Guardia Civil
“Localizamos el 98 por ciento de la fuentes de ignición de los incendios”
Javier Saiz, especialista de incendios del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil, investigó el incendio de la residencia de Moncada
El Departamento de Investigación de Incendios del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil localiza el 98 por ciento de las “fuentes de ignición”, es decir, de los desencadenantes de un incendio, ya sea doméstico, industrial o de cualquier tipo. Si nos referimos al lugar donde se originó el fuego, la fiabilidad es del ciento por ciento.
Javier Saiz es investigador de incendios de la Guardia Civil y es el agente que, junto con otros, desarrolló la investigación en la residencia de ancianos de Moncada que sufrió un incendio el 18 de enero y que se ha cobrado hasta ahora la vida de nueve personas. De esta investigación, que está bajo secreto de sumario, ha trascendido el origen del fuego situado en una regleta eléctrica si bien la causa establecida es una anomalía eléctrica difícil de concretar.
El Laboratorio de Incendios de la Guardia Civil abarca no sólo la sexta zona (Comunitat Valenciana, en términos beneméritos) sino que llega hasta once provincias, a saber, la ya citada Comunitat, más Cuenca, Albacete, Murcia, Teruel y las de Cataluña en demarcación Guardia Civil.
Dos vehículos, perfectamente pertrechados con todos los instrumento tecnológicos necesarios están siempre preparados en el cuartel de Benimaclet para atender cualquier investigación en un siniestro de este tipo. “Hay que determinar responsabilidades, tanto si ha habido víctimas como si no, porque también puede haber responsabilidad civil para ver quién paga los daños, y el juez nos va a preguntar por qué se ha desencadenado el fuego”, explica Saiz.
Los investigadores van siempre del menor daño al máximo daño, siguiendo indicios inequívocos, cuando los hay, como es por ejemplo, la torsión de los metales: “los metales, cuando se doblan, siempre apuntan al origen del fuego”. Estos son vectores de localización del calor.
En las viviendas, sigue relatando Saiz, normalmente son cuestiones eléctricas las que desencadenan el incendio, y casi siempre se habla de anomalías. Hay cosas evidentes, otras, no tanto. Uno de los pecados capitales son las regletas sobrecargadas. Estos, que parece una obviedad, está detrás de muchos siniestros. Si el “ladrón” de luz aguanta tres mil vatios no se le pueden enchufar aparatos que demandarán cinco mil. Pero puede ser una “anomalía” eléctrica, como es el caso probable de Moncada. Saiz muestra una regleta de otro siniestro, la banda de cobre que trasmite la electricidad tiene una muesca. Se podría pensar que es el propio incendio, pero no es así: la temperatura que puede alcanzar una habitación en llamas no es suficiente para fundir el cobre. Una evidencia científica que ayuda a los investigadores a determinar el origen del incendio.
Y entre los electrodomésticos peligrosos por si mismo, destacan los infiernillos o braseros de llama abierta o de resistencia. Además, la costumbre popular suele colocarlos debajo de mesas con faldas. Peor imposible.
Otra buena costumbre es desconectar el cargador del móvil del enchufe cuando hemos acabado la carga, algo que no hace casi nadie.
Incendios en naves agrícolas
Otro incendio que no es demasiado habitual pero que sí se han encontrado los investigadores en diversas ocasiones es el fuego espontáneo en naves que almacenan productos vegetales. Explica Saiz que han de producirse varios factores como son la humedad del vegetal, la ausencia de aire y la oscuridad. En estas circunstancias se produce una especie de “fermentación” por la que determinadas bacterias provocan una combustión espontánea del vegetal. “El origen del fuego queda fosilizado, como una piedra negra donde se aprecia restos del vegetal, que suele ser paja o arroz.”, explica el guardia, mientras muestra en una vitrina “piedras negras” donde, tal y como dice, se aprecia la paja o los granos carbonizados y fosilizados. “Hay mucha gente que lo sabe y de hecho, en algunas naves industriales reservan un lugar para airear la paja cuando esta llega húmeda, antes de almacenarla”.
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