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Prohibir les encanta

Prohibir les encanta
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España: diciembre de 2017. Estamos en ese mes en el que el espíritu navideño lo inunda todo, o casi todo, y donde las personas hacen propósito de enmienda para ser mejores seres humanos. Es una digna aspiración que todos los que sentimos y empatizamos con nuestros congéneres albergamos.

A medida que una adquiere experiencia y tiene más vivencias descubre que no todo el mundo siente y empatiza. Hay gente que va a la suya, que no aspira a mejorar sino a involucionar; no contempla respetar y compartir sino adoctrinar; y tampoco pretende entender a los demás sino imponer sus ideas.

En este grupo están los dirigentes de la “nueva política” que disfrutan de algún tipo de responsabilidad pública. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, ha decidido que varias calles del centro de Madrid sean de sentido único para los peatones. Da igual que una persona vaya con muletas, silla de ruedas o viva unos metros más atrás porque si se han olvidado algo en la tienda y quieren volver deberán dar la vuelta a la manzana.

Es ridículo. La imposición es muy mala porque pretende alienar las conciencias, pero también permite descubrir la mente de quien lo hace y eso es lo que estamos comprobando a toda máquina en los gobiernos multicolores donde Podemos y los nacionalistas son elementos comunes con la inestimable ayuda del PSOE.

Carmena crea escuela y esa obsesión por controlar a la población –hasta por dónde y en qué dirección deben caminar– tiene burdos imitadores. En Valencia conocemos a un alumno aventajado: Giuseppe Grezzi. El concejal de Movilidad Sostenible tiene también una enfermiza obsesión por controlar los movimientos de la población. Y deseemos que se circunscriba solo a lo relativo a los desplazamientos para que esa vigilancia no vaya más allá e interfiera en la libertad individual de los vecinos.

Ha dedicado dos tercios de la legislatura a embotellar la ciudad, sumirla en un atasco perpetuo, potenciando los carriles bici y reduciendo el espacio para el transporte privado. ¡Como si Valencia no hubiera sido un ejemplo de convivencia de bicicletas, vehículos privados y transporte público desde hace años! Era necesario imponer, porque para eso llegaron al poder los del pensamiento único, les encanta, pero en España tenemos décadas de tradición de libertad que no será fácil aplastar.

Esa fijación contra la iniciativa privada, aunque sea a bordo de una motocicleta o un coche, llevó a Grezzi –recordemos que es miembro de Compromís y está blindado por el alcalde Joan Ribó y la vicepresidenta del Gobierno valenciano, Mónica Oltra– a prohibir el aparcamiento nocturno en el carril bus en zonas donde apenas pasaban autobuses a esas horas y que los vecinos utilizaban para estacionar hasta las ocho de la mañana.

Había convivencia y todo el mundo se beneficiaba pero llegaron los del cambio y prohibieron, una vez más, y han perjudicado a los vecinos (a pagar un parking), a los hosteleros, que han visto mermada la afluencia de público por la dificultad de aparcar, y a los empleados, que han perdido su trabajo por ese descenso de recaudación en las zonas de ocio.

Sin necesidad, solo por el placer de imponer, el edil de Compromís ha tratado de impedir una marcha motera, ya tradicional, que recorre calles de la ciudad, las menos transitadas, para recoger y llevar juguetes a los niños enfermos de cáncer. Le parecía mal esta iniciativa solidaria arraigada ya en el tiempo y el motivo es que iba a dificultar el tráfico en la ciudad. Ese mismo argumento que no le sirve para prohibir el recorrido que las “reinas magas republicanas” realizarán en plenas fiestas navideñas y que colapsará el tránsito en el centro de la capital del Turia.

Apoyar a la “reinas magas republicanas” es plausible para éstos demócratas de boquilla y se amparan en que una vez se celebró este acto, en el año 1937... No hubo más, hasta que llegaron los del cambio y el adoctrinamiento. ¿Y para los niños enfermos de cáncer? Pues ración de nueva política: cortapisas en base a la aplicación de un ecologismo feroz y el odio a lo privado, al individuo.

Ese espíritu navideño nos les concierne y mientras los demás intentamos extenderlo a los doce meses del año, porque es la única manera de que la humanidad progrese y avance en la protección de derechos, ellos apenas deben sentirse conectados a la labor de intentar ser mejores cada día.

Los socialistas se han desmarcado de esta nueva ocurrencia a golpe de autoritarismo de Compromís y la marcha solidaria pudo celebrarse. Eso sí, el PSOE sigue brindando su apoyo para que gobierne a un partido que también ha sacado “matrícula de honor” en Xàtiva con la decisión de su edil de Parques y Jardines, Pilar Gimeno, de eliminar el ángel de la Anunciación del mayor belén monumental de España. La razón: porque así se concilian sensibilidades diversas y se reduce la carga religiosa de la recreación... Sesuda reflexión.

Ojalá que el espíritu de la Navidad, al menos, nos proteja de tanto sectarismo y que las tradiciones, que son la base del imaginario colectivo de un pueblo, no se vean más menospreciadas por gente sin brillantez, con poder coyuntural, y que solo son soldados de la ideología más rancia y que tan malas consecuencias ha traído para la Humanidad.