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Ni culos, ni pistolas, ni cigarrillos, todo lo que el cine ha borrado digitalmente

“1,2,3...Splash”, la comedia de Tom Hanks y Darryl Hannah, es uno de los últimos títulos en sufrir una censura digital por parte de Disney, pero desde luego no es la primera

Daryll Hannah es la protagonista junto a Tom Hanks de "1,2,3... Splash"
Daryll Hannah es la protagonista junto a Tom Hanks de "1,2,3... Splash"La RazónArchivo

Ted Turner tuvo la obsesión en los años 80 de colorear todo su catálogo de clásicos en blanco y negro. De esta forma, veías dibujado a Humphrey Bogart en un gracioso naranja que tenía que representar su piel en películas como “El tesoro de sierra madre” o “El sueño eterno”. El resultado final tenía que parecerte más natural y acorde a los tiempos. El sacrilegio duró poco y ahora sólo parece una broma de mal gusto, pero el dueño del conglomerado televisivo por cable estaba convencido que así los jóvenes, que no estaban acostumbrados a ver películas en blanco y negro, se acercarían a estos clásicos de la cultura americana. Luego se dieron cuenta que lo que podían haber era simplemente un remake de los clásicos con actores contemporáneos y así ganaban el doble de dinero.

Éste podría ser el antecedente de la nueva moda en la industria del cine, cambiar digitalmente la imagen de una película para que su moral se adhiera mejor a los tiempos que corren. El último ejemplo ha sido “1,2,3... Splash”, la comedia protagonizada por Tom Hanks y Darryl Hannah. La plataforma Disney+ alteró ligeramente el corte de la película para que no saliese en pantalla el culo de Hannah, a la que también añadieron más mata de pelo rubio para que le llegara a tapar su anatomía, aunque de forma antinatural y extraña. La actriz interpreta a una sirena que se enamora de Hanks y va a tierra firme para encontrarlo. En el momento en que la sirena tiene piernas por primera vez y aparece en la playa desnuda, se ve un segundo de espaldas antes de desaparecer de nuevo en el mar. Luego volverá a aparecer desnuda en la estatua de la libertad, ante el asombro de los turistas que allí se amontonan. Durante tres segundos se ve a Hannah caminar de espaldas de cuerpo entero, dejando ver su trasero mientras camina. Según los expertos de Disney, esto era demasiado para los niños que pudieran ver la película y decidieron alterar su montaje dejando ver sólo la espalda.

Lo cierto es que la película de 1984, el primer filme dirigido por Ron Howard, es hoy un clásico de la comedia y la alteración de su metraje original parece un sacrilegio igual que colorear a Humphrey Bogart de naranja. Si miramos de cerca el filme podemos ver que es la misma historia, paso por paso, que explicó Guillermo del Toro en “La forma del agua”, y ésta llevó al director mexicano a recibir un Oscar. Sin embargo, la película de Howard, la primera de la productora filial de Disney, Touchstone, encargada de producir títulos “más adultos” para la compañía, es el único filme cuyo final acepta una relación interracial sin buscar ninguna homogenización entre los dos.

Dentro de la historia reciente de Hollywood hay casos ya paródicos de esta manía de alterar digitalmente la imagen para adaptarla a la necesidad de los tiempos. Es el caso de “E.T.”, que cuando se remasterizó y volvió a los cines en su 25 aniversario, Steven Spielberg decidió que sería mejor borrar las pistolas de los agentes que persiguen a los niños y sustituirlos por walkie talkies. ¿Por qué? La razón no está clara, pero la necesidad de mitigar la violencia de las imágenes y limitar la sensación de peligro para con los niños parece una razón de una gran ingenuidad.

El problema de estas “modernizaciones” de la película es que cada vez es más difícil de ver la original, algo que no pasa con los clásicos de Hollywood coloreados. Incluso los llamados “cortes del director” de célebres películas como “Blade Runner” hacen prácticamente imposible ver el corte original que se vio en las pantallas en su estreno en 1982.

Otro caso paradigmático de este cambio de rumbo digital lo encontramos en 1997 y la remasterización de “La guerra de las galaxias”,de George Lucas. En este caso el cineasta quiso dejar claro una intriga que había motivado centenares de discusiones entre fans, ¿quién disparó primero, Han Solo o el cazarecompensas Greedo? Según los protectores de la bondad del personaje interpretado por Harrison Ford, nunca hubiese disparado a sangre fría sin provocación a Greedo, pero las imágenes decían todo lo contrario. Lucas lo corrigió haciendo que el extraterrestre fuese el primero en disparar su pistola láser. Quizá esta siempre fue la intención de Lucas y le salió mal durante el rodaje, pero lo cierto es que en la versión original estaba claro que Han Solo quería acabar rápido con su problema y mataba a Greedo antes de que éste cumpliese su palabra y le entregase a Jabba the Hutt. Ahora, quien quiera ver como Han Solo dispara primero no lo podrá hacer si no tiene un vídeo anterior a 1997.

En Disney también se han quitado escena de fumadores en algunas de sus dibujos clásicos, incluso se ha borrado una escena de los créditos de Toy Story II en que el malo de la cinta, Oloroso Pete, está intentando “ligar” con dos Barbies o cómo se han cambiado ciertos versos de la canción inicial de “Aladdin” para que no sean tan explícitamente insensibles y difundidoras de estereotipos racistas

El último ejemplo de alteración se produjo incluso antes del estreno, así que en teoría no es una censura digital, sino una chapuza. Es la revisión digital del cuerpo de los gatos del musical “Cats” En la película se alteró la primera imagen, en la que era más naturalista y se podían ver los genitales de los personajes, y se cambió por matas de pelo sin fisuras. ¿Cuál será la próxima víctima de esta digitalización políticamente correcta? Esperemos que no sea borrar todos los bigotes, como hicieron con el pobre Henry Cavill y su Superman en “La liga de la justicia”. El actor estaba rodando “Misión Imposible VI”, en el que llevaba un espeso bigote. La producción de la película de superhéroes necesitaba hacer unas tomas adicionales para su nuevo montaje y volvieron a llamar al actor, que por contrato con la otra película no podía afeitarse el bigote. Así que decidieron rodarlo tal cual y luego borrárselo digitalmente. El resultado, como se puede ver al inicio de la película, es, por decirlo de algún modo, extraño.