Jesús Fonseca

Silencio

El maestro zen Thich Nhat Zhuan
El maestro zen Thich Nhat Zhuanlarazon

La Semana Santa me da pie para dedicar mi gacetilla de esta semana a algo tan valioso como el silencio. Al poder de la quietud en un mundo ruidoso. Detenerse, respirar y acallar el pensamiento. En esos tres sencillos gestos reside el secreto de la paz y de la dicha. Vivir en un estado de plenitud y alegría, apreciar el gozo de vivir y sentirse en armonía con uno mismo y con los demás no son, para nada, algo reservado a unos pocos escogidos. Lo recuerda el vietnamita Thich Nhat Hanh, que se encuentra entre los líderes espirituales más respetados del mundo. Nhat Hanh lleva toda una vida enseñando a cultivar la ventura interior mediante el recurso más poderoso: el silencio. Porque sólo cuando la mente se acalla podemos escucharnos y atisbar nuestro propósito en la vida. Silencio es el título de su último libro. Unas páginas espléndidas en las que se muestra cómo la quietud interior es la base de la alegría y el bienestar. Pasamos gran parte de nuestra vida buscando la felicidad, sin percatarnos de que vivimos rodeados de auténticas maravillas. El sólo hecho de estar vivos y caminar cada día es todo un milagro. La alegría de vivir nos está llamando, día tras día, casi a cada instante, pero le hacemos oídos sordos. En nuestra cabeza, asegura Thich Nhat Hanh está sonando constantemente una radio: la del «PSP». Es decir la melodía del Pensar Sin Parar, transmitiendo desde los adentros una música que no siempre es la más linda del mundo, como proclama el lema de la cadena Radio Caracol, transmitiendo desde Bogotá la «música más linda del mundo». No es el caso. Nuestra mente está llena de ruido, por eso no escuchamos la llamada de la vida. Cuando no es el pasado, es el futuro. Y nos sucede aquello que decía John Lennon de que, «la vida es eso que pasa mientras tú haces otros planes». Así, intentemos vivir el presente. Tenemos demasiadas veces la cabeza en otra parte. Acertaba John Lennon. Anhelamos o esperamos que nos ocurra algo que nos alegre la vida, pero está pasando ya. Los místicos de Oriente y Occidente nos enseñan que para existir de verdad tenemos que estar libres de pensamientos, ansiedades, miedos y deseos. Oír, ver y ser, simplemente. Casi nada. Lo sencillo que parece y lo difícil que eso es. En toda la historia de la humanidad nunca hemos tenido al alcance de la mano tantos medios para comunicarnos: teléfonos, tablets, mensajes de texto, correos electrónicos, redes sociales... Pero continuamos sin dominar lo que más importa: el arte de escuchar y de hablar con sentido. Ni nos escuchamos de verdad los unos a los otros, ni atendemos a los demás de forma abierta y sincera. Pero sucede que sólo la escucha profunda lleva a la comprensión, que es la verdadera conexión. Algo que sólo se logra cultivando el silencio.