Pacientes
Timothy Brown: «Sé que la cura para el sida se encontrará antes de que muera»
LA RAZÓN recupera la entrevista con Timothy Brown, el primer paciente libre de VIH
Aunque su nombre está hoy en muchas noticias, gracias a la confirmación del segundo caso de un paciente libre de VIH en el mundo, si a una persona le preguntan si conoce a Timothy Brown, pocas responderán afirmativamente. No es un actor famoso, ni un cantante «indie» de moda, pero hasta ayer era la única persona –documentada– que había sido capaz de eliminar el virus del sida de su organismo. Su sobrenombre saltó a los titulares de todos los periódicos en 2008. Es el «paciente de Berlín» que, en 2011, decidió salir de su anonimato para transformar su experiencia en activismo social, con el que sigue. En 2015 concedió una larga entrevista a LA RAZÓN en la que confesaba cómo había cambiado su vida tras dejar de ser seropositivo. «En general, me encuentro muy bien», afirmaba desde el otro lado del Atlántico.
–En 2006 le diagnosticaron leucemia, un par de años después de detectarle VIH. Gracias a un trasplante de médula de un donante con una mutación genética por la que sus células carecían de un receptor que ayuda al virus a entrar en ellas e infectarlas, dos años más tarde los científicos determinaron que había vencido el VIH. Después de tantos años, ¿comprende cómo fue su proceso de curación?
–Creo que la clave es esa. Me curé de VIH gracias a que la célula CCR5 delta 32 estaba mutada y mi donante me transmitió esta anomalía a mí. Sin embargo, no es sólo eso. Otra de las piezas importantes es que mediante el trasplante de médula mi sistema inmune cambió por completo y, a cambio, conseguí la «inmunidad» contra el VIH que me aportó el donante. Es cierto que los médicos aún hoy debaten qué fue exactamente lo que me curó porque otros intentos de repetir mi experiencia han fallado. El doctor Gero Huetter, que tuvo la idea de mi trasplante y diagnosticó mi cáncer, lo ha intentado en varias ocasiones con otros pacientes y todos han fallecido por complicaciones relacionadas con otras enfermedades que ya padecían al margen del sida. Estoy convencido de que una gran parte de mi éxito fue mi deseo de sobrevivir.
–¿Cómo es su vida ahora, sin VIH?
–La realidad es que mi día a día no ha cambiado mucho. Obviamente ya no necesito tomar ninguno de los medicamentos que necesitaba antes para que me mantengan con vida, pero aún debo tomar un buen puñado de pastillas para cuidar mi salud, como vitaminas, minerales y fármacos para reducir los efectos negativos de la neuropatía que padezco, así como de la sensibilidad que sufro en el intestino. Cuando era seropositivo la verdad es que no me planteaba mucho mi estatus de enfermo. Tomaba mis medicamentos (retrovirales), que funcionaban bien, y tenía una carga viral casi indetectable. Me sentía sano y sólo tenía problemas de salud menores. Veía a mis médicos a menudo y me aseguraban que todo había ido bien tras el trasplante. Sólo cuando me di cuenta de que era la única persona en el mundo que había eliminado el virus decidí que tenía que hacer mi nombre público. Presentarme a la sociedad para convertirme en un activista en favor de la lucha contra el sida.
–Desde entonces, ¿ha cambiado alguno de sus hábitos?
–Sexualmente no, pero es cierto que ahora tengo una sensación mayor de libertad. Estoy libre del VIH y, por lo tanto, no puedo infectar a nadie más. Eso sí, sigo siendo muy cuidadoso a la hora de transmitir otro tipo de enfermedades sexuales. En lo que respecta al resto de mi vida, ya no sigo trabajando como traductor de alemán al inglés. Ahora mi misión es otra: apoyo a científicos, laboratorios y empresas de biotecnología en su trabajo por descubrir una cura para el VIH. Y no sólo eso. También intento asegurarme de que las personas con el virus reciben su medicación o cualquier otro tratamiento que les ayude a sobrellevar la enfermedad.
–¿Ser la única persona que ha vencido al VIH le ha reportado más beneficios o tiene una parte negativa haber perdido el anonimato?
–Me di cuenta de que cuando mi nombre y mi cara aparecieran en la Prensa ya no tendría intimidad, pero en realidad eso es lo que quería que ocurriera. Decidí que mi vida se convirtiera en una lucha contra este virus y en favor de las personas seropositivas. En realidad soy todo lo que quise ser.
–El pasado mes de julio, médicos franceses anunciaron otro caso muy esperanzador: una joven de 18 años que había sido infectada por su madre llevaba 12 años viviendo sin medicación. ¿Cómo percibe este nuevo avance?
–Me alegra cualquier buena noticia relacionada con el sida, sobre todo si lo que consiguen es que la persona consiga controlar la enfermedad y ponerla en remisión, pero no creo que nadie opine que está curada. En los informes que he leído se indica que en su organismo aún existen trazas del virus, aunque me encantaría oír que éstas han desaparecido y que ella estuviera completamente sana.
–¿Cómo percibe la guerra contra el VIH? ¿Su fin está cerca?
–Ninguno de los brillantes científicos que trabajan diligentemente contra el VIH puede decir cuándo acabaremos con él. Estoy seguro de que su cura se conseguirá a lo largo de mi vida, antes de que yo muera. Hoy por hoy, soy un hombre muy sano de 49 años. Desde mi posición voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que se pueda cumplir.
–¿Cómo es su día a día?
–Junto a otro socio, Dave Purdy, y el doctor Huetter, que tuvo la brillante idea que llevó a mi curación, he iniciado un nuevo proyecto que impulsa la investigación internacional y busca elaborar un informe mundial sobre la situación del sida. Se llama «Cure for AIDS Report». Y también trabajo junto a otros activistas para mejorar todo lo que pueda la calidad de vida de las personas con sida.
–¿Ha tenido algún problema de salud desde 2008?
–Tuve una época en la que sufría muchos catarros por vivir en San Francisco (California, EE UU), una lugar frío y húmedo, pero en cuanto me trasladé a Las Vegas (Nevada, EE UU) y más tarde a Palm Springs (California, EE UU) la mayoría de ellos desaparecieron. Me encuentro muy bien. No he vuelto a tener ningún problema relacionado con la leucemia que padecí y mis médicos me han asegurado que después de cinco años de superar el cáncer, éste no vuelve a aparecer.
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