Gastronomía

El “sorpasso” de la comida para llevar

El cliente más afortunado no es el que más bares conoce, sino el que sabe los que están abiertos para ofrecer comida para llevar

Los bares que permanecen abiertos con comida para llevar acogen al cliente perdido
Los bares que permanecen abiertos con comida para llevar acogen al cliente perdidoLa RazónLa Razón

Desde hace meses nos hacemos la misma pregunta. ¿Habrá “sorpasso” de la comida para llevar?, como instancia para intentar revertir la situación actual de la restauración. Aunque la puesta en escena de las sobremesas limitadas (de)pende del criterio final de las administraciones sanitarias es fácil hacerse una idea a esta situación cómo tabla de salvación puntual con el cierre de establecimientos y la movilidad condicionada como fondo.

La abstención de ciertos gastrónomos a la comida para llevar ha desaparecido. El naufragio estruendoso e inevitable con el último cierre decretado ha roto con la resistencia de ciertos restauradores y en paralelo con la reticencia de ciertos clientes que solo aceptaban como auténticas las sobremesas de los establecimientos.

La cocina para llevar se ha erigido, paso a paso, durante la pandemia, prescindiendo de las obligadas claudicaciones e incluso de sumisiones relevantes, en una costumbre exitosa. Los ejemplos son abundantísimos. Las restricciones han puesto el término “take away” en primer plano.

¿Los motivos? tienen sus razones. No es un asunto menor resistir, la comida para llevar es una cuestión tan principal que puede alejar unos meses la ruina y permitir sobrevivir. Quizás sea una jugada maestra para muchos. Acaso una torpeza sino se desarrolla bien para unos pocos. Pero se hace más que necesario intentarlo. Estos tiempos complicados propician contorsiones singulares en el universo de la restauración. No queda más remedio. Sin duda en el futuro asistiremos a performances de antología culinaria popular para llevar.

Con la paciencia de un cliente sin reloj debemos analizar todas las posibilidades al ver las vitrinas.

El ritmo del servicio a fuego lento permite disfrutar de la vista panorámica de los mostradores. El instinto de supervivencia comparece en primer lugar, lo que permite un margen de discrecionalidad. No hay tiempo para iniciar un complejo e incierto periplo en busca de algún lugar de comida para llevar. En tiempos de incertidumbre siempre te quedan dos certezas: la cocina para llevar de calidad inquebrantable y producto en la que el tiempo no hace mella. Solo una dulce espera y, posiblemente, la cola más feliz de la semana.

Presentadas las credenciales encontramos un acomodo en un bar conocido, donde ni siquiera las dudas pueden sabotear el disfrute. Los locales que permanecen abiertos con comida para llevar envuelven la figura del nuevo cliente, acogen al comensal perdido, cubren sus necesidades. Esa adopción temporal se traduce en un ahijamiento de manera permanente cuando vuelvan abrir los establecimientos.

La búsqueda con recomendaciones expresas es la fórmula ideal. Algunas veces los accidentales encuentros también resultan espléndidos, pero eso no está asegurado. El cliente más afortunado, hoy por hoy, no es el que más bares conoce, sino el que sabe los que están abiertos para ofrecer comida para llevar. Hay que agarrar la dicha informativa aquí y ahora a manos llenas. Para los curiosos un consejo: Digan sí, rotundamente y establezcan la posibilidad de explorar. Su existencia gastrónoma se beneficiará. La indefinible mezcla de curiosidad y necesidad lleva a la búsqueda de la comida para llevar.

Superada la asignatura del desconocimiento los reacios a usar el “take away” se rinden. Hay que exprimir esta fidelidad accidental hasta el último minuto del toque de queda. Imaginamos el futuro de mil maneras, pero no sin esta costumbre como fuente de nueva identidad.

Aunque algunas orfandades provocadas por el cierre no contribuyen precisamente a mantener la paz y la tranquilidad de los paladares. La cosa no pasa a mayores. ¿Por qué? Porque - y aquí viene la explicación - en un insólito ejercicio de aceptación como asunto de supervivencia nos acomodamos al “sorpasso” de la comida para llevar.