Cataluña
¡Los niños también quieren ser artistas!
Arranca la 15 edición del Festival El Més Petit de Tots, que este años se extiende a doce ciudades y a más de 120 actividades centradas en las artes escénicas, del teatro a la danza, la música, las instalaciones y las performance
Si un niño dice «no quiero» es que no quiere y para un niño querer es lo más importante del mundo. Un adulto sabe atemperar las cosas que quiere, pero un niño no. Un artista tampoco sabe, pero en el sentido en que lo hace mal, no que no lo hace. Los artistas solo son adultos atemperados, y eso en realidad es una abominación. Ah, pero a los adultos les encantan sus abominaciones, está claro, y ensalzan a sus artistas como visionarios e iluminados, como niños sabios. ¡NOO! Son los niños los supremos artistas. Sin embargo, se les mira con condescendencia, como si lo que hiciesen sólo fuera la ocurrencia de un mono.
A los niños les encantan los monos porque reconocen a un hermano. «A ti también, brother», les dicen en el zoo cuando ven cómo sus padres se ríen de ellos por hacer algo que parece humano. Y a los niños no les gustan los artistas precisamente porque reconocen en ellos a un estafador, a un falsificador de su talento. Porque un niño no es un adulto atemperado, un niño es una entidad en sí misma, una creación descontrolada, un querer en busca de direcciones y eso es lo que matarían por ser todos los artistas del mundo. Criticaban a Miró porque pintaba como un niño, cuando ese es el elogio último.
A todos los padres del mundo, piensen en sus hijos como artistas, y cuando digan no quiero, pues entiendan que querer es lo más importante para ellos y abrácenlos, bésenlos, escúchenlos, jueguen con ellos, y dirigan su creatividad desbocada a donde ellos les digan, porque si hay gente capaz de pagar 120 millones por un cuadro de Monet, un poema pintado por Martí, de cuatro años, no tiene precio. Y, por amor de Dios, llévenlo en seguida a una de las 120 actividades que ha programado este año el Festival Més Petit de Tots,
A partr del 9 de noviembre, y hasta el día 24, doce ciudades acogerán teatro, música, danza, performance, talleres y todo tipo de actividades artísticas pensadas especialmente para niños de 0 a 5 años. 17 compañías internacionales, de Noruega, Francia, Bélgica, Suecia, Serbia y España. «Para nosotros es muy importante participar en el festival porque es una iniciativa de futuro», dijo ayer Josep R. Cerdà, directot del Teatre Principal de Palma, que por primera vez se une a la propuesta. Pero se equivoca. Esto no es una inversión. Esto no es un intercambio para que su teatro tenga público dentro de diez años. Aquí importa muy poco cómo serán los niños de adultos, porque los adultos no importan en absoluto en la infancia. Aquí importan los niños siendo niños o no tiene valor alguno. Aquí importa el arte, o sea la niñez.
Dentro de las obras imprescindibles para todos los públicos destaca la artista noruega Inger Cecilie Bertrán de Lis, con su espectacula «Tumble in the jungle», un espectáculo de danza pensado para niños con deficiencia auditiva que se podrá ver en el Mercat el 23 y 24 de noviembre. Otro de los momentos álgidos será «Una ópera de papier», de los franceses Le Fil Rouge. Música clásica y juegos de papel se unen en una fantasía poética que se podrá ver en L’Estruch de Sabadell el 14, 15 y 16 de noviembre.
Flashes de vida
Además, se podrán ver «Klank», de Dadodans, compañía venida de Holanda; ««StemmeStammen», de los noruegos Karstein Solli: el hermoso «Canto», del Théâtre de la Guimbarde (Bèlgica); «Tattarrattat!», de la compañía belga Frieda; « Et si j’étais moi», de la Compagnie Act2 i Catherine Dreyfus (Francia); y las instalaciones artísticas del belga Dan Draad y la serbo-sueca Dalija Acin. La mayoría se podrán ver en el Mercat.
Por supuesto, aquí también se hacen cosas importantes para niños. El Teatre Auditori de Sant Cugat y el de Granollers acogerán «Jungla», un viaje colorista y vital por nuestros ecosistemas creado por la compañía Big Bouncers para niños entre 2 y 5 años. «Es necesario exigir que las artes destinadas a los infantes dispongan de los mismos espacios y reciban el mismo respeto que aquellos espectáculos destinados a públicos de edad más avanzada», señaló ayer Eulàlia Ribera, directora del festival. Y tiene razón. Ahora lo que falta es que los espectáculos creados por niños también lo tengan.
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