Opinión

Ruido matutino

"El ruido hay que tomárselo a coña, porque la alternativa es la vida tibetana y la cueva del ermitaño"

Alfon Arranz
Alfon ArranzLa RazónLa Razón

Esta mañana me he levantado poeta y al son de un conocido ritmo que fluía del patio escribí un bonito verso:

“En mitad de todo y nada

entre el mar y la montaña

la radial nunca callaba

en las calles de esta España

Y es que el ruido hay que tomárselo a coña, porque la alternativa es la vida tibetana y la cueva del ermitaño. No hay más que sonidos estridentes, unas notas cotidianas que indican la ruptura de la economía con una subida de los bienes de consumo más básicos a niveles insospechados; ya no se trata de la gasolina, ni del precio de los hoteles, ni incluso el de la luz: Estamos hablando de la comida. Todo lo que sube baja, pues sigamos mirando al techo que nos vamos a quedar sin cuello esperando que pase.

Pero no se preocupen damas y caballeros que la solución reside en las esquinas de sus paredes y techos, en esos olvidados rincones que esconden una vida acompañada y sigilosa porque la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ya recomendó en su momento que tal vez debamos plantearnos darle un mordisco y catar un buen saltamontes en sustitución de un solomillo al roquefort, oye lo mismo sorprende y es la delicatessen estrella en el concurso de tapas y pinchos de 2030.

No importa que ahora los jóvenes no puedan pagarse una vivienda ni en modo hipoteca ni en modo alquiler, vamos a solucionarlo poniendo un eufemismo bonito, lo llamaremos “coliving” que es muy cool y está a la altura de los nuevos tiempos “bro”.

Una época dorada donde algunos ingleses se están planteando cambiar las siglas de antes de Cristo y después de Cristo por antes y después de la Era Común, no sea que ofendamos a alguien oiga, aunque el numerito siga significando lo mismo.

Es verdad, creo que tienen razón, creo que habría que eliminar todo lo que acabe en cinco, por eso de la rima fea y tal, bueno también en siete y en ocho ¡si es que nadie piensa en los niños!

La clave es usar términos como resiliencia, empoderamiento o “mood” tantas veces como sea posible hasta que pierdan su verdadero significado y se pongan al servicio de la feliz maquinaria en donde vender la ropa de segunda mano es sinónimo de progreso y felicidad y no de pérdida de poder adquisitivo.

Las cosas se pueden arreglar mientras uno quiera hacerlo, pero como uno no quiere pues no se hable más, pin, pan, pum, bocadillo de atún y a ver la tablet que es jueves y se casa Perico.

Dejemos que fluyan las radiales, que campen en la campiña, que nos chillen los grandes secretos a la cara, a nosotros los pobrecitos, que somos unos ignorantes de la vida como diría el gran Eduardo Gómez en Aquí no hay quien viva, no nos pagan por pensar.

Eso sí, por favor moderen el lenguaje señoras y señores, que en los noventa se decían palabrotas, no había móviles, no existía el patinete eléctrico, teníamos que tirar de una enciclopedia y éramos muy infelices, lo que pasa es que nosotros no lo sabíamos.