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Alberto Rodríguez: «“La Peste” no es una ficción que olviden en una semana»

Alberto Rodríguez: «“La Peste” no es una ficción que olviden en una semana»
Alberto Rodríguez: «“La Peste” no es una ficción que olviden en una semana»larazon

Cuenta el director Alberto Rodríguez (“La isla mínima”) que, tras una jornada de trabajo, paseaba con el guionista Rafael Cobos por Sevilla fantaseando con la posibilidad de hacer un viaje en el tiempo y trasladarse a la capital hispalense del siglo XVI. Lo han logrado. El resultado es “La Peste” una superproducción original de Movistar + cuya temporada entera, de seis capítulos, ya la pueden ver sus abonados.

-Este proyecto nació de un deseo que, gracias a la ficción, se ha hecho realidad.

-Sí, mientras íbamos caminando, pensábamos: “Sería estupendo viajar a la Sevilla del XVI cuando era la puerta de América, pagaríamos por visitar la ciudad en aquella época porque, económicamente, era la más importante del Imperio”.

-¿Cómo ha sido el viaje?

-Lo primero que pensamos era rodar un “thriller” sobre unos misteriosos asesinatos. Sin embargo, a medida que avanzábamos en la escritura del guión, Cobos y yo nos dimos cuenta que cada vez aparecían más personajes que merecían más recorrido. La vida en Sevilla en esos tiempos era tan rica que no podíamos dejar de contarla.

-”La Peste” habla de una enfermedad física pero también moral.

-Es una de las conexiones con nuestra época. Dicen que la crisis es una oportunidad para reciclarnos, pero, al menos en las clases media y baja, no es así. En la serie se ve en el personaje de Zúñiga. Para él sí que es un gran momento porque los ricos aumentan su fortuna con más facilidad.

-También está presente la Inquisición y la guerra entre religiones.

-Eso tampoco ha cambiado. Solo hay que ver la situación que se está viviendo en numerosas zonas y cómo la religión sirve de pretexto para un conflicto bélico. Es alucinante la forma en la que las utilizan los líderes políticos. Con respecto a la Inquisición, era una extraordinaria maquinaría de propaganda para crear miedo entre las personas en el que caso de que cometiesen cualquier tipo de herejía como, en el caso de Mateo, como impresor, fue condenado por editar libros prohibidos. Es un hombre que usa el raciocinio y duda de todo, incluso de Dios. Solo le puede salvar que encuentre a quien está asesinando a algunos mercaderes.

-Con la excepción de algunos actores, usted quería que la mayoría de los intérpretes fuesen desconocidos para el gran público.

-Sí, porque deseaba que no fuesen familiares para la audiencia porque la historia perdería credibilidad. En ese sentido me inspiré en la “Trilogía de la Vida”, de Pier Paolo Pasolini, que la forman tres títulos: “El decamerón”, “Los cuentos de Canterbury” y “Las mil y una noches”. Casi todos los que actuaban en ellas eran anónimos. Eso le aportaba mucha frescura y es lo que he buscado en “La Peste”.

-La serie es muy realista. Por ejemplo, en las escenas de sexo.

-El sexo siempre ha estado ahí y lo hemos mostrado con naturalidad, sin recurrir al morbo. Las mancebías del siglo XVI tenían que ser filmadas así.

-Uno de los personajes más interesantes es Teresa, la viuda de Germán y una mujer adelantada a su época que firma sus cuadros con nombre masculino.

-Era una forma de abordar la posición de la mujer en aquella época. Su única posibilidad de sobrevivir era bajo un andamiaje masculino: ya fuese el padre, el esposo o, en el caso de las prostitutas, sus chulos. Teresa no. El personaje no es real, pero está inspirado en Josefa de Óbidos, una pintora del siglo XVII que, después de trasladarse a Óbidos (Portugal), regresa a Sevilla para pintar. Falleció rica y en su testamento dejó escrito que su herencia nunca fuese para un hombre.

-¿Qué le diría a los espectadores de “La Peste”?

-Que ejerzan un consumo responsable. Pueden ver la serie completa, pero yo les recomiendo que la visionen en tres tantas de dos capítulos. Si no, se pueden perder muchas cosas. Es una producción concebida para entretener y reflexionar. No es el tipo de ficción que olviden en una semana.