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Bon Jovi, amigos para siempre

Un enorme escenario y una estrella, a «precio amigo»
Un enorme escenario y una estrella, a «precio amigo»larazon

El enorme mosaico con la palabra «gracias» en los colores de la bandera española con que el público recibió a Bon Jovi fue el mejor resumen del ánimo en un Vicente Calderón lleno hasta la bandera. Era la respuesta a la decisión del grupo norteamericano de renunciar a su caché para que España no se quedase fuera en su última gira, bautizada con el nombre de «Because we can».

Unas horas antes, la banda de Nueva Jersey protagonizaba un acelerado encuentro con los medios, a pie de alfombra roja, en el que sus integrantes dieron cuenta de las razones que les llevaron a apostar por el denominado precio amigo: entradas de 18 a 39 euros, lo justo para cubrir gastos de producción y pagar a las decenas de personas que desde principios de esta semana han trabajado en un montaje que no pasaba por alto el sabor a clásico de sus protagonistas: un escenario de 70 metros de ancho y 22 de fondo sobre el que se dibujaba un mítico Buick Electra del 59. «Leemos la prensa, vemos los telediarios, incluso la familia que tengo aquí me decía que las cosas están mal, así que hablamos entre nosotros, nos juntamos y decidimos no cobrar para poder estar aquí», comentaba Tico Torres (batería). Tras él, Jon Bon Jovi, con una sonrisa de satisfacción que no perdería en toda la noche, abundaba en esa misma idea: «Estoy convencido de que es nuestra obligación como grupo; devolver a la gente parte de lo mucho que nos han dado a lo largo de estos 30 años. Hacer música, grabar discos, salir de gira es lo que más nos gusta, así que lo mejor que podíamos hacer es compartirlo con el público que siempre ha estado a nuestro lado».

Chaqueta patriótica

Menos explicaciones dieron a la hora de recordar al ausente Richie Sambora, que en abril abandonó el «tour alegando unos misteriosos «motivos personales». Y aún hubo tiempo, en este caso en palabras de David Bryan (teclados), para hablar a la carrera de su último álbum, el discreto «What About Now»: «No estaríamos contentos haciendo "Livin' On a Prayer"una y otra vez, sería aburrido para nosotros y seguro que también para la gente».

Precisamente un tema de este trabajo, «That's What the Water Made Me», sirvió para abrir la actuación de ayer, descubriendo a un Jon Bon Jovi con una patriótica chaqueta vaquera de barras y estrellas. Después, los dos primeros pelotazos, «You Give Love a Bad Name» y «Raise Your Hands», ambos de «Slippery When Wet» (1986), un álbum que todavía permite disfrutar de grandes momentos en directo.

Continuaba el carrusel de canciones, aderezado con nuevas muestras de agradecimiento mutuo, morritos para la galería y unos cuantos puñetazos al aire. «Mi muy familia especial», dijo John Francis Bongiovi en un esforzado español, y el público estalló en aplausos, aunque no sería hasta «It's my life» cuando la maquinaría comenzó a funcionar con mayor soltura, incluso en las blanditas incursiones en su disco más reciente: algún estribillo resultón y poco más, pero cumplieron con su cometido de hacer de puente hacia la colección de 'hits' que marcó la segunda parte del concierto: «Keep the Faith», «Bed of roses», «In These Arms», «Memory» o, a última hora, «Wanted dead or alive».

Dureza, la justa; gestos, casi todos, hasta que llegaron «I'll Sleep When I Dead» y, sobre todo, una vibrante «Bad medicine». Aquí, instantes después del penalti definitivo que metió a la Roja en la final de la Copa Confederaciones, el indiscutible líder de los autores de «New Jersey» enarboló una bandera de España, la besó y el estadio se vino abajo. Solo faltó que el público cantara aquello que popularizó Rosendo y que tan a cuento hubiese venido en una noche de entrega sin matices: «Prometo estarte agradecido». Y para terminar, se enfundó la camiseta de La Roja, y detrás, un mensaje: sólo «Bon Jovi».