la irrupción de fármacos nuevos que todavía no sabemos lo que van a dar de sí. No sólo hablamos de fármacos nuevos, sino de una nueva era en Oncología», resalta Provencio, que reclama una mayor apuesta de las autoridades sanitarias por el impulso de ensayos clínicos y la incorporación de terapias. «Debemos exigir una sanidad de nivel», concluye.
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