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Cataluña, ¿y ahora qué?
En relación al gravísimo problema que tenemos el conjunto de los ciudadanos en Cataluña y el golpe de Estado puesto en marcha por los independentistas, son dos las preguntas que debemos hacernos: cómo hemos llegado hasta aquí (para denunciar y corregir los flagrantes errores cometidos) y qué vamos a hacer.
En relación a la primera cuestión, debemos dirigir nuestra mirada a los partidos políticos nacionales y analizar su actitud en relación al nacionalismo desde el inicio de la democracia hasta nuestros días; debemos dirigir nuestra mirada a la totalidad de los partidos políticos que hoy tienen presencia en el Congreso de los Diputados pero, especialmente, al PP y al PSOE; porque, tal y como este pasado fin de semana expresó el profesor Sevi Mora durante la presentación pública de Plataforma Ahora, los responsables máximos de la situación en la que nos encontramos no son (solo, al menos) los nacionalistas que siguen dando pasos hacia la independencia... sino (sobre todo) los “grandes” partidos nacionales que, no sólo no han puesto pie en pared a las pretensiones nacionalistas, sino que incluso las han fomentado. Y es que durante largos años pactaron, cedieron y legitimaron sus aspiraciones políticas, financiaron sus aspiraciones rupturistas y dieron por ciertas sus mentiras... tanto por cobardía como por propia conveniencia; mientras tanto, quienes defendíamos (y defendemos) la igualdad y la unidad de España éramos (y somos) extremistas o... nacionalistas españoles.
Y es que lo peor no es el nacionalismo de los nacionalistas sino la vergonzosa cesión permanente de esos partidos supuestamente nacionales que, por la vía de los hechos y también de los dineros, han venido dando alas a los partidos que pretenden romper el Estado. Hoy mismo al Lehendakari Urkulllu hay quienes lo consideran un hombre de Estado (ahí es nada).
Y es que, en lugar de defender el interés general, el bien común, la ciudadanía compartida o la igualdad frente a los nacionalismos (no hay nada más progresista), los grandes partidos han antepuesto sus propios intereses, sus cuotas de poder y sus votos en un ejercicio flagrante de irresponsabilidad política. Hace nada ha vuelto a ocurrir: el PP ha pactado con el PNV, con el silencio cómplice del resto, una nueva rebaja en el cupo vasco, la aportación de los vascos a la solidaridad interterritorial. Quien espere algún tipo de respuesta ante este último atropello, puede esperar sentado: esos mismos partidos son ya partidos localistas, regionalistas o incluso nacionalistas en sus correspondientes comunidades autónomas, dispuestos siempre a defender lo propio antes que lo de todos. La casta particularista.
En relación a lo que debe hacerse, toca aplicar ya el artículo 155 de la Constitución Española para garantizar los derechos ciudadanos vulnerados por la Generalitat en Cataluña. Es posible que ahora el Gobierno de España sepa que no le va a quedar otra y que lo que debió hacer hace mucho tiempo no tenga otra opción que hacerlo ahora. Nos encontramos en la recta final de un conflicto institucional de impredecibles consecuencias, con un Gobierno de España que no respondió cuando debía y un PSOE debilitado y sin idea (buena) de España. De Podemos mejor ni hablamos y Ciudadanos está dispuesto a captar el voto de lo que ellos denominan nacionalistas moderados. Siendo éste el panorama, toca movilizarse, cada cual desde donde corresponda, para impedir que se vulnere la legalidad vigente o se resquebraje todavía más la igualdad.
Estemos atentos a las decisiones que se tomen porque los tontos suelen ser más peligrosos que los malvados.
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