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Turismo

La preciosa villa medieval que bien merece una visita antes de que finalice el verano

El pueblo cuenta con unas impresionantes calles porticadas y uno de los castillas mejor conservados

Vista de la localidad palentina de Ampudia JcylJcyl

Como si fuera sacado de una escena de la famosa serie televisiva “Juego de Tronos”, la geografía española es un abanico de ciudades y pueblos medievales que parecen inmutables al tiempo. Para cerrar el verano de la mejor manera posible una de estas villas bien merece una visita.

Una villa medieval era un pequeño centro de población rural y autosuficiente, que a menudo era amurallado para su defensa, y que se caracterizaba por ser un núcleo económico basado en la agricultura y la ganadería, habitado por personas vinculadas a la tierra. Aunque la palabra "villa" proviene de la época romana, donde se refería a una gran casa de campo rural, durante la Edad Media el término evolucionó para designar un tipo de asentamiento con una organización económica y social propia.

Muchas villas medievales estaban protegidas por murallas para defenderse de posibles ataques. Existía una actividad económica considerable en la villa, que podía incluir un mercado o centro de intercambio de bienes, así como la presencia de artesanos.

El término "villa" en la Edad Media se distingue de otros núcleos de población como las aldeas o los pueblos. Mientras que una aldea era un asentamiento menor, y un pueblo era un centro mayor con su propio Ayuntamiento y administración, una villa era un centro con cierta importancia administrativa y económica pero sin el rango de un pueblo.

Ampudia

Pues la mejor forma de cerrar el verano es la visita a una de estas preciosas villas, una que destaca por sus calles porticadas y que cuenta con uno de los castillos medievales mejor conservados de Europa. Este pueblo no es otro que el palentino de Ampudia.

No se sabe con certeza cuáles son los orígenes históricos de Ampudia. Se han hallado restos arqueológicos en distintos lugares del término municipal que atestiguan la presencia de un poblamiento temprano en la zona. Los más antiguos se remontan a la Edad del Bronce y han sido datados como pertenecientes a la cultura de Cogotas I.

También hay restos de la I Edad del Hierro aunque su localización no parece tener demasiada relación con el emplazamiento actual del pueblo. Es posible que hacia el siglo II ó I a.C, cuando los conquistadores romanos poblaron estas tierras en su campaña contra los vacceos, algún grupo expedicionario creara un asentamiento provisional o permanente con el nombre de Fons Putida, que ha derivado en el actual Ampudia.

La presencia romana está atestiguada por la existencia de una villa muy cerca del núcleo poblado actual (Picón de El Castrillo) que los expertos datan entre el siglo I y el siglo V d. C. El lugar, probablemente abandonado ante el empuje musulmán, se repoblaría en fechas tempranas una vez iniciada la Reconquista, tal vez en el siglo X. Su importancia fue en aumento en los siglos medievales posteriores, gozando siempre de numerosos privilegios reales que los ampudianos se encargaron de mantener gracias a su lealtad a la corona.

En el siglo XIII (1222) se separa del alfoz de Torremormojón al que pertenecía, y fue escenario de algunos episodios bélicos en las luchas entre los nacientes reinos de León y Castilla, entre los que destaca la ocupación por las huestes de Juan Núñez de Lara en el verano de 1297 y su posterior asedio y liberación por tropas fieles a la regente Doña María de Molina, que defendía los derechos al trono de su hijo, futuro rey Fernando IV.

En el siglo XV (1419), la Villa pasó a pertenecer a Don Pedro García de Herrera, Mariscal de Castilla, por merced del rey Juan II, consolidándose así el régimen feudal y el señorío sujeto a las leyes del mayorazgo. Este prestigioso personaje fundó un Hospital para pobres en Ampudia (1455) y sus inmediatos descendientes reconstruyeron la fortaleza para darle el aspecto que tiene, con ligeras modificaciones posteriores, en la actualidad. Su sepulcro y el de su mujer, María de Ayala, se conservan en la iglesia y de ellos parte el linaje de los condes de Salvatierra en Ampudia.

El siglo XVI, fue sin duda la época de mayor esplendor en la historia de la villa que llegó a alcanzar los 3.000 habitantes al final de la centuria. La agricultura del viñedo y la artesanía del hilado y tejido de la lana, alcanzaron su mayor auge, floreciendo también las actividades artísticas. El que entonces era Señor de Ampudia, Don Pedro de Ayala y Rojas, conde de Salvatierra, intentó ganarse el favor real de Carlos V, pero al no conseguirlo se adhirió al movimiento de las Comunidades, dando lugar al hecho de armas conocido como la batalla de Ampudia (enero de 1521).

La derrota de los comuneros tuvo como consecuencias la condena a muerte de Don Pedro y el retorno de Ampudia a la jurisdicción real (aunque en 1525 volvería a manos de los condes de Salvatierra en la figura de Atanasio de Ayala, hijo del comunero). En 1527-28 los hijos del rey de Francia Francisco I estuvieron alojados en el castillo varios meses al cuidado de Don Iñigo Fernández de Velasco, condestable de Castilla, como rehenes y garantía de cumplimiento por parte de su padre de las condiciones impuestas por Carlos V tras la derrota francesa en Pavía (1525); el rey francés se resistió inicialmente a las exigencias del Emperador y los infantes no serían liberados hasta 1529, después de estar confinados en varias fortalezas de Castilla.

En el siglo XVII accedió al señorío de Ampudia Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma. Este valido del rey Felipe III, obtuvo del monarca todo cuanto se propuso y consiguió grandes mercedes para la Villa, tales como: la concesión de mercado franco todos los miércoles del año y de feria franca del 6 al 15 de septiembre (privilegio de 1601 confirmado en 1603 que sigue vigente en nuestros días), el traslado de la Abadía de Husillos, fundación antigua de los condes de Monzón, a Ampudia con calidad de Colegiata (1606), la fundación de un Convento de San Francisco, que llegó a tener cátedra de latín (1600), y la creación del condado de Ampudia, título que ha persistido hasta la actualidad.

Durante el siglo XVIII, se puede decir que el clero fue la instancia más influyente en la vida del pueblo, hasta que las desamortizaciones del siglo XIX acabaron con su poder. En 1864 fue suprimida la Colegiata y la iglesia de San Miguel quedó reducida a simple parroquia de la diócesis palentina.

Hoy nos encontramos con un pequeño Municipio (600 habitantes en 2023), principalmente agrícola, que ha sabido conservar las huellas de ese pasado esplendoroso y poner en valor, con notable esfuerzo de las instituciones locales y los propios vecinos, el patrimonio histórico y artístico heredado.

En el año 1965, Ampudia fue declarada Conjunto Histórico-Artístico. El castillo contaba con el reconocimiento de Monumento Nacional desde 1931. Castillo, iglesia y núcleo han actualizado (2010) estas menciones a la categoría de Bienes de Interés Cultural, de acuerdo con la legislación sobre patrimonio más reciente, según señala la página web del Ayuntamiento de Ampudia.

Atractivos monumentales

Esta preciosa villa medieval cuenta con numerosísimos atractivos patrimoniales, entre los que destacan:

Casco Histórico

La villa de Ampudia, presenta un trazado urbano característico de las villas de época bajomedieval, con una morfología urbana caracterizada por la presencia de un recinto fortificado que protegía la población, constituido por el castillo y la muralla, de la que se conservan restos que permiten seguir parcialmente su desarrollo, como dos cubos de mampostería en la carretera de Valoria del Alcor.

La presencia de la fortaleza, en una altura próxima al casco urbano, pero al mismo tiempo separado por su propia muralla y un espacio vacío, responden a una configuración urbana medieval propia de un lugar de señorío en la que el castillo, es a la vez elemento defensivo frente al exterior y símbolo de jurisdicción interior, entre las que destacan sus calles porticadas.

La villa se articula en torno a dos hitos definidores, por un lado el castillo y por otro la colegiata de San Miguel, que definen Ampudia como un típico ejemplo de estructura urbana medieval-bipolar.

Castillo de Ampudia

La fortaleza acogió la firma del documento que certificó el cambio de capitalidad de Valladolid a Madrid, en pleno siglo XVII. Madrid se estableció como capital permanente de la corte en el año 1561, o al menos esa era la idea del rey Felipe II.

Y es que en 1601, su hijo Felipe III, decidió trasladar la capitalidad a Valladolid bajo el pretexto de activar la economía del norte de Castilla y, sobre todo, siguiendo las influencias de Francisco de Sandoval, más conocido como el duque de Lerma, quien veía peligros en la corte para su rey en Madrid. En consecuencia, Valladolid fue capital del reino hasta 1606, año en el que la corte volvió a la actual capital gracias a una importante donación a la casa real y a intereses políticos.

Y la firma definitiva del retorno de los nobles a tierras madrileñas tuvo lugar en la fortaleza que en esos momentos era un centro neurálgico del comercio, la de Ampudia. Tal es así que, en 1601 y a modo de agradecimiento, se concedió el permiso para organizar un mercado franco una vez al año y con una duración de diez días en las ferias de San Miguel, donde podían llegar mercaderes de toda Castilla y León a ofrecer sus productos.

La fortaleza medieval fue construida entre 1461 y 1488 por García López de Ayala, señor de Ayala y Salvatierra e hijo de Pedro García de Herrera, primer titular del Mayorazgo de Ampudia. El sucesor de García, Pedro Ayala y Rojas, se enfrentó con su propia madre, María Sarmiento, por la posesión del castillo, resultando él vencedor.

Acogió la causa comunera, dando lugar al hecho de armas conocido como la Batalla de Ampudia entre los partidarios del emperador Carlos I de España y las tropas acaudilladas por el obispo Antonio de Acuña. En 1522, tras la derrota comunera, el emperador confiscó el castillo, pero poco después lo devolvió a la familia, aunque a cambio de 20.000 ducados. En 1528 el castillo alojó a los hijos del monarca francés Francisco I, tras la Batalla de Pavía, en calidad de rehenes.

En 1597 asumió la titularidad del señorío Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma y favorito del rey Felipe III, al que atrajo en distintas ocasiones a la villa, convirtiéndose el castillo en sede ocasional de la Corte española. A partir de entonces la fortaleza entrará en un largo periodo de abandono, lo que no evitó su declaración como Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1931.

En 1960 el empresario galletero Eugenio Fontaneda Pérez, natural de Aguilar de Campoo, lo adquirió a su penúltima dueña, la condesa de la Granja, y lo acondicionó como museo para su colección de objetos de arte y antigüedades procedentes de la cuenca del Duero.

Ejemplo temprano de castillo-palacio señorial castellano, es una joya de la arquitectura civil de la región y presenta un magnífico estado después de la cuidadosa restauración. La edificación tiene planta trapezoidal, posee torreones en los ángulos, correspondiendo el del sudoeste a la torre del Homenaje, y foso salvado mediante puente levadizo.

Está rodeado por un muro de barbacana con torres cilíndricas. La fachada está decorada con dos escaraguaitas o garitas ornamentales y en la puerta principal cuelga el escudo del Duque de Lerma. El Patio de Armas tiene tres pandas porticadas de tres pisos con arquería escarzana, siendo el piso superior de más exiguas proporciones.

El interior alberga la Colección Eugenio Fontaneda, una de las principales colecciones de arte y antigüedades de España, distribuida en seis salas: Arqueología (destacando una colección de útiles de guerra de la Edad del Bronce y otra de estelas funerarias y miliarios de la época romana); Arte Sacro (incluyendo tallas de los siglos XIII a XV, mobiliario litúrgico y pinturas de los siglos XV a XVIII); Juguetes;Armas y Aparatos Musicales; Farmacia; y Etnografía y Artes Populares. Cobijados en los flancos porticados del patio se muestran escudos nobiliarios, elementos arquitectónicos, pilas bautismales, etc.

Horarios

Visita a la Colección de Eugenio Fontaneda (Patio de Armas y Salas de la planta baja del Castillo)

Noviembre a febrero:

Viernes y sábado: 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:00 horas

Martes a jueves y domingos: entrada de 12:00 a 14:00 horas

Marzo a octubre:

Martes a sábados: entrada de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 19:00 horas

Domingos: entrada de 12:00 a 14:00 horas

Visita a “Recorridos Secretos”

Martes a viernes y domingos por la mañana, concertando previamente la visita en el número de teléfono: 699484555.

Lunes, 1 de enero, 6 de enero, 8 y 29 de septiembre y 24, 25 y 31 de diciembre cerrado.

Colegiata de San Miguel

Constituye el foco polarizador del urbanismo de Ampudia, tanto en planta como en volumen. En planta por cuanto que la iglesia con sus tres grandes naves, unida a la plaza que la precede, constituye un centro regulador del trazado urbano, complementado por la existencia de otros edificios de carácter monástico y religioso como el convento de San Francisco, la ermita de la Cruz, configurando así un área urbana definida por la función religiosa. Lo mismo sucede en volumen, donde la silueta de su torre, conocida como la «Giralda» de Tierra de Campos constituye un elemento focal de la definición urbana de la villa.

En el inicio del siglo XVII, Felipe III a instancias del Duque de Lerma, concede a la villa mercado franco en los viernes y la celebración de feria franca del 8 al 15 de septiembre, lo que convierte a Ampudia, en un importante centro de mercado.

De la pujanza comercial de la villa, es reflejo su entramado urbano, caracterizado por un viario de tipo regular definido por una serie de calles principales, de considerable anchura, que atraviesan el caserío de parte a parte. La presencia de estas calles cabe atribuirla al origen de la población como encrucijada de caminos en este valle de Tierra de Campos. Otras calles en las proximidades del castillo, más estrechas y sinuosas, hablan de la existencia de una población de ascendencia judía. Pero, son los soportales el conjunto que consagra la identidad de la villa, y constituyen un relevante ejemplo de arquitectura tradicional castellana.

Concentradas en las calles Corredera y Ontiveros, se han preservado con escasas alteraciones un conjunto de casas porticadas, se trata de viviendas de dos alturas, construidas con un entramado de madera y muros de adobe y cuya parte baja presenta un soportal organizado mediante pies derechos aislados del suelo por una basa de piedra, que reciben los esfuerzos a través de zapatas de madera.

Museo de Arte Sacro

Está ubicado en el Antiguo Convento de San Francisco, fundado en el siglo XVII por el Duque de Lerma, Valido del rey Felipe III. De su construcción queda la Iglesia, del renacimiento tardío y decoración mudéjar. Posee planta de cruz latina con bóveda semicircular en el cuerpo y rebajada en el transepto. Los arcos de ladrillo de medio punto, daban acceso al claustro hoy desaparecido, huerta, campo santo y dependencias conventuales.

Es, sin lugar a dudas, por el valor de sus piezas artísticas, uno de los más importantes de la provincia de Palencia. En su interior se puede descubrir un gran número de piezas escultóricas, pictóricas y orfebres. Hablamos de un museo de gran riqueza patrimonial en el que se pueden encontrar obras que van desde el siglo XII hasta el siglo XVIII.

Tomás de Sierra, Pedro de Ávila y el Maestro de Paredes, son algunos de los genios que dejaron su impronta en la Villa, tanto en escultura como en pintura, sin olvidar las valiosas tallas y pinturas de autores anónimos.

El museo guarda también una amplia colección de ropajes litúrgicos y otra de cantorales, así como una nutrida representación de cálices, cruces procesionales, Vírgenes, báculos, cuadros, muebles, lienzos, crucifijos, candelabros, cetros y muestras de todo aquello que tuvo o tiene que ver con el universo religioso de la Iglesia Católica y su incidencia en Ampudia.

Gastronomía

La gastronomía típica de municipio palentino, no difiere mucho del resto de los pueblos castellanos: los productos derivados de la matanza, la caza, las sopas de ajo, el lechazo churro…. Todos este tipo de manjares, además de muchos otros, pueden ser degustados en los Restaurantes de la Villa de Ampudia.

También destacan los picones y el pan de mosto. Los picones son una especie de rosquilla en forma de pico, de ahí su nombre, elaborados con vino y aceite. El pan de mosto es el dulce Ampudiano por excelencia, junto con otro tipo de mantecados y pastas elaborados en un obrador local.