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¿Cómo se aplica la Ley de Igualdad en España?
“La próxima primavera crecerá la igualdad en España”. Recuerdo con emoción las palabras que el Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero pronunció en enero de 2007 cuando anunció la aprobación de la incipiente Ley Órgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
¿Qué ha pasado desde entonces?
Es evidente que hemos avanzado en materia de igualdad en nuestro país. Pero aún estamos lejos de la igualdad real. La discriminación de las mujeres sigue estando latente.
El principal objetivo de la Ley de Igualdad es avanzar contra la discriminación y conseguir una sociedad más justa, equilibrada y solidaria. Porque ningún país puede permitirse prescindir de la energía y la capacidad de las mujeres, que suponen la mitad de la población.
La Ley de Igualdad establece una amplísima batería de iniciativas para eliminar la discriminación actual entre mujeres y hombres en todos los ámbitos, especialmente en el empleo, la corresponsabilidad en las tareas familiares, la participación en la toma de decisiones, la educación en igualdad, las políticas públicas, el acceso a nuevas tecnologías o la situación de la mujer en el medio rural, entre otros.
La mayor novedad de la Ley de igualdad radica en la prevención de las conductas discriminatorias y en la puesta en marcha de políticas activas para hacer efectivo el principio de igualdad. Incorporando actuaciones en el ámbito educativo, sanitario, artístico y cultural, de la sociedad de la información, de desarrollo rural, de vivienda, deporte, ordenación del territorio o de cooperación internacional para el desarrollo.
La Ley también establece determinadas medidas de promoción de la igualdad efectiva en las empresas privadas, como las recogidas en materia de contratación o de subvenciones públicas o en referencia a los consejos de administración.
La corrección de la desigualdad en el ámbito de las relaciones laborales es asimismo otro objetivo de la Ley. Se reconoce el derecho a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y se fomenta una mayor corresponsabilidad entre mujeres y hombres en la asunción de obligaciones familiares. Sin embargo, en la actualidad tan sólo un 10% deciden disfrutar de su permiso de paternidad.
En el ámbito político, la Ley garantiza el principio de representación equilibrada de mujeres y hombres de todos los partidos políticos, tanto en las Elecciones Generales como autonómicas y locales y en las elecciones del Parlamento Europeo. Por ello ahora en los parlamentos ningún sexo tiene menos del 40% ni más del 60%.
Respecto a la representación equilibrada de mujeres y hombres en los cargos y órganos de representación pública, se aprecia que todavía falta para llegar a esa proporción de 40-60% de hombres/mujeres. Lo mismo sucede con la paridad en los Consejos de Administración de las empresas.
Es cierto que gracias a esta Ley nuestro país ha avanzado bastante en materia de igualdad, y se ha convertido en un referente para otros países. Pero también lo es que en muchos de sus preceptos aún estamos lejos de su cumplimiento.
Como media, la mujer española gana un 28% menos que el hombre, tiene contratos laborales más precarios y una doble jornada laboral que se traduce en una reducción de su tiempo de ocio y tiempo libre, que a su vez incide en su estado de salud.
Por cada hombre que abandona su puesto de trabajo por razones familiares, lo hacen 27 mujeres. El 83% de las personas que cuidan a un dependiente es mujer. De cada 10 contratos temporales, 8 son ocupados por mujeres. El 78% de los contratos a tiempo parcial, también son ocupados en su inmensa mayoría por mujeres. Lo que repercute en que sean las mujeres jubiladas las que cobran las pensiones más bajas.
Los hombres dedican en España una media diaria de una 1 hora y 37 minutos al trabajo doméstico, las mujeres 4 horas y 55 minutos, casi cuatro veces más, según cifras publicadas por Eurostat.
Las empresas del IBEX 35, las más importantes de España, sólo tienen un 3% de mujeres en sus Consejos de Administración. La inmensa mayoría de los empresarios son hombres.
Más del 60% de los nuevos titulados universitarios en España son mujeres. Pero sólo el 38% de los profesores universitarios son mujeres.
La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar muestran cómo la igualdad real entre mujeres y hombres es todavía hoy una tarea pendiente.
Resulta necesario un mayor seguimiento, evaluación y control de la aplicación efectiva de la Ley de igualdad. Sólo así se podrán combatir todas las manifestaciones aún subsistentes de discriminación, directa o indirecta, por razón de sexo y a promover la igualdad real entre mujeres y hombres, con remoción de los obstáculos y estereotipos sociales que impiden alcanzarla.
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