Independentismo
Gabriel Rufián reivindica sus raíces andaluzas frente al identitarismo de Junts: "¡Viva el charneguismo!"
El líder de ERC aplaude un discurso del guionista Eduard Sola y reabre el debate sobre la identidad catalana y su pluralidad social
El debate sobre la identidad catalana ha vuelto a encenderse en las redes sociales a raíz de un vídeo del guionista Eduard Sola. En él, el escritor defendía el valor de la palabra charnego como una forma de identidad heredada, fruto de la inmigración andaluza y extremeña que llegó masivamente a Cataluña durante el siglo XX (aunque Madrid y Galicia, por ejemplo, también experimentaron la misma oleada migratoria). “A mí sí que me es útil la palabra charnego, por una simple cuestión, que indica de dónde vienes concretamente”, afirma Sola en la grabación, en la que reivindica su herencia familiar con naturalidad: “Mis abuelos vinieron de Andalucía a Cataluña, lo que convierte a mis padres en charnegos. Yo ya he nacido en Cataluña, pero hay cierta identidad charnega en herencia, y cada uno está orgulloso de quien es”.
El vídeo, de tono conciliador, ha sido compartido por el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, que lo ha acompañado con un mensaje cargado de intención política:
“Toda la convergentada (y súbditos) que están criticando esto es simplemente porque saben que ese orgullo y ese discurso es incompatible con su idea de una Cataluña excluyente, pequeña y pura. Cataluña no es su patria. Cataluña es su negocio. Y lo están perdiendo. Y ya era hora. ¡Viva la diversidad y viva el charneguismo!”
Las palabras de Rufián han sido interpretadas como una declaración de principios frente a la Cataluña nacionalista más clásica, la que, según el dirigente republicano, ha construido una identidad cultural cerrada, centrada en la pureza lingüística y en una cierta superioridad moral.
Dos visiones
La polémica reabre una vieja fractura cultural dentro del nacionalismo catalán. Por un lado, la Cataluña mestiza y popular, nacida en los barrios obreros de Barcelona, Santa Coloma, L’Hospitalet o Cornellà: zonas donde la inmigración andaluza, murciana o extremeña conformó un tejido social propio y un catalanismo más social que étnico. Es el entorno en el que Rufián, hijo de esa mezcla, ha construido su discurso político: una Cataluña más de barrio que de despacho, más pegada al acento del cinturón industrial que al del Empordà. De hecho, él es de Santa Coloma de Gramanet, un municipio del Área Metropolitana de Barcelona donde el independentismo es residual y los habitantes son descendientes de inmigrantes del resto de España. En su caso, sus raíces son de Jaén.
En el otro extremo, se sitúa la Cataluña más identitaria y esencialista, que hoy encuentra eco sobre todo en formaciones como Junts per Catalunya y, de forma más explícita, en Aliança Catalana, el partido de Sílvia Orriols. Este último ha llevado al extremo la idea de una Cataluña cultural y étnicamente “pura”, donde el uso del catalán es signo de pertenencia y donde la inmigración, ya sea española o extranjera, es vista con creciente desconfianza.
Mientras Junts ha mantenido un nacionalismo de corte burgués, vinculado históricamente a las élites económicas y culturales del país, Aliança Catalana ha capitalizado el malestar en zonas rurales y montañosas, defendiendo un discurso abiertamente antiinmigración y proteccionista. Rufián, en cambio, reivindica una Cataluña diversa, donde el origen no marque la pertenencia y donde el catalanismo se construya desde la inclusión.
Como símbolo de identidad, Junts utiliza el catalán. Pero la realidad es que el catalán y el castellano en Cataluña conviven perfectamente, y lo hablan indintistamente tanto independentistas como no independentistas, entre los cuales hay votantes de Vox y del Partido Popular. De este modo, hablar catalán no te hace independentista, pues gran parte del electorado "españolista" lo habla.
Este tuit viene después de que Rufián, en el programa La Resistencia, le regalara al presentador, David Broncano, una botella de aceite de Jaén, reconociendo sus raíces andaluzas.
Esa tensión —entre identidad cultural y diversidad social— recorre todo el independentismo catalán desde hace años. ERC ha apostado por ampliar su base con un discurso más integrador y de izquierdas, mientras que Junts y Aliança Catalana buscan reforzar el eje nacional en términos culturales y lingüísticos.