Toros

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La historia toca a su fin

La historia toca a su fin
La historia toca a su finlarazon

La tauromaquia cada vez está más en el punto de mira, tanto es así que ya todos se atreven a apretar el gatillo y, para su suerte, suelen dar en la diana. La politización de la Justicia es un debate inacabado que viene de lejos y que siempre está –y estará– latente, ‹‹que ya son muchos años al servicio y no me sorprende nada››, me dice un abogado ya jubilado. Con la prohibición del Toro Enmaromado de Astudillo, los argumentos se erigen en alta voz para cuestionar si la decisión, una vez más, está sometida a las presiones de los grupos animalistas.

La semana pasada el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León anuló la orden de la Junta que declaraba el evento como ‹‹espectáculo taurino tradicional››, a pesar de los documentos que datan de 1565 y los acuerdos municipales que se recogen entorno al año 1750, pues las alusiones que hacen al festejo ‹‹no se asimilan al Toro Enmaromado››. La realidad se confunde con la negra utopía animalista, que se ha propuesto acabar con todos los eventos taurinos pisoteando las costumbres y las tradiciones de los pueblos que nuestros –y sus– antepasados han forjado para conseguir uno de los mayores artes y embajadores de nuestro país. Lejos queda aquel primitivo –y en parte creíble– argumento de la muerte del toro; ahora el animal tiene consideración de persona y, en infinitas ocasiones, una privilegiada superposición respecto a la vida humana. Ahí radica el problema.

Astudillo llora la pérdida de la infancia, el silencio se hace en casa de esa abuela que ya no tiene nada que contar a sus nietos y todos somos protagonistas de una historia que cada día va desapareciendo.