Violencia de género
De la violencia contra menores
Seguimos con la violencia de género, pero ya es fenómeno agotado en cuanto a desarrollo y en cuanto a interés; tenemos un problema que yo creo que es más serio que el de la violencia de Género. Habrá manifestaciones concentraciones, repulsas, pero esto no avanza, los varones cada vez se sienten más víctimas de un mecanismo que consideran injusto e inapropiado, y las mujeres siguen muriendo. Por otro lado, la violencia de género, está como está, enquistada, no evoluciona favorablemente y se ha convertido en un instrumento del que se abusa en exceso en el ámbito jurídico y procesal, sin consecuencias negativas en caso de que la denuncia no prospere. Solo el denunciado absuelto o el denunciado archivado o el denunciado retirado de denuncia, sufre las consecuencias, que en el mejor de los casos son malas, mientras que la mujer que ha denunciado no sufre ninguna. Esta situación no es buena porque perjudica a todo el mundo que puede ser perjudicado, es decir el varón inocente y la mujer realmente maltratada. No llegan los juzgados especializados en violencia intrafamiliar, y siguen los juzgados especializados contra el hombre. Así no vamos hacia una igualdad de géneros objetiva, e incluso leo con sorpresa como se comienza a hablar de poder femenino. El poder no debería ser ni masculino ni femenino.
Algún personaje mediático, especializado en el incumplimiento de resoluciones judiciales parece que va encontrando unas valoraciones periciales adecuadas más al personaje que a cualquier maternidad, pero se ha usado la violencia de genero de manera transversal con ella, en perjuicio de un tratamiento razonable de los casos de sustracción interparental de menores.
La justicia dentro de todo este panorama no funciona, y siendo también público su deficiente estado, por las huelgas convocadas por los jueces, pero eso sí, hace lo que puede por funcionar. Hemos inventado una “vistilla”, que es el fenómeno de la presión previa por los juzgados a la celebración del juicio, para llegar a acuerdos in extremi, y, si es necesario, con sugerencia de cuál es el resultado del procedimiento si se entra al juicio.
Todo esto son problemas, pero no son el problema.
Más de un 20% de menores han sido objeto de abusos sexuales intrafamiliares. Ese sí es el problema. Otros sufren acoso en el colegio y la sentencia del Caso del Colegio Gaztelueta, cuya formación espiritual está encomendada a determinada prelatura personal, y cuyo ambiente de excelencia se mueve en una determinada religión muy salpicada, lleva a los 11 años una condena por delitos de índole sexual cometidos por un profesor sobre uno de sus alumnos. No es definitiva aun la sentencia y no sé si se ha hecho justicia o no. En realidad, creo que no se hará justicia nunca... La justicia es una cosa; los presuntos abusos sexuales a menores otra. No hay justicia que repare el daño ni aun existiendo condena. No se hará justicia jamás en un caso así, no hay justicia reparadora y la justicia sancionadora en realidad no es justicia, sino exigencia de venganza ritual.
No hay justicia para esto , pero es mejor que la Justicia, como poder y sistema, funcione antes que funcionen otras soluciones personales.
En la violencia contra la mujer tratamos con adultos, en los abusos sexuales tratamos con menores.
Ese es el problema, y este problema ha de ser aflorado con la misma intensidad y fuerza que el de la violencia contra la mujer.
Pero, por favor, tratemos este tema con rigor y que no se convierta, como parece que estamos viendo, en un instrumento mas de alegaciones en seno de divorcio en conjunto con violencia de género o independiente.
Educación, denuncia, prevención pero también seriedad y prudencia en su utilización. Este problema es lo mas grave que puede haber. No lo convirtamos en un elemento más sistematico de un divorcio a añadir a las violencias de genero no probadas.
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