Arte
Andreu Buenafuente, el “hijo secreto” de Joan Miró
La galería Art Enllà presenta «Punts suspensius», una exposición en la que se reúne la producción pictórica más reciente del artista
Hasta el próximo 5 de enero, la galería Art Enllà, en el barcelonés barrio de Gràcia, nos ofrece la oportunidad de disfrutar de una serie de obras que tienen en común provocar una explosión de colores y de formas. Es un recorrido abstracto que bebe de varias fuentes, hasta derivar en un estilo propio. Bajo el sugestivo título de «Punts suspensius», la sala nos ofrece la oportunidad de adentrarnos en el imaginario pictórico de Andreu Buenafuente, en obras de grandes dimensiones pero también en composiciones deliciosas en pequeño formato.
No busquen una pintura figurativa en los cuadros de Buenafuente, pese a que el «showman» también ha demostrado tener mano para el dibujo en no pocas ocasiones. En este caso vamos de lo concreto a lo puramente abstracto, vamos a la raíz de la imagen. El efecto en el espectador es hipnótico porque los cuadros aquí presentes tienen la debida y calculada fuerza como para no dejar indiferente, como para invitarnos a sumergirnos en pintura que podría calificarse como moderna.
No, Buenafuente no es un moderno. Es, en todo caso, un antimoderno que es probablemente lo más rupturista que se puede ser en la actualidad con el pincel. Las pinturas presentes en Art Enllà siguen una tradición que nos lleva desde los estudios científicos de Santiago Ramón y Cajal, aquellas obras de neurociencia en las que se pasaba por el microscopio del genio su particular mirada a la medicina, pasando por caminos de formas inconcretas, como podían ser los plasmados en sus lienzos por Paul Klee. Pero es la de Joan Miró una de las huellas más evidentes en estos óleos, con su revolución de formas y colores. Podría entenderse, sin exagerar, que Andreu Buenafuente es una suerte de «hijo secreto» de Miró por su capacidad para seguir su estela, aunque sin olvidar su propia personalidad. En alguna obra del pintor parece colarse la sombra de «El carnaval del arlequín» mironiano, pero sin renunciar a su propia personalidad plástica.
El título de la exposición es lo suficientemente abierto como para que el público pueda dar su personal lectura. Los puntos suspensivos son una manera de decirnos que el viaje continua, que no todo se ha dicho. En el caso de Buenafuente es evidente que el pintor quiere que el espectador complete su trabajo con la mirada, con su reflexión ante el óleo de oníricas intenciones. No es un punto y aparte y, desde luego, tampoco quiere ser un contundente punto y final. La geometría variable del pintor es una cadena de puntos que debemos unir nosotros siguiendo los consejos plásticos del pintor.
Hay en estas pinturas cierta coreografía de formas que se mueven en nuestra retina. Se mueven sin parar, como una danza que crea inéditas construcciones. Buenafuente tiene la capacidad de encadenarlas hasta edificar una nueva esfera inédita hasta este momento. Es evidente que el pintor se deja llevar en su trabajo, como ocurre con los mejores sonidos del jazz. ¿Es John Coltrane o es Chet Baker en realidad el maestro del pintor? No se puede olvidar que, por ejemplo, Duke Ellington consideraba que su música podía dialogar perfectamente con un cuadro de Joan Miró, por lo que no dudó en crear un encuentro con el artista en la Fundación Maeght. Miró aparecía silencioso mientras Ellington se dejaba llevar al piano. Es otra de esas teselas que unen a Andreu Buenafuente con Miró.
Vivimos en un tiempo en el que todo, prácticamente todo son malas noticias. Los informativos están llenos de pequeñas y grandes tragedias, en su mayoría provocadas por el hombre, por su indecente idea de que puede controlarlo todo. Así que, en un momento tan gris, visitar una exposición como «Punts suspensius» supone como un soplo de aire fresco, un pequeño oasis en el que la pintura es la mejor herramienta para alejarnos de la realidad.
Un consejo para quienes acudan a la exposición. Quedarán impactados con las telas de grandes dimensiones, pero es en los cuadros pequeños donde el artista demuestra su capacidad para unir unos puntos suspensivos que nos dicen que esta aventura continuará.
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